Muchas veces estás contento de poder haber ido a un concierto pero son menos las que además estás orgulloso de haber estado allí. Y es que la sensación general de los 600 afortunados que presenciamos el pantagruélico concierto que Mike Farris ofreció como broche de oro a la edición 2015 del Maz Basauri , es la de haber formado parte de una fecha que será histórica.
La velada llevaba además premio extra con la actuación, para abrir boca, de Julián Maeso, quien acompañado de su banda y de dos coristas, que dieron lustre a sus composiciones, desgranó su repertorio de soul cargado de hammond , que sonó más blanco que negro, más británico que americano y más denso que bailable. Era mi segunda experiencia con el músico toledano y reconozco que me deshincho en sus conciertos.
Quizás sea su sonido grueso o su gusto por las improvisaciones musicales, pero confieso que mi atención va decayendo durante el transcurrir del set list y acabo mirando el reloj (más en esta ocasión que los nervios por ver a Farris iban en aumento) más de la cuenta. Pasó del teclado a la guitarra igual que del folk al soul o el blues, y dejó resquicios por donde se colaran sus compañeros mientras sonaban las canciones de One Way Ticket To Saturn (I Must Be Dreaming, It´s Been A Hard Day), su última obra, y una versión de la adaptación de Leon Russel del Wild Horses, notable, y un A Change Is Gonna Come, que personalmente me sonó desacertada. Su propuesta musical no es sencilla ni en concepto ni en desarrollo y además es arriesgada por estos lares. La calidad no se le cuestiona pero necesito “meterme” con ello más de lleno. |
Los organizadores del MAZ Basauri arriesgaron y la apuesta salió perfecta. Se la jugaron a traer a un músico de la categoría del cantante de Nashville, que aunque recientemente se haya llevado un premio Grammy como disco de “raíces” aquí desgraciadamente no goza del relumbrón suficiente, y pusieron a su servicio una “All Star Band” nacional que preparó un repertorio de clásicos del soul y el rock. Una semana de ensayos y la pericia de todos dio como resultado un concierto exclusivo e irrepetible. Increíble sonó la base rítmica con Nacho Beltrán y un Jokin Salaverría estratosférico al bajo, la guitarra de Álvaro Segovia fue negra y discreta y un terceto de metales y dos coristas dieron el plus de calidad.
La organización nos mimó con un aforo adecuado (además de visibilidad, luces y sonido de lujo) que permitía moverse y disfrutar sin agobios. Farris salió a escena, para comenzar un set list que llegó a las dos horas, bajo los acordes de Hold On I´m Coming ya pleno de ritmo y garra y que no bajó de intensidad en ningún momento. Estuvo increíble en la voz, a la altura de sus tiempos con los añorados Screamin Cheetah Wheelies , sin fallar una nota en toda la velada, subiendo tonos y realizando inflexiones vocales sin aparentar esfuerzo, y aguantó toda la noche vestido con su sombrero vaquero y una casaca negra, a pesar del calor reinante. El repertorio fue impresionante, sonaba Stevie Wonder al ritmo de Signed Sealed Delivered y le seguía el Bitch de los Stones enlazado con una versión acelerada de The Weight. Los acordes de Paul Mc Cartney (Maybe I´m Amazed) nos dejaban encaminados para un sector del repertorio más soul y cercano a su etapa actual en solitario (Billy Preston, Ray Charles, el añorado Joe Cocker...) que nos apretaba el pecho a todos y que hizo desbordar la emoción cuando, en solitario con su guitarra, y empujado por las peticiones de los presentes, acudió a su cancionero con los Cheetah y nos puso el vello de punta al ritmo de Gyspy Lullaby y Ride The Ride.
El tramo final de concierto fue de infarto. Into The Mystic de Van Morrison, la version más Ike & Tina de Proud Mary, el Jumpin Jack Flash ennegrecido hasta el infinito para acabar metiéndose en la piel de Otis Redding y entonar un Try A Little Terderness que le llevó a los camerinos.
El concierto pasaba los 100 minutos pero nadie se movía de la sala y la recompensa llegó de la mano de With A Little Help From My Friends con cuatro coristas sobre las tablas y el fin de fiesta con la presencia de Asier Porco Bravo a la guitarra entonando el It´s A Long Way To The Top de AC/DC.
Un concierto para recordar durante años y para decir con orgullo un “yo estuve allí. ¿Qué nos deparará la edición 2016 del MAZ?, yo ya estoy impaciente por saberlo. |