Como bien decía el novelista Francis Scott Fitzgerald "La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar". Tras 14 años de inactividad musical el grupo guipuzcoano Kashbad ha tenido el coraje y la firmeza necesaria para emprender el camino dejado, confiados en el poder atemporal que oculta la música, de persistir y resistir el paso del tiempo.
Y esa fuerza vital está siendo primordial en su intento de recuperar el tiempo perdido. Comandados por la curtida y experimentada Sorkun Rubio a las voces, el resto de la banda hizo y deshizo a su antojo en el gaztetxe de Arrasate, haciendo honor a su abierto campo de visión, alcanzándose clímax eléctricos capaces de despertar un muerto.
Público de diversas edades que aquella noche cayó rendido por su energía escénica y astuta seducción ejercida en la combinación armoniosa de sonidos y ritmos post rockeros, desde la contundente entrada de "Lehertuz", encadenándose con la intensidad hipnótica de las atmosféricas melodías de "Malabareak" y "Aita Urrea" (Ambas de su último disco Arrakala) que sentenciaron el rotundo tono del concierto; así como el paseo posterior por temas de sus anteriores álbumes, "Ez Dakit", "Bi", "Amalur", "Hotzean Berotu", "Oinutsik", "Makinak" que para los músicos fue como coser y cantar, recibidos en pleno éxtasis. Un obligado receso melódico "Egunsenti Izartsua", después de una soberbia "Zuen Eskaparateetan" que sirvió como primera despedida de la noche, permitió dejar el camino sembrado y sin apenas preámbulos retomar la línea de fuerza con "Nazkauta" y "Hegaz", varios puntos por encima en cuanto a potencia y concluir finalmente de un modo mucho más acelerado con "Ni Izateko", siendo el resultado de tal combinación de ingredientes uno de los directos mejor vitaminados y consistentes, absorbente y capaz de atraparte de manera obsesiva.