Primera edición del festival burgalés, Briviesca Arde, celebrado el pasado sábado 18 de junio en una zona castellana donde el rock ha sido constante gracias a buenos festivales ya desparecidos, como el Tinto Rock Cebolla Rock o el Valdo Rock. El lugar elegido fue la Plaza de Toros de Briviesca, allí recordamos una edición del Tinto Rock allá por el año 2006, un emplazamiento donde la buena gente del Briviesca Arde ha situado sus ilusiones para que este nuevo festival tenga continuidad.
Una única jornada donde la lluvia amenazó durante todo el día, pero al final no estropeó la tarde y el festival se desarrolló con total normalidad, primero cumpliendo los horarios, luego las barras y la cocina estuvieron perfectamente organizadas, la ocasión lo merecía, había mucha gente echando un cable.
Vimos varias bandas locales, es una premisa de este festival, ayudar a los suyos a promocionar su música, este tipo de grupos emergentes necesitan mucha ayuda y una forma de darse a conocer es compartir escenario con grupos importantes, cosa que así fue en Briviesca.
La organización tampoco estuvieron solos, para esta primera edición contaron con varias personas de otros festivales que ya tienen cayo en esto, gente del Tresparock o del desaparecido Baitu Rock, logística veterana que seguramente les dieron confianza para marcar un nuevo camino y poder hacerse un hueco en la ajetreada agenda musical que hay por la zona de Burgos, por poner un ejemplo, con una diferencia de pocos días está el Dolmen Fest, Espeleo Rock, Tresparock y a finales del verano, el veterano Modubarock.
En definitiva, una plaza de toros de un tamaño medio, superando las 700 entradas vendidas cuyo público se distribuyó por los diversos grupos del festival sin notar una gran afluencia de gente en cada concierto, unas gradas donde uno podía descansar, un puesto de merchan y otro de Narco en el interior, y en el exterior otros dos con camisetas y complementos.
Digamos que una primera edición muy bien organizada, a ver qué tal el año que viene.
Ambiente. Texto: Carlos García Azpiazu
Una hora después de abrir las puertas y sobre la hora planeada, salió a escena la veterana banda de Miranda de Ebro, Zoe, con más de 23 años de recorrido (que se dice pronto) y con un nuevo disco bajo el brazo el séptimo de su carrera, “Sobre una Cuerda Floja”, ya con su nuevo batería Carlos Moya.
Abrir un festival es difícil, pero a ellos se les veía felices, eso sí, apenas éramos 50 personas, la mayoría amigos y simpatizantes de la banda, pero nos chocó que ninguno estaba en las primeras filas apoyándoles, una sensación bastante fría.
Zoe llevan tanto en esto que su anterior entrega fue un fantástico DVD en directo llamado “20 Años y un Día”, y hacía escasos días sacaron nuevo disco, uno de los protagonistas de su set list de los diez temas que tenían escritos, tres eran nuevos. Para nosotros fue un premio, primero verles por primera vez sobre un escenario y sentir el potencial que tienen, y segundo disfrutar de los nuevos temas tocados por primera vez.
Sus caminos van desde el pop hasta el rock, son sonidos impregnados en melodías y buenos riffs, que empezaron con “El Rock Perdido”, dando salida a una actuación seria donde las tablas se notan bastante. Ya en el primer tramo, los nuevos temas iban marcando posiciones, “Digo Sí”, medio tiempo con guitarras en ascenso o “Hoy No Soy Yo”, una de las canciones cuyas melodías dejan el mensaje de que en el amor hay que ser uno mismo y no perder la personalidad.
Con “Dos Lunas” conquistaban los terrenos de hard rock de su actuación, y en “La Mala Sangre” se les vio sus influencias a los Platero y Tú, para luego dar salida a “Dame Rock and Roll” en tonos canallas y muy en la línea de los grandes Tequila. Dejando espacio a los medios tiempos que nos hablan de las noches en vela, del tiempo de sueño que uno pierde en compensación en componer una canción, “Marionetas Rotas”, que trasmite el mismo mensaje que el “Partirse el Pecho” de nuestros amigos madrileños Impulso.
