Es imposible no adorar a Dan Baird. Su entrega, pasión, calidad y entusiasmo son de sobra conocidos entre los amantes del Rock. A estas alturas a nadie sorprende que un domingo ante una audiencia no tan numerosa brindara dos horas y cuarto de concierto a pleno rendimiento. Apenas un centenar de personas se congregaron en el Escenario Santander para una nueva cita con el americano pero eso no fue obstáculo para que Baird y sus Homemade Sin estuvieran dispuestos a divertirse y a hacer disfrutar. Puntual y adornado con la llamativa chistera gris que se ha vuelto parte fundamental de su look en los últimos años, Dan Baird comenzó un recital de rock n’roll en su máxima expresión. A su lado, Warner Hodges, inconmensurable como siempre.
Estos dos músicos conforman juntos una unidad escénica en sí mismos gracias a lo bien que se intuyen después de compartir tantas experiencias y tantos bolos. Lo mismo puede decirse de Mauro Magellan, un auténtico metrónomo humano, que derrochó tanta fuerza aporreando la batería que tuvo que recolocarla constantemente. Micke Nilsson, por su parte, se ha adaptado perfectamente al trío y ha encontrado su espacio dentro de la banda. Lejos está aquel primer concierto de Madrid hace quince meses, el único en el que he visto a Baird actuando con setlist, donde el bajista tuvo que apuntarse los acordes de las canciones en una hoja y salvar la papeleta como pudo. Ahora es uno más, complementándose con Magellan a la perfección para ofrecer una base rítmica rica y llena de matices. |
Comenzaron el concierto presentando temas de su nuevo disco, apostando una vez más por sus trabajos recientes y huyendo del tópico de los viejos rockeros que viven del pasado. Con “Get Loud”, un rock n’roll marca de la casa que da título al nuevo álbum abrieron el repertorio. Baird estaba de un excelente humor y se mostró muy hablador. Advirtió al respetable que esa noche no había reglas y que iban a tocar algún tema inédito en directo, como “Fairground People”, una canción sobre los sintecho de Nashville, que sonó aún un poco descoordinada.
Daba igual. El público estaba entregado tras las primeras notas y la banda disfrutaba visiblemente mientras caían temas como “Little Darlin”, que sonó arrolladora gracias al sensacional juego de guitarras, o la maravillosa versión extendida de “Two For Tuesday” entremezclada con el clásico “Proud Mary”. No podían faltar en el repertorio canciones como “I Love You Period”, coreada por los presentes como si de un himno se tratase, “Don’t Pass Me By” o “Keep Your Hands To Yourself”, que sirvió para poner el broche de oro a la velada.
Una vez más, Dan Baird dio una lección de cómo hacer Rock n’Roll de verdad, sin artificios ni maquillaje. No necesita nada más que una guitarra, su banda y su actitud honesta para convertir una noche de domingo en algo totalmente memorable. En su mundo no hay espacio para la dejadez, la apatía ni el aburrimiento, siendo capaz como nadie de transmitir con una sinceridad abrumadora una pasión por la música vital e innata que deja al público con una sonrisa en la boca y el convencimiento absoluto de que de Baird sólo puede vivir si respira cada noche encima de un escenario. |