No sé si serán los acompasados destellos de los focos. Ignoro si los abundantes humos ajenos, restos de tabaco y de perseguidas yerbas, con nombre de galleta, que se deshilachan por el aire tiene algo que ver.

Desconozco las señales por evidentes que puedan ser, pero no soy ajeno a sus efectos transformadores. Parezco flotar a la espera de  una atracción envolvente, veo caras expectantes y una manada de gatos negros que se han apoderado de camisetas y banderas. El caso es que todo se va cambiando al ritmo que las agujas del reloj,  mientras se acercan a su destino. Se aceleran los pulsos, se ajustan las gargantas. Mil veces repetido y otras tantas deseado, los minutos que preceden al comienzo de un concierto de Los Suaves son la antesala del placer.

Todo llega, porque sino la palabra principio y la palabra  fin no existirían. Puntuales como la mala suerte llenaron el escenario y desde allí  la sala Kharma, que es la sala referente en Jaén para ver un buen concierto, tanto por dimensiones, acústica y emplazamiento, mostrando un lleno en consecueencia con la banda y su trayectoria. Es innegable la simpatía que despiertan Los Suaves,  porque es irremediable que no sea así.

Muerta por necesidad la música ambiente y sin apenas tiempo para pestañear, invadió cada rincón los acordes de Preparados para el Rock and Roll. Más de una cerveza supo lo que es la caída libre y,  no me cabe duda, que hasta la última araña se agarró los machos en sus telas. Es un tema que rompe el hielo y vibra el ambiente con la velocidad de un rayo. Te zarandea del estado preparados,  y te deja  casi en pañales en el estado ¡YA! Le siguen sin pausa,  ni falta que le hace,  Cuando los Sueños se Van, Maldita Sea Mi Suerte y,  esa perla tan eléctrica como poética,  Palabras para Julia, que escribiera Jose Agustín Goytisolo y a la que el Yosi le pone y le quita voz para el deleite de muchos que empiezan ya a dejarse la garganta en cada estrofa. Buena parte del éxito de Los Suaves radica en que hacen canciones con los mismos mimbres que se hace la vida. De una manera u otra todos estamos hechos con lo mismo.

Siguiendo al mismo nivel de potencia a estas canciones llegaron otras como Si Pudiera, Una Ciudad Llamada Perdición, Siempre Igual o Sabes Phill Lynott Murió. Ese nivel de volumen, que no de consciencia, bajó con Pardao.

Una guitarra acústica suavizó esa canción donde  el corazón te da un pellizco en el alma y hace que las lágrimas quieran caer. Triste… triste… de eso se viste la vida. Triste es el RH de la sangre que despersonaliza al hombre, bueno es no olvidarlo y conveniente es gritarlo de cualquier manera y  la mejor es la forma de canción.  Pero como sitio y tiempo hay de todo, uno recupera el ánimo y todo se viene arriba  con No Puedo Dejar el Rock, Mi Casa, Dulce Castigo o, una de mis favoritas por ese comienzo con tan bueno,  San Francisco Exprés. Con ese carro de hierro nos íbamos acercando al final donde, como no puede ser de otra manera, sonó El Afilador junto con el himno gallego y el consabido ritual del abrazo de las banderas, en este caso gallega y andaluza. Una bonita foto que recomiendo vean todos aquellos que se divierten dibujando fronteras. Ya sabéis, buscad un tonto y dadle un lápiz…

Los dos últimos temas, con todo el sentido, fueron Ya Nos Vamos y La Noche Se Muere. Perfecta canción  para mostrar que Los Suaves cuentan con dos guitarras de primer nivel, Alberto y Fernando,  que construyeron un apoteosis eléctrico. Sin desmerecer en ningún caso al bajista con bigote más famoso del panorama,  también llamado Charly y a ese batería, con mucho atino, llamado Tino. Un hombre tranquilo en el trato pero imprescindible detrás. Y Yosi, que decir que no se haya dicho y que no se sepa. Que cantó lo que quiso, que ya estamos los demás para eso, que parte del encanto esta también ahí. Que me recuerda a un tal Dios, con ese pelo ensortijado y teñido de nácar por el tiempo, aunque él nunca podría ser Dios ¿o sí?.

 Solo espero que estos mil conciertos solo sean un aperitivo, que queden otros tantos como mínimo. Si como ellos dicen en la última canción, La Noche Se Muere, no sé si soy yo quien para contradecirles y decir que solo se muere si se olvida. Difícil olvidar cuando se tiene un corazón suave.