Al amparo de las buenas sensaciones que dejaron en su tour del año pasado y a pesar de la baja conocida de su guitarrista estrella, Ryan Roxie, Casablanca regresaban a nuestro país con una gira de bastantes shows y para la que a pesar de la expectación creada no todas las fechas han funcionado, a nivel de audiencia, como hubiera sido deseado. Probablemente la altísima concentración de conciertos en salas que hay programados estos meses, previos a la época festivalera, haya tenido culpa porque lo que está claro es que a pesar de la falta de Roxie la banda tiene discografía y méritos suficientes para mejores taquillas.
En mi caso asistí, por primera vez, a la Nave Bunker de Salamanca. Un proyecto de Sala que todavía tiene bastante camino por delante pero que lleva funcionando un tiempo y dando a la ciudad del Tormes la oportunidad de contar con un recinto donde programar música rock fuera de la zona centro y que, por tanto, no suponga problemas de ruidos con vecinos.
Como en todos los conciertos de esta gira abrieron Grim Comet, un joven trío madrileño organizado en torno a la figura de su guitarra y vocalista Willy Black, y que en su corta existencia, se formaron en Enero de 2014, han grabado ya un álbum, Pray For The Victims, que navega entre el stoner/doom y un heavy pesado con ramalazos trash de estilo más clásico. A pesar de que la afluencia de público en esos momentos era escasa salieron con ganas y desarrollaron un set intenso en el que se echó en falta algo más de claridad en el apartado vocal y una imagen más cuidada. Les falta aún cohesión y acabar de redondear los temas, pero si tiran por los sonidos más desérticos pueden hacerse con un hueco aprovechando la oleada de bandas nórdicas que están llegando al abrigo del stoner.
Con respecto a su visita del año anterior Casablanca cuenta con dos guitarristas nuevos ya que al mencionado Ryan Roxie (que no ha descartado colaborar con los suecos cuando sus compromisos se lo permitan) se une la de Erik Stenemo, ambos sustituidos por Erik Almstrom y el ex Babylon Boms Jon Sundberg. Los dos cumplieron perfectamente su papel en lo musical e intercambiaron solos y protagonismo, manteniendo el sonido hard rockero y sonando realmente compactos, aunque también es cierto que a ambos les faltó carácter para echarse el show a sus espaldas. Eso se lo dejaron a los dos protagonistas de la velada.
Por un lado el carismático vocalista Anders Ljung, extravagante, comunicador y divertido, apareció sobre las tablas con el rostro cubierto de pintura de color oro, un pañuelo cubriendo su cabeza y multitud de cadenas y aros atravesando su cara, una imagen entre faraónica y fantasmagórica en un efecto visual sencillo pero que daba juego. Pero todas las miradas y la admiración en lo musical no fue para el ex futbolista Mats Rubarth (que se encargó del bajo) sino para la pegada brutal de su batería Josephine Forsman que además de tocar de manera potente, metódica y con mucho groove era un auténtico torbellino de poses y gestos.
Casablanca
Repartieron su set list a partes iguales entre sus dos trabajos editados sobreponiéndose al ambiente algo frío del comienzo, a la gente le costó entrar en calor hasta el tramo final del show, y a un inesperado corte de electricidad tras la tercera canción que les envió de nuevo a camerinos durante casi media hora.
A pesar de eso arrancaron con cuatro de sus mejores gemas, abriendo con el ritmo marcial de The Giant Dreamless Sleep, donde el sonido algo embarullado no nos dejó disfrutar del tono roto de la garganta de Anders, y enlazaron con la mas hard rockera Riding a Black Swan y la estupenda Barriers con ese tono de rock nórdico, todas de su segundo trabajo, Tras la pausa obligada intentaron recuperar fuelle pero el medio tiempo de Apocalyptic Youth, con Ljung ya desprovisto de su pañuelo y meter un tema nuevo, Closer, que formará parte de su tercer disco a editar en octubre no fueron la mejor manera. Hail The Liberation enganchó con su ritmo sleazy aunque sus nuevos guitarras la oscurecieron en demasía pero otro tema nuevo, My Shadow Out Of Time, hizo que el bolo se deshinchara y fuera a remolque hasta la parte final con It´s Alright y sobretodo Deliberately Wasted, otro cañonazo que a mí me recuerda a Hellacopters.
Los bises empezaron con Anders Ljung solo en el escenario tocando con torpeza absoluta Downtown (la banda se incorporaría al final), se lo podía haber ahorrado, y eso si dos temas de su debút que, ahora sí, pusieron a toda la sala a dar botes, Rich Girl, probablemente uno de sus mejores estribillos y la final Love And Desperation con su ritmo tan 80s.
Casablanca son una buena banda con muy buenas composiciones a la que la pérdida de Ryan Roxie parece les va a lastrar demasiado, al menos en cuanto a capacidad de convocatoria. No son buenos tiempos para las bandas nuevas de hard rock, tendrán que consolidar la formación y dar una imagen más cohesionada para lograr su objetivo. Tienen canciones, un vocalista con imagen y una batería capaz de aglutinar las miradas (y el sonido), les falta un poco de suerte.