Los que tenemos empleos con horarios un poco rarunos estamos acostumbrados a llegar tarde a algún concierto, perdiéndonos buena parte del tiempo los teloneros. Teniendo cita en la sala But, barrio de Malasaña, pleno centro de Madrid, sabía de sobra que me iba a perder buena parte de la función de Los Caligaris. A los pocos segundos de estar viéndoles me di cuenta de la putada que había sido no haber podido estar allí desde el principio. Con un foso casi a reventar los argentinos resultaron ser un torrente de circo, ska y sentido del humor.
Esta troupe recién llegada desde su Córdoba capital, con dieciocho años de carrera y siete discos de estudio a sus espaldas, se entrenaba en este lado del charco de la mano de los chicos de La Pegatina en una mini gira por la península. Cuando nos situamos habían invitado a Adrià, el cantante de sus mentores catalanes, a compartir un trocito del concurrido escenario. Para ese momento ya se habían ganado las caderas del público entre vientos, crestas, pinturas de cara y narices de payaso.
Ya casi a cierre, el espectáculo estuvo presidido por una cama elástica en la que, entre ritmos futbolísticos y tonadillas de la familia más famosa de Springfield, se fueron presentando los componentes entre cabriolas y mortales. Espero tener la oportunidad de volver a verles en directo porque su “Circología” merece la pena.
Los Cagliaris
Hace menos de medio año La Pegatina había estado en tierras madrileñas presentando “Revulsiu”, en Joy Eslava, y aun así el jueves pasado consiguieron colgar el cartel de completo. No me extraña, si mañana volvieran a tocar, volvería a repetir. Tienen medio mundo a los pies de su “rumba skatalana” pero siguen siendo unos tíos encantadores, en vídeo y en directo, ¿o no es cierto que sus vídeos, con sus escorzos y situaciones imposibles, son tan adorables como ellos?
Así pasó, no habían puesto un pie en el escenario y la gente ya gritaba ansiosa: los conciertos de La Pegatina son una fiesta de inicio a fin, incluso sin ellos en lo alto. Se hicieron un poco de rogar pero mereció la pena. Muchísimo.
Son increíbles. Desde el primer acorde la sala bailó en un único latir y desataron la locura colectiva. Entre confeti y alegría salieron a comerse el mundo comenzando por Madrid al ritmo de su “Muérdeme”. La juerga acababa de comenzar entre “Lerelei” y “Ni chicha ni limoná”
Los catalanes se lo pasan como niños y saben transmitir esa felicidad a todo aquél que los escucha. El calor en una sala llena hasta la bandera emanaba como un volcán hasta la segunda planta donde tuvimos que subir para que la cámara no muriera aplastada.
Con su “Lléname de veneno” nos hicieron botar y es que estos chicos lo mismo se las cantan en francés con en “La voisine” que en catalán con “Revulsiu” o “Malifeta” sin que a nadie le importe le importe un pimiento: habíamos ido a bailar y eso hicimos. Entre “marcha, marcha”, acordeones y faldas escocesas salimos por “Bananeres”. Sin tregua ni respiración fueron cayendo los temas, con invitados de lujo como Xabi Solano de Esne Beltza , trikitixa en mano. También Rayden que asomó la patita para disfrute del personal y reciordaron salas más pequeñas de Madrid junto a Tico Ti. Un grandísmo Niño de la Hipoteca se quedó con todos nosotros desde abrió la boca.
La Pegatina
Batiendo palmas nos dijeron, me gustas, en “¿Cómo explicarte?” y convirtieron furia en lujuria al son de “Celestina”, se apretaron unos chupito comiendo “Lacón con grelos”, nos secamos el sudor con “La toalla”, rumbeamos juntos en “Olivia”, lamimos sus “heridas de guerra” bajo una batería con luces de colores y nos dijeron lo “que bonito es el amor” que brilla con la luna nueva escondidos tras el teclado.
“El curandero” fue más que necesario para el utilero-camarero-bailarín y octavo pasajero de la pegatina por piñazo que se pegó el, en una primera fila que lo le cogió, lo sentimos, pero si Adrià llevaba más de un año intentando lanzarte al público es por algo.
La rumbita no dejó de sonar, versiones del pop y temas ya clásicos como “Que te vaya bien “o el cantadísimo “Una mirada”. Fueron al descanso entre euforia y al grito de “no estamos solos, falta Mari Carmen” saltaron de nuevo al escenario entonando “Lloverá y yo veré” acompañados de los Caligaris, que les ayudaron también con su canción más famosa. irmaron un cierre muy emotivo al ritmo de batukada perdiéndose entre el público bajándose a tocar entre la gente.
Un concierto espectacular para un grupo espectacular. Si tenéis la posibilidad de ver esta mini gira de La Pegatina y Los Caligaris, no os quedéis en casa, es un espectáculo que merece mucho la pena.