Acostumbrado, como está uno, a patearse las salas de este país de concierto en concierto confieso que suelo prever, y acertar, la cantidad de público que me encontraré en cada ocasión en virtud de la relevancia mediática y el estilo de la banda que actúa. Pero con Ryan Bingham me equivoqué de plano. Y no es que su discografía, con piezas del calibre de su reciente Fear And Saturday Night o el más pretérito Mezcalito, amén de sus logros en los Globos de Oro, Grammy e incluso Oscars no merezcan el mayor de los reconocimientos, sino que para ser un artista que se acerca por primera vez a nuestro país enarbolando la bandera de un nuevo….folk / americana / countryrock / roots music…en cualquier caso un estilo tan alejado de lo que se escucha por estos lares, jamás pensé, no solo que estuviera a punto de reventar una sala de amplia capacidad como la madrileña But, sino que los presentes salieran cargados con el merchan y proclamando a los cuatro vientos que acababan de ver sin dudar el concierto del año.
Porque Ryan triunfó en Madrid claramente, extasiando a los presentes con más de dos horas de show perfectamente estructurado en una sala que sonó de lujo (pelín alto pero admisible), en la que el protagonista se arropó con unos músicos sobresalientes. Por un lado los tristemente desaparecidos Rose Hill Drive (Nate Barnes como batería, Jimmy Stofer al bajo y Daniel Spoul guitarra) y al violín Richard Bowden, llamado a ser coprotagonista principal de la velada con su sonido, hiperactividad y respaldo musical en las canciones.
El show arrancó con Dollar a Day, de su disco debut, para enlazar con Top Shelf Drug (de su última obra) y Tell My Mother (Roadhouse Sun)…y ya no hizo falta que añadiera más argumentos. Los temas sonaban más rápidos que en las versiones enlatadas y además aprovechaba el final de los mismos para crear desarrollos instrumentales “high tempo” que les hiciera aún más adictivos. No hablamos de un revisionista country folk ni de un fiel tributo a la música de raíces americanas. Bingham demuestra que es original y propio. Que ha absorbido las sonoridades fronterizas del sur pero también las artes de maestros capaces de llevar de la mano a audiencias masivas (los Mellencamp, Petty, Springsteen..) sabiendo llamar la atención sobre el escenario y lo más importante, cantando de manera increíble, con una gran voz, nasal y algo ronca, pero rica en matices.
Además maneja los tempos con soltura, aproximando el country casi al ritmo más rocker cuando era menester (Top Shel Drug, Island In The Sky) y bajando la velocidad, que no las pulsaciones, cuando prescindió de la base rítmica e interpretó un set semi acústico donde sonaron The Poet, una espectacular Hallelujah y Nobody Knows My Trouble. |
Ya para entonces Ryan no podía disimular su sorpresa y nos aclaraba que no sabía porque había tardado tanto en venir de gira a nuestro país (quizás no hay muchos promotores con el arresto de The Mad Note) pero que no tardaría en regresar. Visto el alboroto que ocasionaban sus interpretaciones no nos cabe duda de ello.
Adventures Of You And Me supone la vuelta de la electricidad, el slide guitar, el Tex Mex y los tempos acelerados que ponen a bailar al público y Diamond Is Too Rough es una nueva exhibición de Bowden con el violín, le sigue Broken Heart Tatoo (su nuevo single) y cuando suena South Side Of Heaven (nuevamente más rápida que la versión en cd), deseada y recibida con admiración y entusiasmo por la sala repleta, todos llegamos al éxtasis, y aunque la banda se encamina al camerino nadie está dispuesto a marcharse.
Atruena la But hasta que Ryan vuelve a las tablas, en solitario y visiblemente emocionado por la acogida, mientras las primeras filas le cantan el Cielito Lindo….!!!!. El protagonista sonríe y nos cuenta que lo primero que aprendió a tocar a la guitarra fue una malagueña que nos interpreta, para a continuación, y fuera del set list, hacer Borracho Station y una conmovedora The Wary Kind. Ya con todos los protagonistas en el escenario interpretan Sunshine y Bread and Water para acabar de rematar el concierto. |
Por cierto abrió el show Elijah Ford, retoño del otrora guitarrista de Black Crowes Mark Ford (productor de los dos primeros discos de Ryan), con 25 minutos de voluntarioso rock/folk interpretado en solitario con su guitarra eléctrica (rosa) y que entretuvo en principio y tornó en sopor a partir del tercer tema. Ni toca como el padre ni posee voz suficiente para presentarse “tan desnudo” sobre las tablas. Es curioso que después del terremoto con el que nos sacudió Bingham a continuación, si no fuera por las fotos, ni siquiera recordaría que Elijah estuvo allí. |