Y, para terminar, “Volveré” y “Mi Forma de Pensar”, más medios tiempos que finiquitaron con otro novedoso corte, “Ojos que no ven”, donde los coros tuvieron su protagonismo, y a partir de ahí, se despidieron alegres y con ganas de presentar su nuevo disco por su zona de acción.
Zoe. Texto: Carlos García Azpiazu
Hacía muchísimos años que no veía en directo a los burgaleses Eslabon y ya tenía ganas de empaparme otra vez de su música. Sobre todo, después de haber escuchado detenidamente su último disco: “Cerraos al vacío”. La banda lleva 10 años dando caña y eso se notó, tanto en la puesta en escena como en la contundencia y en el saber estar que supieron demostrar de principio a fin de la actuación.
Tuvieron la suerte de contar con algo más de público que sus predecesores y cuando se subieron a las tablas del escenario del Festival Briviesca Arde, ya había algo más de ambiente, con lo que seguro que se sintieron bastante arropados por el público.
Aquella tarde pudimos escuchar en directo “Alas de barro”, “No me hacen falta calderos”, “Mala hierba”, “El día de mañana” o “Érase”. Todas ellas pertenecientes a su última grabación. Este disco se puede escuchar, comprar y descargar en la web de la banda..
Además, también hay que comentar que se marcaron alguna que otra versión, como Txus de La Polla, donde los pogos se desataron y el jolgorio invadió la plaza de toros de Briviesca.
Sinceramente, me parecieron una buena banda, me dieron ganas de verles en una sala, porque todos sabemos que en los festivales los grupos normalmente no se pueden explayar tanto como en sitios más intimistas. Eso no significa que no me gustasen, ni que no lo hicieran bien, no me refiero a eso. Eslabon me encantaron, me convencieron, hicieron que me picara el gusanillo queriendo disfrutar de ellos de otro modo y en mejores circunstancias.
En unas cuantas canciones contaron con vientos, con lo que se enriquecieron notablemente los temas y les dieron un toque de distinción y una mayor notoriedad, que tampoco les hace falta, pero nunca viene mal, y así se consigue que todo quede más plástico y colorido. Rubén Gallego al saxofón e Isaac Arnaiz al Trombón supieron engrandecer unas canciones ya de por sí bastante brillantes, faltaba Félix Pérez a la trompeta, que en otros directos también les suele acompañar.
En definitiva, Eslabon dieron una clara muestra de rotundidad, brillando con luz propio por sus buenas formas y por una gran ejecución. ¡¡Enhorabuena!!.
Eslabon. Texto: María G. Guerrero
Los pamploneses Cero a la Izquierda fueron los siguientes en subirse a las tablas del escenario del Briviesca Arde. Ellos vinieron con su segundo disco debajo del brazo: “No ha dejado de llover” (2015).
Sorprende sin duda alguna la juventud de la banda y el hecho de que salta a la vista que hacen las cosas con detenimiento y pulcritud, cuidando los detalles y siendo precisos y constantes. Eso se refleja también en la puesta en escena, y en una madurez musical que contrasta con la imagen de las pocas arrugas que tienen en la cara los músicos de Cero a la Izquierda.
Aquella tarde nos dejaron con una decena de canciones que supieron defender y transmitir al público de una manera exquisita, centrándose sobre todo en ese disco que publicaron el año pasado. Exprimiendo temas como por ejemplo “Mano a mano”, “Otra luz” o “Se refugia”. Y su primer disco (“La vela muda”) también tuvo su hueco propio, con espacio de sobra para que sonaran canciones como “Contra viento y marea” o “Libertad”.
Fue un concierto bastante intenso y emocionante. Además la alegría del cantante al enterarse de que su equipo ascendía a primera división quedaba patente por su expresión de conmoción y desahogo mientras entonaba la última canción que nos ofrecieron aquella tarde en el festival burgalés.
