Después de haber girado por nuestro país formando parte de proyectos como Big Noize, HTP o Over The Rainbow en esta ocasión el gran Joe Lynn Turner elegía su propio nombre para un tour de cuatro fechas que ha dejado dos conclusiones claras. Una es que Turner tiene suficiente entidad por sí mismo como para atraer a la audiencia, y por ello todas las fechas de su gira han conseguido bastante público y salas con muy buen aspecto. Y la segunda que a sus 63 años, nadie lo diría viendo su fenomenal aspecto físico, es que su voz no solo conserva un gran nivel sino que a mi entender, y esta era la sexta ocasión en que le tenía en frente, está pasando uno de sus mejores momentos en las últimas décadas.
El temor a que se presentara con una banda contratada para la gira, los suecos componentes de Dynazty: Love Magnusson (sobresaliente) a la guitarra y el activo Jonathan Olsson al bajo. Además de los “ Morning Dwell” Samuel Olsson a las teclas (que hizo un gran papel) y Karl Henriksson a la batería, no supuso ningún inconveniente, es más, otras veces se ha hecho acompañar por músicos de más renombre y menor resultado. Todos ellos estuvieron enormes y tanto la base rítmica (Henriksson pareció tocar sin esfuerzo incluso los temas más exigentes) como Magnusson, calzándose los zapatos de músicos tan grandes como Yngwie Malmsteem o Richie Blackmore, fueron acompañantes perfectos en un repertorio que no arriesgó lo más mínimo y que tiró de los clásicos más evidentes de las bandas por las que el cantante ha militado sin importarle si fueron grabados o no originalmente por él.
La Jimmy Jazz, con su parte de abajo a punto del lleno y sin teloneros, le vio salir, vestido de negro inmaculado y con gafas de sol, atacando con el tema de Rainbow, Death Alley Driver, sonido estupendo, buenas luces y Turner pasa del notable con una composición que se adapta perfectamente a su tono. La banda suena muy fiel al original aunque añade pequeños matices propios y sin pausa se marca el lujo de interpretar I Surrender (el impresionante tema que compuso Russ Ballard para la banda del arco iris) como segunda canción. No llegamos a diez minutos de concierto y ya nos ha ganado a todos ¿Cómo no hacerlo con semejante inicio?. Perfect Strangers es su primer paso por los Deep Purpple de Ian Gillan, antes de una de las primeras sorpresas de la noche, el recuerdo de su álbum con Yngwie Malmsteen (Odyssey) con un Rising Force en la que Karl Henriksson reproduce fielmente la velocidad del guitarra sueco.
Joe Lynn Turner
Su única concesión a los medios tiempos es Stone Cold (de nuevo de Rainbow) y eso me parece un error ya que si por algo se caracteriza Turner es por la calidez de su voz, que tan bien encaja en matices con este tipo de canciones y el recuerdo emocionado a su amigo caído Ronnie James Dio en Man On The Silver Mountain nos pone a todos el vello de punta.
Joe Lynn está de muy buen humor y se le ve feliz, interactúa con su banda y les cede el espacio central del escenario en los respectivos solos para el lucimiento personal de cada uno de sus integrantes. Además nos cuenta anécdotas de la composición o grabación de las canciones e incluso bromea diciendo que ha hablado con Blackmore sobre reunir a la banda del arco iris y le ha dicho que ok. Blood Red Sky es lamentablemente la única pieza que suena de su carrera en solitario, llena de discos de buen nivel pero siempre con alguna canción muy destacada y a mí, que me confieso admirador de su disco “Second Hand Life” me suena de maravilla. Hubiera preferido muchos más temas de su más reciente etapa y que, por ejemplo, hubiera obviado cantar una Highway Star que a pesar de ser un tótem del género no llegó a cuadrar (sobre todo en la parte más aguda) como debería. Otro de los temas de Yngwie, Deja Vu, nos encara hacia un triunvirato de Rainbow con Miss Mistreated, Spotlight Kid (otro de los momentos mágicos del show) y Long Live Rock And Roll, con un trozo de Black Night incluido, que prácticamente canta la sala sobre el sonido de la PA. Poco más de una hora de show y Joe Lynn hace el ademán de retirarse para volver con dos canciones de los Purple: Burn, donde el bajista Jonathan Olsson le da la “replica a lo Hughes” en los coros y un final Smoke On The Water que nos deja, solos incluidos, con hora y veinte de show, algo raquítico en duración, una sonrisa de oreja a oreja y en lo personal el fastidio de ver que la gente no tenía ganas de nuevas composiciones sino que empieza a “echar en falta” aún más versiones (quien no ha suspirado por Street Of Dreams lo hizo, por ejemplo, por Can´t Happen Here).
Eso sí, queda claro que entre las “viejas glorias” son pocas las que aguantan el tirón (como ejemplo tenemos el mal estado de Bonnet en su último paso por España o el estado actual de Coverdales) y que Turner (como por ejemplo Hughes) están hechos de otra pasta, las de las grandes estrellas del hard rock, cantantes míticos a los que aún podemos disfrutar en un gran momento.
Estupendo el acierto y el trabajo de Robert Mills para traerle a España. Me muero de ganas por volver a tenerle delante en solo unas semanas en el Frontiers italiano.