Llegamos a un Londres irreconocible en temperatura y nublado como siempre, triste, en tonos grises. Pero cosas del destino, esta gran ciudad siempre tiene una esquina llena de música para darle ese color que le falta, ese halo de ciudad referente que nace del respeto hacia la música. Londinum como la llamaban los romanos, aquella pequeña aldea es hoy la ciudad más poblada de la vieja Europa. Sin quitar mérito a conducir por la izquierda, Londres podría (si no lo es) ser capital europea de la música.
Mil estilos y sus mil formaciones nacieron a orillas del Thamesis. Punk, Rock, Pop y sus sucesivas etiquetas han tenido aquí o bien su cuna de nacimiento, o han servido como decorado para su época de esplendor. Londres rezuma la idiosincrasia del señor Costello, mezclada con el “Punk not dead” del señor Vicius, junto a la neo-psicodelia de Kasabian, la solidaridad de The Clash caminando de la mano del mural del “No Pasaran” de Portobello Street. Ciudad que dio refugio, al igual que ahora, a la oleada migratoria de personas de nuestro estado, buscando cobijo y oportunidad, ya que aquí no hay. En definitiva una ciudad invivible pero insustituible.
La cita de hoy, una que marcaría la historia de un grupo: La Raíz, se presentaba en Londres, después de arrasar en el ViñaRock, de colgar el cartel de “Sold Out” en prácticamente todos sus conciertos del estado y con la reciente publicación de su mejor disco hasta la fecha. Pudiendo incluso decir el “probablemente” mejor disco del año como apunta mi compañera en nuestra reciente crónica.. Y es que, hace tiempo esto muchachos de Gandía, cambiaban el cartel de revelación por el de sensación, porque la Raíz lo tiene todo para triunfar, pensaran algunos, cuando realmente, son ese tipo de grupos que están llamados a hacer cosas importantes.
La Raiz. Foto: Angel Raw
El decorado para esta gran cita, la Sala Scala, un antiguo cine londinense, céntrico, de aforo reducido (en cuanto a Londres se refiere) con tres plantas y con una acústica muy decente aun siendo discoteca. (Vamos un sitio perfecto para escuchar un concierto). La Raíz culminaba hoy, su última fecha de esta mini gira europea; Berlín, Bruselas y de la mano de Rock Sin Subtítulos, llegaban a esta pintoresca capital federal de la música. Con Inglaterra en pleno partido, llegamos esquivando Hooligans muy mamados, medidas de seguridad extremas en la puerta, retrasan algunos minutos el empiece.
Rozando el enésimo “Sold Out” y con una expectación a la medida de la convocatoria, La Raíz hacia su aparición entre vítores, banderas republicanas y puños al viento, al son, de los primeros versos de “Las miserias de sus crímenes” y fue ese preciso momento, cuando el Thamesis cambio su nombre por el del rio Serpis y la colonial Londres paso a pertenecer a la comarca de La Safor, nacía la primavera más valenciana con “Entre poetas y presos” una de las mejores canciones que he escuchado, o por lo menos la que mejor honra a los que defendieron nuestra libertad. Esta oda a la memoria, en directo, impresiona y emociona.
Las más de mil manos al viento sacudían este comienzo homérico rompiendo límites. Siendo desgraciadamente esto de las fronteras, la causa por la que Julio Maloa (Voz) no pudo subirse al escenario, problemas de visado le obligaron a quedarse en casa. Lo absurdo de la burocracia, nos privó de su gran espectáculo, el cual, siempre presente por sus compañeros, defendieron con uñas y dientes, la gran ausencia de su compadre.
El concierto en su segunda canción ya tenía el calor de tercer día de festival y eso se notó en “Borracha y callejera” un corte tremendamente bailado, como todos. Los pogos se sucedían canción tras canción, un poco sin sentido si estas dentro, pero muy espectacular desde fuera, como lo eran las caras de los mastodónticos señores de seguridad y su “Oh my god!!!!”, esta noche va ser dura amigos del chaleco SECURITY, pensaba yo. Después un “Bona nit Londres” agradecer la tremenda acogida, los viajes exprés y el reencuentro con viejos amigos de la terra.
La Raíz tenía claro a lo que venía, empezaba a sonar “Nos volveremos a ver” y esa sutileza que emplean para que las notas se alíen para convertirse en un auténtico himno. Llegaba el turno de ir a por ellos en “Muérdeles”, de hacer “Suya mi guerra” (colosal), de asistir al tedioso “El circo de la pena”, al otro circo, el de la corruptela en este caso en “Jilgueros”. Los viejos cortes se solapaban con los nuevos, como si los lleváramos escuchando toda la vida, buen directo, gran compensación en ritmos y gran elección con el set list, que empieza a antojarse complicado con tanto Hit. Como tal sonó “Elegiré”, “Radio clandestina”, “El lado de los rebeldes” y la ponderosa “A la sombra de la sierra”. Llegábamos al final, y no podía falta, en todo concierto de la Raíz que se precia; la memoria y la reivindicación (presentes en todo el show), que han hecho de estos 11 muchachos ese grupo diferente, ese espejo de crítica social y musical en el que tan bien nos vemos reflejados.
La Raiz. Foto: Angel Raw
Se acordaron de todo aquel que trabaja junto a ellos (Que son muchos). De los emigrantes compatriotas que abarrotábamos el viejo cine londinense, expulsados por la necesidad de trabajo que nos niegan en nuestro estado. Por enésima vez, de la inmensa (perdonen la expresión) putada, que la necedad de las fronteras, le había jugado al bueno de Julio Maloa y por supuesto de la gratitud hacia los que todos los días hacen que esta Raíz sea más larga y más fuerte. Y con esa fuerza, acabábamos, sonaba “Rueda la corona” Ese sentir que mejor describe, la majadería de los reyes en estos tiempo. Interpretada con una fuerza y soltura, que hasta a la reina madre le hubiera echo abdicar.
Una de las mejores canciones que representa este proyecto, capitaneado por la voz de Pablo (Voz) que condensa toda la rabia acumulada de nuestro estado, amparado por la sonrisa y alegría perpetua de Sen-K (Voz), conducido por la poesía de Josep "Pancho" (Voz). Escoltados por la sección rítmica de Adri (Bajo) y el huracán colombiano Felipe (Batería). Custodiado por la sección melódica de Edu (Guitarra), Jim (Guitarra), propulsados hacia las nubes por Carles (Trompeta) y Xavi (Trombón), y con el resguardo del gran Jano (Dj).
Con este gran primer final, la oscuridad se adueñaba de la sala. Saliendo del gentío, la archicocida arenga del “Si se puede” la masa del público lo tenía claro, ese mensaje que promulga La Raíz desde sus inicios, había calado. El broche de oro en forma de bis vendría con la “La hoguera de los continentes” y con ella el final y una sensación de alago, de triunfo, de que la música siempre estarán por encima de las fronteras y llegará el día que las rompa, pero esto será otra historia, la de cómo la gente conquistando la victoria de la mano de la música. La cual, tendremos que contar en otra ocasión y como se merece. Hasta entonces deseando de ver uno de los mejores directo del estado, que no es otro que el de La Raíz.