Hay cosas que transcienden las fronteras conocidas por el hombre, que la mente humana no llega a entender, puesto que no disponen de una explicación lógica, semejante a esas curaciones extraordinarias, producidas por la fe, que escapan a todo pensamiento racional, sobrepasando los poderes de la naturaleza o esos grandes misterios de la vida que aún no han sido resueltos de una forma clara.
Son muchos los años que llevan los madrileños Barón Rojo sin ceder ante nada ni nadie, sin intención de venirse abajo, subiéndose a los escenarios con el mismo entusiasmo y energía que cuando empezaron, desafiando al paso del tiempo y demostrando al mundo el significado de espíritu indomable, al confabularse juntos para hacernos agitar la cabeza como tentetiesos. Una juventud eterna en sus almas que debida a su inexplicable particularidad, instiga a pensar, en un posible pacto de sangre con el diablo, materializando su amor incondicional hacia el heavy/rock ochentero.
Verles desfilar por tierras vascas sigue siendo todo un lujo que deberíamos siempre saber aprovecharlo, son la historia viva del rock más duro de nuestro país, ocupando un lugar privilegiado en las enciclopedias musicales, contribuyendo de manera extraordinaria a mantener viva la tradición del heavy rock más purista por medio de una honestidad intachable que muchos quisieran tener y un repertorio de himnos, de una consistencia como el cemento, que perviven por encima de modas y tendencias.
Hay detalles, a veces de lo más insignificantes, que antes de empezar una velada ya te dan pistas
de cómo puede acontecer, el mero hecho de que la primera banda en actuar en la tercera edición del Gabonak In Hell, el grupo irunés de covers de rock, Contraband, ya congregase a 120 personas, constituía un buen indicador en términos de un posible rotundo éxito participativo y absoluta hermandad. Tales vaticinios se cumplieron enseguida, comunión perfecta entre los asistentes, música de alto nivel y emoción a raudales, alcanzándose su punto más álgido en la extraordinaria exhibición musical a cargo de los irundarras Blast Wave, quienes dejaron constancia absoluta de que el espíritu del heavy metal sigue más vivo que nunca, dejando en el ambiente una sensación de creer en lo que hacen, de disfrutar simplemente con la música, de ser cercanos y vivir intensamente sus actuaciones.
Contraband ofreció un concierto valiente, sin resquicios y con tiempo para el lucimiento personal, cogiendo mano del libro de estilo de bandas de esencia ochentera, en claro fervor espiritual revitalista, por medio de mesuradas versiones como “Always The Pretender (Europe), “Hearts Turn To Stone” (Foreigner), Crying In The Rain (Whitesnake), “Sister Moon" (Gotthard), “Tease Me , Please Me” (Scorpions) que aunque se cernían a las guías trazadas por sus creadores, eran ornamentadas con una personalidad tan propia, un sucesión ininterrumpida de múltiples texturas vocales, perfectamente ensambladas y un filón de manieristas estrategias instrumentales que las otorgaba un cariz realmente revitalizante.
Contraband
En ocasiones vale más el esfuerzo que el resultado. El cuarteto de Oiartzun Hira no se arrugó y supo jugar bien sus bazas, defendiendo una vía alternativa de heavy metal en que las virguerías instrumentales y vistosos pasajes sonoros que habitualmente cuentan con una línea melódica ascendente, nunca supeditan la lógica de unas canciones que sintetizan con habilidad las enseñanzas de influencias tan dispares como Judas Priest, Gotthard o Black Country Communion.
Y es que sus temas a fuerza de combinar cadencias metálicas con un brizna de Hard Rock Melódico & AOR van alejándose del vulgar ejercicio de estilo y la filigrana. Centraron su actuación en su cuarto trabajo “Delay”, deleitándonos con su innata capacidad imaginativa a través de geniales punteados de guitarra que desplegaban visos de relevante visión poliédrica y unas melodías muy trabajadas que pese a tener una estimulante preferencia por las estructuras minimistas del heavy metal, rehúyen constantemente de referencialidades excesivas, infiltrándose en la memoria del oyente para no abandonarle hasta que haya exhalado el último suspiro (“Errepidean”, “Ordua”, “Paradigna”, “Kolera”...). Una banda a descubrir y reivindicar, un buen argumento en contra de aquellos que aman lo foráneo por sistema y desprecian lo propio con la misma facilidad.
