El cantautor de las montañas de North Carolina, Malcolm Holcombe, regresaba a España, por tercer año consecutivo, para presentar su nuevo trabajo (el 14 de su carrera) en dura pugna, una vez más, con el enésimo partido del año. Acompañado de Jared Tyler a la slide guitar consiguió una entrada fantástica (unos tres cuartos de aforo) y dejó, una vez más, la sensación de ser una de las grandes joyas, y por desgracia bastante desconocidas, del folk americano actual.
No apuntaban en principio las cosas de la mejor manera con el protagonista retenido en Barajas, acaba de aterrizar y le habían extraviado la maleta y con ella parte del merchan. Y aunque el show empezó en hora, se temía por el humor con el que el cantante llegaría a la sala.
Sin embargo todo fue magnífico. Jared Tyler interpretó media docena de temas en solitario mientras Malcolm se relajaba, con su voz llena de color y matices, que me recordó a James Tylor. Una gran técnica con la acústica, en el pasado ha girado con músicos como Emmylou Harris, Merle Haggard o Wilco, y canciones mucho más "folk campestre" y con un sello muy americano.
Malcolm Holcombe presentaba Another Black Hole y su corto set, apenas setenta minutos, se centró en sus canciones. Desde Sweet Georgia, con un aire musical casi irreconocible y que fue una de las primeras en caer, a la maravillosa Heildelberg Blues, el tono clásico y rápido de Someone Missin´ , la resplandeciente Leavin´Anna o la oscura September, probablemente el mejor momento de toda la noche, y una de las mejores canciones editadas este año, con su letra triste y desgarradora a través de su voz rasposa y quejumbrosa.
Pero este nuevo trabajo tiene un toque diferente. Sus textos, poéticamente crudos, siguen hablando de de gente normal, de historias personales desgarradoras, del tiempo que se escapa y de la soledad en muchos de los casos, pero tiene un cariz más feliz e incluso los tempos son más alegres. Todo ello matizado por una voz absolutamente personal, emocional y reconocible por la que deben haber pasado un millón de cigarrillos, y que corresponde a un hombre con un pasado muy duro y cuya imagen, desdentado y desgarbado en los ademanes, está más cercana a la de un homeless que a la de un músico.
Malcolm en directo trasmite la sensación de tocar para sí mismo. Cierra los ojos muchas veces durante las canciones y se balancea sobre la silla. Pierde al mirada e interpreta cada texto. No lleva ningún tipo de set list establecido y obliga a su guitarrista a "seguirle" tras las primeras notas de cada pieza. Esta noche estuvo especialmente hablador, a pesar de lo "correctamente huraño" que es en el trato cercano con sus fans, y narró las historias que hay detrás de cada canción.
Emocionó con cada tema y creó un silencio absoluto en la Boite mientras sonaban algunas, realmente pocas, de sus canciones más reconocidas, Who Carried You, Sparrows and Sparrows o una impresionante Down The River, y aunque al respetable le supo a muy poco y pidió una y otra vez que regresara a las tablas nos quedamos sin joyas como To Drink The Rain. No hay problema, quien asiste a uno de sus shows repite y gracias a la gente de The Mad Note estamos seguros que El Trovador de los Apalaches regresará a nuestros escenarios. Un cantautor único . A quien no lo conozca que no dude en acercarse a su música.