La sombra de Skatalites es alargada y a veces sus canciones sirven para dar nombre a uno de los mini festivales más locos a los que he asistido últimamente. Anticipándose un día a la celebración oficial de Halloween desde las redes sociales nos pedían ir disfrazados, así que tocó dar un repaso a la ropa hortera del armario y asaltar las estanterías de maquillaje del chino de la esquina. Preparadas para la ocasión nos plantamos a medianoche en la emblemática sala Caracol, cerca de Embajadores.
Con muy poquita gente aún comenzaban los alemanes Wisecräcker disfrazados de zombis sanguinolentos rodeados de telarañas. El simpático Alexander Mende prometió muchas canciones en alemán, afortunadamente no cumplió su promesa y los chicos de Hanover nos dejaron un directo trilingüe, donde tan pronto sonaban canciones en inglés, alemán o castellano. Bajo los vientos del tema de James Bond comenzaba un concierto de Ska – Punk rápido y muy bailable, con algunas influencias de lo más variopintas desde toques de Metal, versión del “Masters of Puppets” de Metalica incluida, sonidos caribeños como en “Cuba Libre”, golpes de efecto como el “¿Por qué te vas?” de Janette o un repaso a los clásicos de la música disco con pinceladas soviéticas en un sorprendente “Moscú” de los eurovisivos Genghis Khan, que sirvió como cierre y que acabó siendo coreado, incluso, sin música tras la foto final. Una pena que no consiguieran el llenazo, no sólo por ellos, sino por la gente que se quedó fuera y se perdieran un concierto tan entretenido.
Wisecräcker
Y llegaron los Oferta Especial y la liaron parda. Ataviados como elegantes vampiros, zombis y esqueletos desataron su Ska Punk sin dejar de moverse. Casi sin darnos cuenta estábamos bailando pogos y círculos de la muerte al ritmo de “Otro día más”, “Juguetes por balas”, “Otra vuelta de tuerka” o “Marusiña”. Entre romanos, brujas y sharperos el baile fluía del escenario a un público, mucho más numeroso y animado que con Wisecräcker. Es cierto que Oferta Especial jugaba en casa y eso siempre se nota. Y mucho. Y más si cuentas en la banda con dos personalidades como las de Jorge y Diego que saben cómo meterse a la gente en el bolsillo.
El momento versiones llegó de la mano del “Gora Sartaguda” de Piperrak, “Txus” de la polla y el “Nos vimos en Berlín” de los vitorianos Soziedad Alkoholika enlazadas sin descanso. Invitaron a Barbus de Spin Te Ku a cantar con ellos dando muestra del buen ambiente que respiramos esa noche. Fue muy divertido estar chocándose con Jesucristo o Bitelchus mientras los de Alcorcón grababan lo que sucedía. También aprovecharon para despedirse de su guitarra Alberto May que pasó el testigo a Carlos Magaña en un escenario repleto de gente, Ska y locura.
Oferta Especial
Finalmente dieron el salto Spin Te Ku, directamente llegados desde la puta sierra, repartiendo esa mezcla entre Ska, Klezmer, swing y ritmos balcánicos. Dejan muy clara la influencia de Goran Bregovic o Emir Kusturica en sus canciones y consiguen que suene genial. Los de Cercedilla saben cómo moverse y arrastrar a la gente junto a ellos. Incluso llevan un componente, Oskar Romero, que se dedica a enmarañar y trastear: lo mismo aparece vestido de plátano, de bailarina oriental barbuda, agregar aires circenses haciendo equilibrios con unos zancos, haciendo girar unos platillos o acabar llevado en volandas después de haber corretear con el juego de la silla.
Un chico con una energía envidiable que no dejó de interaccionar con el público. Por suerte, el resto del grupo no se queda atrás y nos hicieron disfrutar de lo lindo al ritmo de “Ibogaína”, “¿Qué pasa?”, “Momias y orugas” o unas animadísima versiones del “Kalinka”, la canción del “Tetris” o “Las chicas pistoleras”. Eso sí, la que se llevó a todos de calle fue el “Puto” de Molotov. El punto más friki de la noche también fue para ellos y su pequeña dedicatoria al Counter. Y como iba de despedidas la noche, los serranos dijeron adiós a su trompetista César en un directazo con mayúsculas.
Cabe destacar la pinchada hasta horas intempestivas de la mano de La Rude Totem y María Türme en una fiesta que esperemos se pueda repetir durante unos cuantos años.