Fito y Carlos Raya son los protagonistas y los únicos que interactúan con los presentes e incluso el cantante agarra en varias ocasiones el micro para avanzar al borde del escenario a provocar a la audiencia. Entre La Espalda y La Pared y sobre todo Garabatos son las canciones nuevas que mejor suenan, mientras que muchas de las nuevas composiciones dejan el ambiente algo más frío. Estas nuevas canciones compusieron la parte central del show y para los no fanáticos supuso algún que otro momento más tedioso, que solo se rompía en momentos determinados como con la versión de “Quiero Beber Hasta Perder El Control”, que creo que nunca ha salido de su repertorio, Nada de Nada, y sobre todo un momento sorpresa de la noche con Fito, guitarra acústica en mano, para tocar Alucinante, momento en el que confieso se me puso el vello de punta y que abre la esperanza de que puedan sonar más temas de los Platero en el futuro.
Eso si, la parte final del show fue un baño de multitudes y comunión con el público, no solo con Soldadito Marinero que hizo que los más de 8000 presentes cantaran sin cesar el estribillo incluso después de que la banda acabara la interpretación, Tarde o Temprano o Antes de que Cuente 10 con la que enfiló por primera vez el camino al camerino.
Los bises empezaron con Después del Naufragio (quizás demasiado lenta para ese momento del concierto) y Acabo de Llegar y para la segunda tanda de bises un apoteósico La Casa Por El Tejado y un fin de show sorprendente con la versión de Javier Krahe de Nos Ocupamos del Mar.
Un buen concierto apto para todos los públicos por un artista que a mi entender se ha dejado el factor sorpresa en casa y apuesta sobre seguro. Bien es cierto que el nivel de exigencia al que está sometido por parte de su público es mínimo y se rinde a priori, pero un poquito más de punch no hubiera estado mal. Eso sí, mientras continúe por ese camino sin duda repetirá lleno tras lleno. |