Hira
Voluptuoso, explosivo y enloquecedor. Si alguien me preguntará como definir el sonido de los donostiarras Rolling Dice, éstos serían buenos adjetivos para hacerlo. Se marcaron otro fantástico recital de rock and roll, en el más puro sentido de la palabra y es que el conjunto comandado por la sensual Karmen, quien le da un impulso irresistible, volvió a mostrarse incombustible, intocable y con la química en su seno por la nubes, sacando todo provecho a su accesibilidad inmediata con un sonido “Bigger Than Life” y una exquisita amalgama sonora teniendo como elemento vertebrador
la fuerza de una buena melodía, canciones como la pegadiza "Reckless Road", la sudorosa y trepidante versión de Slash's Snakepit “Been There Lately” , la vitalidad embriagadora de “Fuck To The Bone” y el explosivo feeling en “The Best Times”, sin caer en topicazos ni sonar a refrito de todas esas influencias del otro lado del atlántico que tan bien han sabido absorber. De seguir así , pronto darán el campanazo...
Rolling Dice
Resulta esperanzador y gratificante que haya en nuestro país bandas que pongan de manifiesto la necesidad de desterrar de nuestro vocabulario determinadas etiquetas de uso común o en su defecto sustituirlas por otras. Los alicantinos Ebony Code pulverizan cualquier idea de lo que es rock y de lo que es metal y aunque lo suyo no sea por completo original (Siempre se le puede encontrar antecedentes, como a todo), si es lo bastante abierto a interpretaciones como para augurar algún próximo subestilo surgido a su estela.
Salieron a la palestra , convencidos de su veracidad y pulsados por un concepto brillante de lo que debe ser un espectáculo, una serie de reacciones consecutivas en cascada, de tal forma que a partir de cada una de ellas se generé las restantes. El comienzo no pudo ser más trepidante dando cancha a temas de su última facturación “Chamanes”, “La Jaula” , “Legendario” ritmos con subidas y bajadas de intensidad y pasional interpretación. Se mantuvo el embrujo seductor con “Marc” acrecentado aún más si cabe ante la llegada de la espasmódica “Jaque Al Rey” y la no menos fugaz “Padastro”, su vocalista Antonio Meseguer, dándolo todo de sí, cruzando fronteras y transmitiendo toda su rabia con una intensidad al límite mismo de romper la voz. Ebony Code han sabido encontrar un punto intermedio entre rock y metal en ascendente línea evolutiva, lo que les puede hacer llegar a mucha gente, algo que no hace más que reafirmar su buen saber metálico y un vasto poso musical con el que saber guiar sus pasos a lo seguro. ¡Una proeza de ser diferentes!
Ebony Code
Si hay alguna banda en la actualidad dentro del heavy nacional que atesora potestad para sentar cátedra en un futuro cercano son, indiscutiblemente, los irrundarras Blast Wave, músicos que tocan como si les fuera la vida en ello, apañándoselas muy bien dentro de sus posibilidades y como debería ser una honesta formación de heavy metal, manifestando un sentimiento muy poderoso, capaz de recorrer el cuerpo del oyente y éste acabe alzando el puño al viento o muestre su entusiasmo por la banda mediante el signo de los cuernos.
No es por presumir de purista (Cosa que no lo soy) pero se echaba en falta bandas que salvaguardarse con dignidad la esencia de un estilo que sigue siendo vapuleado desde fuera, y lo peor, desde dentro, que siguiesen las pautas del género, a rajatabla, sin arriesgarse demasiado, del mismo modo que lo hacen los grandes, apabullante fuerza, virtuosismo y sin comprometerse con nada que no sean ellos mismos. Aunque evidentemente no creo que vayan a sorprender a nadie que no esté familiarizado con el añejo heavy metal, seguro que impactarán a las nuevas generaciones que se han iniciado en el mundillo con el metal de laboratorio, con tanta banda de power que corre por ahí. Músicos de gran nivel todos ellos que tienen en la figura de su vocalista Jon todo un diamante en bruto, quien se deja el alma en cada entonación, pudiendo cantar de forma limpia en las partes más melódicas para acto seguido pegarse unos agudos impresionantes en el estribillo.
Abrieron su recital con una solidez innegable, a cargo de un estallido sonoro que estuvo a punto de devorar las paredes de la sala, “Destruction”, esgrimida con una rotunda autoridad, base rítmica muy marcada por riffs rápidos y limpios, intercalando escalas magistralmente, con un centro de gravedad permanentemente fijado en la voz, dominante que siempre en primer plano y aportando esa dosis de calidad, la cual contribuye a obtener la tan deseada esencia propia que aún muchos grupos siguen sin hallarla, seguido de auténticos trallazos de puro heavy metal “Nothing Without Me”, “King Of The Road”, “Woman In Sin” reminiscencias impulsivas a sus añorados Iron Maiden, Manowar, Accept... en muchos de sus pasajes instrumentales, conjugándolas con otras piezas de un elevado grado de exuberancia y brillantez, gracias al uso de determinados matices melódicos muy remarcados, generando un sonido netamente propio e identificable (“Letters From Hell”, “Rise Of The Phoenix”) y un dignísimo final a cargo de un pequeño medley en homenaje a los reyes del metal, a los estadounidenses Manowar. ¡Con su ansia de perfección que publiquen tanto como les venga en gana!
