No les había conseguido "cazar" en sus anteriores visitas a España y tenía claro que de esta no se me escapaban. La reputación en directo de la banda australiana ha crecido tour a tour y la respuesta de público obtenida tras sus cinco conciertos debería corresponder a una formación de más éxito.
Llamaba la atención que su gira tuviera un doblete en la preciosa Sala Helldorado y visto que ambos conciertos rondaron el sold out está claro que la apuesta estaba más que justificada. Electric Mary es una banda rotunda, de directo sólido y enérgico que se alimenta de influencias clásicas (Zeppelin, The Cult....) pero tienen un sello personal en la enorme figura de su cantante Rusty Bucket, imprimiendo un ritmo vocal que sujeta ritmos salvajes que por momentos parecen desbocarse en una catarsis de vatios y sudor.
El grito de Rock And Roll de la inicial Let Me Out ponía las cartas sobre la mesa y en los primeros compases ya teníamos la pala del bajo del hiperactivo Alex Raunjak (que hace apenas unas semanas estaba por aquí de gira como guitarra de Dirt River Radio) sobrevolando nuestras cabezas de manera peligrosa, mientras su batería (increíble fichaje el del inmenso Davey Porter) aporreaba parches y platos con tal furia que llegó en un momento del show a doblar uno de los pies de su kit.
Celebran su décimo aniversario con el lanzamiento de un EP (The Last Great Hope) que es el adelanto de su próximo disco y lo que nos mostraron no pinta nada mal, desde el aire rockandrolero de Sweet Mary C, con muy buen trabajo de la voz, al ritmo denso de Nicotine, siendo Already Gone, con un cierto aire stoner/Black Sabbath el único lunar del repertorio ya que aunque muy intensa su ritmo lento y pesado hizo que el show frenara en demasía.
Electric Mary
Porque la gente lo que quería era escuchar las canciones de ese pepinazo llamado Down To The Bone que ya hace cinco años les puso de una patada en primera línea musical y los de Bucket nos dieron gusto haciendo sonar entre otras One In A Million (justo después de la inicial Let Me Out), Luv Me, la increíble energía de Gasoline And Guns (uno de los momentos claves del show) o One Foot In The Grave, y todo sin conseguir que Rusty se despojara de su abrigo a pesar de estar ya entonces todos sudando como pollos.
Irwin Thomas está de vuelta en la banda, con su falda de cuero y sus botas altas, encargándose de la guitarra y se notó en el feeling y la compenetración con Pete Robinson, ambos compitiendo en protagonismo y repartiéndose riffs.
Tras algo más de una hora abandonaron el escenario para volver con la traca final, la nueva Sweet Mary C , RIght Down To The Bone (creo que fue aquí donde la banda improvisó en su parte central con unas estrofas del JukeBox Hero de Foreigner) y la final MBF ya con toda la sala dando palmas y cantando.
Un concierto enérgico y sudoroso de los que te quitan todos los males del cuerpo y regresas a casa ronco y feliz. El rock australiano está demostrando sobradamente ser a día de hoy el máximo exponente del sonido más clásico y cada vez salen más bandas de calidad. Una suerte que promotores y salas se estén arriesgando a traerlas por aquí porque nos están dando noches gloriosas.