Si tengo que ser sincera diré dos cosas. La primera de ellas, es que para mis gustos personales y bajo mi punto de vista Cero a la Izquierda practican un rock demasiado suave y tranquilo. Tal vez les habría elegido para abrir el festival, no por falta de calidad (de eso hablaremos luego) si no porque opino que la intensidad de la música en un festival debe ir in crescendo. Por otro lado, siendo también honesta, diré que me parece un GRUPAZO, que tienen una gran proyección y que si siguen por ese camino las cosas les van a ir muy bien. En esta vida, lo cortés no quita lo valiente y esto es algo que sucede muy a menudo.
¡¡Grandes Cero a la Izquierda!!.
Cero a la Izquierda. Texto: María G. Guerrero
Y al anochecer llegó uno de los platos fuertes de la noche, la formación valenciana directamente desde Buñol, Malsujeto, uno de los grupos que nos sedujo del Briviesca Arde, verles por la zona norte del país es muy difícil, aún recordamos su actuación en Belorado, a escasos 20 kilómetros de donde estábamos, en una de las grandes ediciones del Cebolla Rock.
Tres discos a sus espaldas, y una de las pocas bandas de nuestro rock que puede presumir el haber tocado junto con una orquesta filarmónica, en este caso la de Buñuel, con un par de conciertos en el 2014 y 2015. Esperemos que después del verano vuelvan al estudio y nos dejen una nueva obra ya para el año que viene, o al menos que nos vuelvan a visitar porque su último disco “Paraíso Infierno”, que salió hace cuatro años, no ha sido presentado por la zona norte, un trabajo que tuvo representación en Briviesca con seis temas.
Empezaron, tras la correspondiente intro, con “Vuelta a las Calles” de su gran disco “Fuera de Control”, allí teníamos a una de las bandas que sigue la estela del rock transgresivo, un rock que busca relevo generacional y en el que se encuentran grupos como Extremoduro, Sínkope, Desalojo, Kaxta, Los Hijos del Hambre o los desaparecidos Con Mora.
Letras que te llegan al corazón desde el primer día que las escuchas, con unos guitarristas poniendo toda la carne en el asador y con un público entregado coreando casi todas las canciones, una comunión perfecta entre público y banda, disfrutando de hasta quince canciones dando protagonismo a todos sus discos, como “La Reina de las Calles” o “Doble Salto Mortal” de su “Paraíso Infierno”, “813 Dudas” con su sentimiento melódico o “Cicatrices” de su anterior trabajo “Fuera de Control”, sin olvidarse del “Animal Salvaje”.
A mitad del concierto hicieron una pausa, todo el grupo se ausentó a excepción de su batería y teclista, que durante casi diez minutos desfasaron a modo música disco con el tema “Cachivache”, que nos descolocó por completo, sinceramente no aporta nada a la actuación, estábamos en lo más alto y ahora, bajón, nos enfriaron por completo.
Volvieron para afrontar la recta final, allí estaba su cantante, que muchas veces se desprendía de su guitarra para dedicarse solo a cantar y desempeñar su rol de frontman, le tocaba el turno a “Capitán del Horizonte”, dando paso a otros del disco “Fuera de Control” que son ideales para corear, como “Todo del mismo Color”, finiquitando la tarea con “Otra Canción”, dejándonos a unos Malsujeto potentes y directos, porque ellos son así, un grupo de directo.
Malsujeto. Texto: Carlos García Azpiazu
Pasando el ecuador del festival llegaron los sevillanos Gritando en Silencio para poner una nota de intimismo y un CORAZÓN en mayúsculas a la fría noche de Briviesca. La verdad es que esta banda tiene algo especial, parece que van por ahí con una barita mágica y todo lo que tocan se convierte en oro.
Ellos siguen presentando “La edad de mierda” y de éste nos dejaron una abundante muestra, en forma de canciones como “Estaré en el bar”, “Entre tus piernas”, “A las armas” y “Va por vosotros”, por citar algunas. Pero vamos, que la cantidad fue más que representativa, como debe ser, no esperábamos otra cosa.
