Hay veces, se cuentan con los dedos de la mano, que te llega un disco y te alegra la vida, así literal y llanamente es lo que me pasó a mí cuando recibí el primer disco de Vuelo 505, “Turbulencias”, para qué nos vamos a andar con rodeos, a las cosas por su nombre.

Así que cuando supe que tocaban en el Rock Beer The New, y encima con Ciclonautas, me puse hasta nerviosa. Soy de esas personas que sienten mariposas en el estómago antes de un gran concierto, es como si fuese a hacer un examen o como si estuviese a punto de encontrarme con un familiar que hace mucho que no ves y que adoras. En cierto modo es un encuentro con unas personas a las que admiras y que forman parte de tu vida, de una u otra manera.

Puede resultar sorprendente que me guste un grupo como Vuelo 505, que no son nada espídicos, pero sí son muy rockeros, contundentes y positivos. Saben hacer las cosas muy bien, cuidan los detalles y eso me encanta, por esas razones me engancharon a la primera escucha. Derrochan calidad y energía.

Los riojanos son un buen ejemplo de que hay relevo generacional, resultan sobresalientes y así nos lo demostraron esa noche en el New de Santander. Empezaron con una intro muy original en la que nos invitaron a subir a su avión, a su vuelo, para que pudiéramos ser sacudidos por sus “Turbulencias”, en forma de canciones. Y es que su disco es tremendamente variado y polifacético. Además, me pareció curioso que el cantante presentase a la banda antes de que comenzasen a tocar, no lo había visto nunca. En cierto modo, tiene un gran sentido, ya que a las personas normalmente te las presentan cuando acabas de conocerlas, no cuando se despiden.

El concierto fue como su música, cuidado e intenso, pero a la vez desenfadado. Les bastó dos canciones para meterse al público en el bolsillo, y poco a poco la gente fue dejando la timidez a un lado y sacudieron los pies y las caderas al ritmo de los temas de Vuelo 505. Nos ofrecieron una gran muestra de ese primer disco, destacando para mí “Noches de mucho”, y “Estamos muy bien”, entre otras muchas. También pudimos escuchar “Desaprender lo aprendido”, que supongo que formará parte de un próximo disco.

El anuncio del aterrizaje, puso el punto y final a un concierto de esos que no se olvidan fácilmente. Atentos a Vuelo 505 porque son más que resultones y van a dar mucho de lo que hablar.

Después de un excelente ejercicio de maestría, llegaron Ciclonautas para hacer también lo propio. Resulta impactante que el grupo esté formado por tan sólo tres personas. Era la primera vez que les veíamos en directo y teníamos bastantes ganas de descubrirlos y de disfrutar de su puesta en escena.

En disco resultan atrayentes, pero para mí personalmente ganan bastantes enteros en vivo y en directo, suenan más contundentes y se me antojan un poco más acelerados y rockeros. A parte es un auténtico placer verles desenvolverse sobre un escenario. La voz principal conquistaría hasta al más escéptico y la rotundidad del trío es cuando menos asombrosa.

En un primer momento, alguien puede decir que tener padrinos y tener como batería al Señor Ayerdi allanan el camino, y en cierto modo es verdad, pero en cuanto escuchas sus canciones, ves su puesta en escena y sientes la música en la piel, esa primera impresión se antoja absurda. Ciclonautas se curran mucho las cosas, es evidente que Alen es un batería sobresaliente, pero si no fuesen todos ellos buenos músicos, y también como conjunto, la maestría del baterista de poco valdría.

Durante un buen rato, Ciclonautas nos conquistaron con sus dos discos de estudio publicados hasta la fecha, “¿Qué tal?” y “Bienvenidos los muertos”, dejándonos canciones como “Tristes corazones”, “La barba del saurio”, “Mordieron la luna (Hasta rabiar)” o “Torcido”.

Ciclonautas contaron con una buena afluencia de público, con unas personas que les acompañaron a la perfección y que no pararon de corear sus canciones y de animar a la banda en ese camino que supone un concierto, y que deben recorrer los músicos junto al público desde el primer hasta el último tema.

La verdad, es que después de lo que vivimos aquella noche en el Rock Beer The New de Santander, no nos importaría que Vuelo 505 y Ciclonautas viniesen más a menudo a Cantabria. ¡¡Hasta la próxima!!.