Hasta cierto punto puede resultar sorprendente que una persona como yo, a la que le gustan estilos musicales más duros y cañeros, se vea atraída por Los Ganglios. Pero al final, la explicación es más sencilla de lo que puede llegar a parecer en un primer momento. Un buen día, llego a mis manos su disco “Lubricante” en Vinilo, de la mano de Gor Discos, y le tuve que reseñar ya que por aquel entonces nadie en el equipo tenía tocadiscos. Al principio, lo escuchaba con una mezcla de asombro y perplejidad y con los pelos de punta. Poco a poco, me fue gustando, divirtiendo y enganchando. Tampoco es que escuche mil discos de este estilo ni que vaya cada fin de semana a conciertos así, pero Los Ganglios y su música me encantan, y lo puedo decir bien alto y bien claro, ¿por qué no?.
Otra cosa curiosa es que Los Ganglios es uno de esos grupos que jamás pensé que vería en directo, así que cuando me enteré de que venían a actuar a la Sala Niágara de Santander se encendió inmediatamente la chispa que prende la mecha, ya no había marcha atrás, había que ir a verlos sí o sí, no había otra opción posible.
El ambiente en la sala era de los más variado y ecléctico, sinceramente en un primer momento me sentía fuera de lugar, como pulpo en un garaje. Pero bueno, en seguida dio paso la música y a los que estábamos allí lo que menos nos importaba era el aspecto de los demás, habíamos ido a pasarlo bien y así lo hicimos. El concierto de Los Ganglios se me pasó realmente rápido, y eso que tocaron durante un buen rato. |
Para acompañar a la música, el grupo también lleva un proyector con el que invitan al público a seguir las letras de las canciones y corearlas, o donde nos mostraban imágenes que ilustraban los temas. Y además de vez en cuando el vocalista hacía uso de una sirena y de variadas artimañas para animar el cotarro, algo que no le costaba lo más mínimo, y es que todos estábamos “on fire”, sin parar de movernos y con una energía envidiable. Y ahora viene cuando la mataron… He visto concierto punks donde había menos movimiento, y no voy a entrar en más detalles, pero vamos que el ambiente era más que festivo y más que apasionante.
En un rato frenético y “non stop” pudimos escuchar y desgañitarnos con himnos como “Al final”, “LOL”, “Viejo zorro hipertenso” o “La cumbia de Félix y Jacques”. La temperatura iba subiendo y la gente no paraba a ritmo de “El regalo”, “Babieca hiede”. “Calvario” o el “Color de rosa”. Todo ello sin descanso, sin tiempo para respirar y mucha intensidad y energía fluyendo por el ambiente.
Pero bueno, todo lo bueno acaba y con “El Subiduki” acabó un bolo donde lo pasamos de madre. Fue un concierto que probablemente recordaremos toda la vida.
¡¡Grandes Los Ganglios!!.
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