Las “imprescindibles” también estuvieron presentes y es que hay temas que se han ganado a pulso su hueco en los directos de Gritando en Silencio. Himnos como “¿Dónde te has quedado?”, “A la luz de una sonrisa”, “Mírame desnudo” o “Actitud”, se han convertido ya en imprescindibles porque nos han conquistado a todos el alma. “La edad de mierda” también tiene unos cuantos, pero tiempo al tiempo, todo lleva su proceso.
Gritando en Silencio han logrado conquistarme a base de directos y de verles partirse el pecho sobre los escenarios. Pero con el corazón en la mano en el Briviesca Arde me quedó una sensación agridulce, explicaré por qué. Dulce, por un lado, porque ya me sé las canciones, ya me he zambullido en sus melodías y en sus letras y ver un concierto así es un auténtico lujo y hace que todo el cuerpo esté alerta, hace que se agudicen los sentidos y logra que todo se viva con mayor consciencia e intensidad. La sensación agria viene porque me dio la impresión de que les había visto en otras ocasiones con una mayor rotundidad y aplomo. Es decir, dieron un concierto notable para cualquiera, pero no creo que para ellos fuera suficiente. Creo que pueden dar de sí un poquito más. Vamos, que les pondría un 6 de nota cuando les he visto de 8 o de 9.
Es evidente que el concierto fue bueno porque ellos lo son y porque las canciones también son excelentes, pero les faltaba una chispa, un último empujón. Tal vez sea que en las salas en las que les he visto me dejaron tan alucinada que esperaba lo mismo. Me tengo que acostumbrar a que no es igual un festival que un concierto en una sala.
En cualquier caso, si alguien no les había visto nunca en directo, seguro que se llevó una grata sorpresa porque son simple y llanamente SORPRENDENTES. Para mí, que ya soy perro viejo, les faltó un poquito para superar ese listón que se han puesto ellos mismos después de dar conciertos increíbles. A ver a la próxima.
Gritando en Silencio. Texto: María G. Guerrero
Para continuar dando color a esta primera edición del Festival Briviesca Arde, llegaron también desde Sevilla, pero con un aire completamente distinto los incombustibles Narco. El grupo, como es lógico, contó con una buena afluencia de público y la gente disfrutó al máximo con una actuación intensa pero que se nos hizo corta. Y eso que nos mostraron casi una veintena de sus canciones, pero ya se sabe que cuando uno está a gusto el tiempo pasa volando y las horas parecen segundos.
Menos mal que Narco nos pusieron a todos las pilas y nos hicieron bailar de lo lindo al ritmo de sus diabólicas melodías, porque el frío a esas horas de la noche era ya considerable, algo muy habitual en Castilla, pero no nos acabamos de acostumbrar.
La verdad es que cuando toca Narco a veces siento pánico. ¿Por qué?. Pues porque les he visto hacer cambios de casi una hora. Supongo que los platos y demás parafernalia lleven su tiempo, pero aparte de cortar el rollo, estar una hora esperando es un tanto jodido, sobre todo a ciertas horas. Pero bueno, en este festival me sorprendieron gratamente y cambiaron a la velocidad del rayo, estando todo preparado en un tiempo más que razonable. ¡¡Muy bien!!.
Lo único que no me gustó y que empaña un poco el festival, es que las luces en la actuación de Narco brillaban por su ausencia, aunque estaban puestas, pero no funcionaron mucho. No sé, la verdad, es que no se veía mucho a la banda. Yo trataba de hacer una foto con el móvil y no podía captar ni una sola imagen, no había luz. Así que me imagino que los fotógrafos que se acercaron a cubrir el festival, habrán hecho lo que hayan podido, pero tienen motivos para estar mosqueados. Esto es algo a tener en cuenta para próximas ediciones, y es tal vez lo único que deslució (nunca mejor dicho) este enorme evento.
Salvo lo anteriormente comentado, los Narco pusieron patas arriba el Briviesca Arde, demostrando una vez más porque son un grupo a tener en cuenta. A mí pocas veces, por no decir ninguna, me han llegado a defraudar. Si bien es verdad que les veo menos de lo que me gustaría y tal vez por eso me encantan, pero me cargan las pilas a tope. Transmiten una energía que te pone a tono para dos o tres meses.
