Para alguien que no suela escuchar rock ir a un concierto de rock le tiene que resultar pesado, para alguien que normalmente no escuche música clásica ir a un concierto del género le tiene que aburrir o simplemente hacérsele largo. Yo no suelo escuchar funk, de hecho, quizá no sea la persona idónea para escribir esta crónica. Sin embargo, tenía mucha curiosidad y ganas por acudir el pasado día 17 al evento del Festival Cultura Inquieta en Getafe. Y allí que fui, y lo que podría parecer obvio, se quedó a larga distancia de reafirmar mi “pasión por el funk”.
La actuación, o mejor dicho, el increíble espectáculo que nos brindó George Clinton & The Parliament Funkadelic no dejó indiferentes ni a sus ya consagrados fans, ni a los que acudieron porque les gusta el funk, ni a los que, como yo, les “sonaba” y fueron a conocerle.
Con la etiqueta merecida de “el Padrino del Funk”, George Clinton saltó al escenario con la cara y la energía de alguien al que no le echarías los 72 inviernos con los que ya cuenta. Junto a él, comparten escenario una veintena de músicos con personalidades distintas musicalmente hablando y todos con una trayectoria cuanto menos envidiable. Algunos sacados de la misma piscina en la que se remojó el mismo James Brown, otros, más jóvenes, como Kendra Foster, que nos dejó un buen sabor de boca con el tema que cantó sola casi al final del concierto. Un increíble descubrimiento, sin duda. Pero todos esos nombres forman parte de la gran historia con la que carga este conjunto de músicos y bandas.
Y no podemos hablar ni entender a George Clinton y The Parliament Funkadelic sin aclarar el origen de todo. Y ese hecho ocurrió allá por la década de los 70, cuando Funkadelic y su banda hermana Parliament consiguieron destacar en el panorama musical. Muy resumidamente, mencionar para el que no lo sepa, que el grupo que se convertiría en Funkadelic fue formado por el propio George como respaldo musical para su grupo The Parliaments mientras se encontraban de gira. Más tarde, como consecuencia de disputas con la compañía que tenía propiedad del nombre de Parliaments el grupo comenzó a tocar bajo el nombre de Funkadelic. George Clinton revivió a Parliament en 1974, y ambas bandas tuvieron al mismo personal estable pero tocando simultáneamente bajo los dos nombres, aunque el conjunto de gira por lo general era presentado con el nombre combinado de Parliament – Funkadelic, o como P-Funk (nombre combinado de Parliament y Funkadelic y término de George Clinton para su funk edulcorado o “Plush Funk”).
George Clinton y The Parliament Funkadelic
En algún momento de la historia fueron bandas independientes pero siempre fueron lo mismo. Entrelazadas y tan unidas en cuanto a su trayectoria y músicos que dejaron su huella bien grabada en ellas con álbumes tan exitosos e influyentes como America Eats Its Young del 1972, cargado de mensajes de libertad y política o One Nation Ander A Groove en el 1978, entre otros.
Si te empapas con su historia, entonces comprendes por qué fueron, son y seguirán siendo las bases del funk, por mucho que éste se renueve con cada corriente histórica que le azote, como cualquier otro género. Y esto no es todo. George Clinton supuso el reconocimiento de la música negra en los Estados Unidos de los setenta por parte de la gran audiencia. Aunque a él no le gusta calificarse como “el Padre del Funk” ya que es imposible hablar de su origen sin recordar a James Brown, Ray Charles e incluso a Jerry Lee Lewis, como el propio Clinton menciona. “Hay un montón de funkers que estaban antes que yo. Estoy orgulloso de ser parte de la escena del funk, y probablemente destaque dentro de ella, pero es gracias a Bootsy Collins, james Brown, Sly and The Family Stones, Jimmy Hendrix, y todos los que ya estaban cuando yo llegué”, añade en una entrevista hecha por Cultura Inquieta.
George Clinton y The Parliament Funkadelic
George Clinton y la P – Funk nos dieron un magnífico concierto lleno de sorpresas como la destacada aparición del ya conocido por los fans Sir Nose, personaje que han creado en los distintos álbumes y que, dentro de toda esta historia, vendría a ser algo así como el “anti – funk”, que lucha por acabar con este género en la humanidad, pero el Starchild, en el lado opuesto, usa su peculiar arma (llamada Bop Gun) para que Sir Nose encuentre su soul funky. Y entonces, él baila durante toda la noche. Destaco a Sir Nose porque creo que puede dar una idea del grado del espectáculo del que estamos hablando. Una gran actuación compuesta por piezas musicales que se van conectando unas con otras mediante la puesta en escena de grandes personajes, tanto musicales como teatrales. Muy rico, en resumen.
En definitiva, y ya voy cortando porque es imposible hablar de todo lo que rodea a Clinton y a los suyos, un repertorio hipnótico con improvisaciones de por medio, sin apenas pausas entre tema y tema, sin la ausencia de los míticos Atomic Dog o Give Up The Funk, en la cual me sorprendí cantando como la mayoría de los que allí estábamos, empujados por un más que animado George Clinton y el resto de grandes que le rodeaban. Un magnífico espectáculo de luces, puesta en escena, amplia variedad instrumental, corales, distintos vocalistas y un imparable e inquieto George Clinton nos acompañaron durante casi tres horas, las cuales no les impidieron volver a escena después de un sonoro OTRAA!! del público. Luces ON otra vez, alzamos las manos y a disfrutar, porque, hijos míos, esto es Funk y We Want The Funk. El objetivo que el Señor Clinton se propuso para el concierto queda más que cumplido: no hubo nadie que no menease su culo, al menos que yo pillara.