La gira del dúo Amaral, inmersos en la presentación de su nueva obra "Nocturnal", pasó por Valladolid tan solo unos días después de su inicio en Bilbao, y en esencia, con un show y resultado igual que lo que nos "biencontó" Karlos García hace pocas fechas así que para esta reseña os hablaré solo de algunas consideraciones "extras".
Primero que me sorprendió que no llenaran, ya sé que la competencia es fuerte (ese mismo día en una provincia como Valladolid se daban cita hasta otros cuatro festivales y conciertos de los de público abundante), y apenas unos 3000 espectadores, siendo generosos, pasaron por taquilla. Eso si todos, y mayoritariamente "todas", con la cuarentena asomando, por delante o detrás, y predispuestos a una noche repleta de canciones aprendidas de sobras.
Por otro lado la constatación clara de que Amaral ya hace años juega en una liga superior. Una escenografía de auténtico lujo, cuidada y con buen gusto, que se basa en la idea del álbum. Con una gran luna en el fondo del escenario en la que se proyectaban imágenes evocadoras relacionadas con las canciones, y un "techo de estrellas" sobre las cabezas de los cinco protagonistas, (el binomio creador más Tony Toledo, Sexy Sadie, a las baquetas, Ricardo Esteban al bajo y un espectacular Tomás Virgós a los teclados), donde se recreaban constelaciones.
Sonido pulcro y un timing perfectamente delimitado para un show que, en mi opinión, encorsetó demasiado a los protagonistas y les obligó a seguir un guión en el que en otros tiempos no creo se sintieran tan a gusto.
Sin embargo Amaral encarna el gusto por el "buen rock para todos los públicos". Imposible negarles el talento, lo tienen a raudales, y un bagage musical que bebe de los clásicos (la intro con música de Velvet Underground supone una declaración de principios) y que han sabido retorcer hasta limar sus esquinas en lo musical y acicalar el mensaje para que resulte poético a la vez que combativo (fue cuanto menos curioso ver al público enfervorecido gritando el estribillo de Revolución mientras Eva les dirigía el micro a sus gargantas). Pero es que el sentido poético del dúo siempre ha estado presente en sus canciones y es precisamente eso lo que les ha diferenciado del resto de combos que de manera, más o menos intencionadas, han acabado naufragando (a veces entre billetes) en el pop-rock insulso.
Lo de Amaral es una huida hacia el lado inteligente. Sin renunciar a componer buenos temas, en su nuevo Nocturnal hay pequeñas joyas como Lo Que Nos Mantiene Unidos o Unas Veces Se Gana Y Otras Se Pierde, con el nivel de concesión perfectamente controlado y con la sensación de ver a una banda real (que lo es) adaptada, en parte, por los designios del mercado musical pero ni convencida ni vencida. Desde luego el discurso si convenció a los fieles y resultó creíble para los escépticos. Claro que de esos, al precio que están los tickets, había pocos. Me gustaría verles en una sala pequeña y sin tanto montaje. Estoy seguro que sería más disfrutable (al menos para mí).