En un primer momento, ese “Dios te odia” no me hizo demasiada gracia, porque sinceramente me parece mejor el “Alita de mosca”. Pero bueno, ahora ya le he cogido el tranquillo y pude disfrutar más del concierto. De esos dos últimos discos destriparon canciones como “Ahí fuera (vive satanás)”, “Ojos de huevo”, “Dame veneno”, “La hermandad de los muertos”, “Carnicería en la romería”, “Son ellos” o “Lo peor del barrio”, por citar algunas.
De las míticas, también estuvieron en primera línea de fila himnos como “Vizco”, “Tu dios de madera”, “La cucaracha” o “Siempre enmarronao”.
Yo no soy de casarme con nadie, no me gusta eso de rellenar papeles y sellar alianzas (es broma), pero Narco (a pesar del frío y de mi cansancio) se me metieron hasta las entrañas, me conquistaron como si fuese la primera vez que los veía en directo y me provocaron el impulso de volverles a ver pronto en directo, aunque fuese al día siguiente.
¡¡Enormes los Narco!!.
Narco. Texto: María G. Guerrero
Y tras la actuación de Narco, el público, como una estampida, abandonó el recinto, de los 500 que había (más o menos), se quedaron a la mitad, los justos para ver a uno de los reclamos del festival, el regreso a los escenarios de una de las bandas históricas de Briviesca, Los Hijos del Enterrador.
Formados en el 83, con dos únicas maquetas, un trío formado por Roberto Santamaría "Zorro" (voz y guitarra), Juan Jesús "Yoni" Sobrino (bajo y coros) y Alfonso García (batería y coros), pero este no fue su único regreso, en el 2008 ya hicieron uno y hasta la fecha han dado algunos conciertos a cuentagotas, pero lo que estaba claro que en el Briviesca Arde siendo su primera edición, tenían que estar, eran los encargados de poner el punto nostálgico a este evento, tocaban en su tierra.
Y de primeras, problemas técnicos cuando se disponían a tocar el segundo tema, “Hijos del Enterrador”, se rompió el parche de caja de la batería, y gracias a la amabilidad de otra de las bandas, pudieron proseguir su concierto, eso sí, más de 5 minutos de parón.
Retornaron con 21 temas por delante, lanzados a ritmo ramoniano, cortes de poco más de tres minutos con estribillos repetitivos, irónicos y riéndose de todo y de todos, una temática que es el arma principal de la banda y que en su día les hizo tener cierta popularidad, en aquella época el punk rock con cierta actitud era una filosofía de vida.
Escuchamos temas como “Asistenta Social”, con la que reanudaron su concierto, “La Fiesta del Hospital” donde las primeras filas se iban animando empezando con los pogos, “Cianuro en el Café”, o la divertida “Maniquí”, historia de una chica lista, donde la velocidad de su guitarrista se dejó notar.
Sonidos de los 80 muy en la onda de los primeros tiempos de Siniestro Total, dejándonos buenas risas pero también reviviendo los malos tiempos de la época, donde las drogas tuvieron su fatal recorrido, “Jipis”, “Fui Allí (a esnifar un poco Speed)” o “(Esto sí que es) Una Canción de Amor” recordándonos a uno de los temas de Parabellúm, también “La Sierra Mecánica”, en ese instante las vallas del foso desaparecieron por primera vez.
Con “Pilotos Suicidas” aceleraron el concierto para luego darnos un respiro con “Alguien”, retomando la actuación con una tanda de bises con esos tres ases que tenían guardados en la recámara, “Anarkia en la Bureba”, agitando sin descanso al personal, “Droga Adulterada” y el himno de la banda, “Briviesca Arde” que si no lo sabíais, da nombre al festival, fue el sumun de todo el evento, y en ese instante las vallas volvieron a ser anuladas cantando todos al unísono el estribillo explosivo que tiene esta canción.
Y así acabo la jornada, todos sonrientes y contentes, desde aquí felicitamos a la organización, por delante tienen un ilusionante futuro. ¡Hasta el año que viene!!!
Los Hijos del Enterrador. Texto: Carlos García Azpiazu