Blast Wave
Los madrileños Barón Rojo se encontraron con una sala llena hasta la bandera, en la que una hora antes ya se había colgado en su taquilla el cartel de “Entradas Agotadas”. No era un hecho tan extraño teniendo en cuenta el impecable carrerón que hasta la fecha han llevado, un supremo legado de indiscutible honestidad y fidelidad y es que aquello que diferencia a las buenas formaciones de las grandes es la capacidad para crear un universo propio, no se trata ni siquiera de sonar distinto, más bien, en creer en uno mismo y establecerse en un espacio que nadie había ocupado antes de ti y nadie lo ocupará cuando no estés, sin renunciar nunca al deber de conmocionar al oyente y buscando en otros sonidos pequeños detalles que enriquezcan el resultado final. Los hermanos de Castro siguen formando un tándem indestructible, dibujando épicos crescendos emocionales que va más allá de las barreras del género merced a su capacidad de crear canciones con vocación atemporal dignas de elogios infinitos y una fidelidad encomiable al más puro mensaje del rock
Empezaron por lo seguro, un representativo recordatorio a algunas de sus canciones más emblemáticas “Incomunicación”, “Rockero Indomable” o “Las Flores Del Mal” junto a otras de menor calado pero igual de efectivas “Al Final Perderán”, “Fugitivo” , “El Presidente” y “El Baile De Los Malditos”, dejando bien claro a las primeras de cambio cual sería la tónica general de su show, temas de minutaje generoso, largos desarrollos instrumentales y una incontestable fuerza interpretativa, a modo de transportarnos a la época en que ellos vivieron, a un viaje de placer por el tiempo, hacia olvidados recuerdos de nuestra juventud.
Barón Rojo
Se desbordaron las previsiones con la llegada de un triplete ganador “Campo de Concentración”, “Te Espero En El Infierno” y “Breakthoven”, en base a un esquema rítmico ceremonioso y unos contrapuntos guitarreros intensos, desprendiendo un magnetismo que muy pocos pueden presumir en un escenario.
La velada cada vez iba tormándose más emotiva, tras una elocuente “Cueste Lo Que Cueste”, arranca otra demostración virtuosa de Armando y Carlos, como principales protagonistas, en la instrumental “Buenos Aires”, alternando las contestaciones en las que sus guitarras hacen una progresión y el bajo la repite en una octava más grave, con tapings en las que ambos se fusionan y en las que por supuesto piden la ovación del público, acercándonos a un tramo final de altas cumbres y momentos estelares, un entramado de singladuras sonoras, transitando libremente por los caminos del heavy rock más primitivo, el tornasolado “Hijos de Caín”, la imprescindible “Concierto Para Ellos”, con una elegancia muy por encima de lo habitual entre sus coetáneos, la vigorosa “Cuerdas De Acero” pese a que el sonido no alcanzase la nitidez que requería y un sensacional cierre por medio de un singular medley con “Los Rockeros Van Al Infierno”, “Desertores Del Rock”, “Diosa Razón” y “Casi Me Mato” que encandiló a sus seguidores más acérrimos y tres bises “El Rey Del Pinball”, “Resistiré” y “Siempre Estás Allí” se convirtieron en algo así como un “Para lo que me queda de convento, me cago dentro”, invitando a los presentes a participar de la fiesta rockera. Seguramente nunca más editarán un disco de referencia como “Larga Vida al Rock and Roll” o “Volumen Brutal”, pero en estos momentos no son muchos los que les ganen sobre un escenario. Lo que Barón Rojo ofrece es mucha actitud, sobrada entereza y eficacia más que demostrada.
¡Dos horas y media de amor incondicional y entrega absoluta!
1.- El pedal.
2.- Al final perderán.
3.- Incomunicación.
4.- Rockero indomable.
5.- Fugitivo.
6.- Las flores del mal.
7.- Larga vida al rock and roll.
8.- El presidente.
9.- El baile de los malditos.
10.- Campo de concentración.
11.- Te espero en el infierno.
12.- Breakthoven.
13.- Hermano del rock and roll.
14.- Cueste lo que cueste.
15.- Buenos Aires.
16.- Vampiros y banqueros.
17.- Hijos de Caín.
18.- Con Botas Sucias.
19.- Concierto para ellos.
20.- Cuerdas de acero.
21.- Los rockeros van al infierno, con Desertores del rock, Diosa Razón y Casi me mato.
22.- El Rey del pinball.
23.- Resistiré.
24.- Siempre estás allí.