El sábado 14 de mayo en el Escenario Santander tuve el enorme placer de asistir a un espectáculo con mayúsculas. Quique González & Los Detectives logran tocar el alma, más que saber utilizar unos instrumentos, saben cómo crear un ambiente magnífico, saben cómo poner las cosas en su sitio, saben cómo sacarnos de ese mundo y transportarnos a un lugar mágico y atemporal, a un sitio donde nos quedaríamos a vivir eternamente, siempre que estuviésemos mecidos por esa soberbia música.

Los artistas que se subieron al escenario hicieron temblar nuestros corazones hasta límites insospechados, todo ello hasta varios días después de verles en directo. Pero empecemos por el comienzo, que en estos casos suele ser lo más sensato. El principio de una velada mágica fue una sala que se fue llenando poco a poco hasta llegar a notar el calor humano en su más amplio sentido de la palabra. Acabamos todos sofocados y exhaustos.

La escenografía ponía el punto de partida a un concierto sublime. Unas bombillas similares a las de la feria de abril iluminaban el techo en la parte más cercana al escenario, uniéndose éstas en un punto central y luego derramándose como los pétalos de una flor. La escenografía era obra de Silvia Fernández, como bien explicaría Quique González, asemejándose a una película de cine negro. Unas farolas, una cabina de teléfono antigua y un cartel que rezaba “Asturiana de Zinc – 1,5 km” presidian el escenario. Como bien dice la canción “Charo”: “He pensado en llamarte al pasar la Asturiana de Zinc”.

El sonido fue excelente durante toda la actuación, que duró dos horas aproximadamente. En cuanto a las luces dio la impresión de que mejoraban conforme pasaban los minutos, aunque esto puede ser una mera apreciación personal. El ambiente era sobrecogedor, con una gran

emoción contenida, un silencio y una calma tensa, y unas personas esperando con una mezcla de ilusión y de ganas incontenibles a que empezase el apasionante espectáculo. De repente, el timbre de un teléfono sonó y los componentes de Quique González & Los Detectives fueron subiendo uno a uno, poco a poco, a las tablas del Escenario Santander.

Y así empezó una muestra magistral de cómo se puede lograr que 3000 personas caigan rendidas a tus pies. “Detectives”, “Se estrechan en el corazón” y “Sangre en el marcador” comenzaron a dar calor a una velada de esas que no quieres que se acaben nunca. De este último disco, del genial “Me mata si me necesitas”, pudimos escuchar una gran muestra en vivo y en directo. Mientras Quique nos decía: “¡¡Bienvenidos amigxs!!, ¡esto es furia pasiega!”, poniendo así una nota divertida a la noche. De este nuevo trabajo destacaría “Charo” y “No es lo que habíamos hablado”, en las que la presencia de Nina de Morgan estremecía, sobran las palabras. “La casa de mis padres” y “Relámpago”, también estuvieron presentes y lograron ponernos de muy buen humor.

Las palmas del público acompañaban a canciones como  “Avenidas de tu corazón”. Y la empatía y el buen ambiente fueron espectaculares, todo el mundo cantaba, bailaba y miraba hacia el escenario como si no se creyesen lo que estaban viendo, como si de un espejismo se tratase. Pues no, era real y ponía los pelos de punta y un nudo en la garganta de la emoción contenida.

Otros grandes clásicos tuvieron su hueco propio como por ejemplo “¿Dónde está el dinero?”, “Tenía que decírtelo” y  “Kamikazes enamorados” de “Delantera mítica”. “Su día libre” de Daiquiri Blues o “Vidas cruzadas”. La intensidad llegó a su momento cumbre con “Salitre”, “Juke box” y “La ciudad del viento”, temas que habitualmente no tocan en directo. También fue apoteósico el momento que vivimos en “De haberlo sabido”, con Nina de Morgan, Quique González y Edu Ortega.

Además Quique González presentó a toda la banda y agradeció a técnicos, personal de apoyo, sonido, merchandising, manager… todo su apoyo y todo su trabajo. La sinergia que tienen resulta estremecedora y más que contundente. Así que yo también les doy las gracias y les felicito por su excelente labor.

Con el paso de los minutos, ya en la recta final del concierto, era palpable que Quique González se sentía satisfecho viendo como todos disfrutamos y viendo cómo el espectáculo había salido perfectamente. Así que “Dallas Memphis”, con la colaboración de César Pop, puso el broche de oro a la magnífica actuación de una banda magnífica.

 Después de este tema todos los músicos salieron al escenario para bailar con un tema festivo de fondo, y nos saludaron cual actores al acabar su función. Y como todo lo que empieza tiene un final, nos quedaremos con esta genial frase, que además resume muy bien la impresión general del concierto: “Se fue dejando un rastro de confeti”.