Hay poca gente que se lo curre tanto con las bandas nacionales como el bueno de Garrido y todo el trabajo que lleva a sus espaldas, incluido el programa de Radio Enlace que da nombre a este festival que va ya por su novena edición, esta vez en la sala Penélope. Con un tráfico brutal y ese maldito gen madrileño que hace que los autóctonos de la capital olviden conducir en los días de lluvia, llegamos a un Garrido Rock ya empezado. No pudimos llegar a ver a los murcianos Discordia a pesar de que tenía ganas de verlos.
Conseguimos entrar con unos Debruces en el escenario justo en las primeras notas de “Castillos de arena” que vino seguida de “Somos uno”. Los de Hortaleza siguen demostrando en el escenario esa simpatía y buen hacer que les caracteriza. Reconozco que “Niños” es de esas canciones cuya letra te pone los pelos de punta, dedicada a la infancia perdida de los niños soldado. Me encanta.
Como actualmente están presentando su último álbum “Bala Vencida”, aprovecharon para dedicar “Arañazos” a sus respectivas parejas que les han seguido apoyando incluso en este tiempo sin tocar. Cerraron con “Mala yerba”, como no podía ser de otra manera, contando con la ayuda de su road manager, Blito, y de su colega Iván, para acabar saltando descamisados encima del escenario.
Debruces
Envidia Kotxina es un grupo al que he visto las suficientes veces como para saber que no me van a decepcionar. A pesar de los problemas técnicos que siempre suceden (roturas de cuerdas, cambios de guitarra), supieron llevarse al público por delante desde las primeras canciones. “A ras de suelo”, canción que inicia el álbum Kontratiempos, con el que la banda madrileña celebró el año pasado su vigésimo aniversario, logró desengrasar las caderas de los asistentes y al ritmo punk-ska de “Mala patada” comenzamos a bailar.
Sentimos el desamor en “¿Por ké?” y odiamos juntos a las fuerzas de seguridad en “Un madero, mil lapiceros”. Óscar de Debruces salió a echar una mano en “Alimañas” acabando de cabeza contra el público y con la batería escogorciada. Con “Polka miseria” y ya nadie pudo dejar de bailar, incluido Ziku, que cedió su guitarra a Bruno Peinado de King Putreak. Sólo escuchar la intro de “Historias en blanco y negro” nos puso en alto el corazón entre los versos de la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernandez.
El público “Deskiziao” entre pogos y sudores pasó por “El país de Alicia” para ayudar con unas letras que a veces se olvidaban en “Malos pensamientos”. Las canciones fueron cayendo ante el descontrol de un “Ke asko me apestas” en versión corta. En “Akaba ya“ contaron con la colaboración a los coros del anterior batería de la banda para dejar a Ángel tirado por los suelos en un concierto que no pudo contar con un bien merecido bis. Magnifico directo el de los madrileños que se van dejando la piel en el escenario, como nos dejó claro un ahora rubísimo Hugo, que acabó con las manos ensangrentadas.
Envidia Kotxina
La apuesta de Def Con Dos en la gira “Con dos tenores” es cuanto menos, arriesgada. Siempre han sido un grupo binario, o los amas o los odias, y estos días han elegido un formato que no termina de gustar a todos sus fans, de hecho tras comenzar su concierto mucha gente abandonó la sala. Supongo que fueron demasiadas bases y muy poco rocanrol. Prometían una vuelta a sus raíces más raperas, como demuestran en su último disco, pero parece más una excursión a una rave de madrugada que una vuelta a sus primeros asaltos. Desmontaron el escenario por completo. J. Al Ándalus presidía el espectáculo en el hueco que dejó la batería. La línea del frente quedó para César Strawberry y Peón Kurz que saltaron al escenario cantando con muy mala hostia su “Sobreviviendo”. Retomaron “Pégale al ruido” y pasamos “Miedo a un planeta Def”.
Entonamos juntos una “Agrupación de Mujeres Violentas” con varias colaboradoras en el escenario. Uno de sus grandes himnos “Duro y a la encía” pasó sin pena ni gloria y reconozco que me costó un poco reconocer el “Hipotécate tú”. Volvieron a unos toques más rock con “Habrá que morirse más” y “Edipo rey”.
Las caras más serias del público en “Coprofagia” parecieron animarse un poco cuando sonó “El coche no”, al salir los tenores ataviados con máscaras de expresidentes al más puro estilo de los atracadores de “le llaman Bodhi”.
Al grito de “hijos no, follar sí” hilvanaron “Basta de nacimientos” con “Promiscuidad” y consiguieron desatar un poco de locura en “La culpa de todo la tiene Yoko Ono” para cerrar la escena de “Pánico a una muerte ridícula” con un directo tal demasiado orientado al núcleo más duro de sus fans. A pesar de todo reconozco que me lo pasé como una niña, aunque tal vez hubiera sido mejor idea dejar el cierre del festival a los envidia y así evitar la desbandada de gente que hubo en el concierto de los dos tenores.