Hoy vamos a hablar de la jornada del domingo del Rock en la Feria, día en el que actuaban Saco Roto, Burning y Loquillo. Sin duda alguna, para mí lo mejor de este 14 de agosto fue la actuación de los primeros, de los cántabros, si llego a saber lo que vendría después me habría ido a casa contenta, en cambio, me fui más que cabreada, me fui harta y hasta las narices, porque me sentí estúpida por esperar horas y horas y sentí que me habían tomado el pelo en varios aspectos.
Hay veces que me gusta tratar de endulzar la realidad, pero en esta ocasión no lo pienso hacer, en primer lugar, porque se trata de hechos objetivos y en segundo lugar porque la organización del evento ya tiene una dilatada experiencia y se presuponen unas buenas dotes organizativas, algo que no estuvo muy presente el domingo.
Lo primero de todo, decir que ese día los baños se quedaron pequeños, vamos que se notó que había pocos, y las veces que tuve que ir al servicio, tardé un cuarto de hora en cada ocasión más o menos, después de esperar largas colas. ¡¡Cómo para tener una urgencia!!.
En segundo lugar, quiero comentar que hay más que cuatro o cinco grupos de rock, y que entre concierto y concierto se pueden poner vídeos de cientos de bandas y hay miles de canciones diferentes. Pues no, el sábado y el domingo la misma música, en el mismo orden, con la diferencia de que el domingo no podíamos ver los vídeos por las pantallas de los laterales del escenario, sólo escuchábamos la música.
Y, en tercer lugar, comentar las malas formas por parte del personal de Loquillo que se encargó de echar de malos modos del foso a los fotógrafos antes incluso de que acabe la 3ª canción, siendo la norma, oficial y la no escrita, hacerlo al acabar esa canción. Puede parecer absurdo, pero a veces 2 minutos son importantes y no creo que sea necesario que se puentee a la organización del festival que ya se encarga de hacer esto.
Ambiente
Y lo último que quiero decir es que me pareció bochornoso el tema de los retrasos. Más o menos Saco Roto salieron una media hora más tarde de lo previsto, entre que acabaron y salió Burning, pasaron unos 40 minutos, y ya de Burning a Loquillo si no recuerdo mal tuvimos que esperar otros 45 minutos, que creo que fue algo más. El caso es que el tiempo entre cambios se hizo eterno, con la música del día anterior como telón de fondo y con la impotencia de no tener nada que hacer y con unas ganas tremendas de marcharse y mandarlo todo al carajo. La situación me pareció dantesca y una gran falta de respeto.
Me parece que uno de los problemas fue que Loquillo venía de Torrevieja y al llegar tarde probaron los últimos, y como no les gustaba como estaba montado el tema de monitores sobre el escenario, decidieron hacer varios cambios, es decir, que las pruebas de los otros dos grupos sirvieron para poca cosa. En cualquier caso, opino que hacer tantos conciertos seguidos y venir de tan lejos de un día para otro no es bueno para los músicos y eso se acaba reflejando de un modo u otro.
Yo me marché a las 2:00 a casa porque ya estaba de mal humor por haber esperado tanto, y además tenía cosas que hacer al día siguiente. Al final, había visto tan sólo una hora del concierto de Loquillo, y no me da vergüenza alguna reconocerlo. De muy mala educación es hacer esperar tanto a la gente, porque se supone que el último concierto de la noche empezaba a las 23:30 y empezó a la 1:00 y acabó a las 2:45.
Así que nada, pasaré a hablar un poco de los conciertos del domingo, y espero sinceramente que el año que viene se pongan las pilas con el tema de los horarios.
Ambiente
Ver a Saco Roto en directo fue lo mejor que nos pudo pasar en la jornada del domingo del Rock en la Feria. El pensamiento que tuve cuando acabaron su concierto fue el siguiente: Hay grandes bandas en nuestra tierra y nos tenemos que sentir muy orgullosos por ello.
Asistimos al espectáculo de una banda intensa, rápida, con un buen sonido, honestos, humildes y frenéticos, sin tiempo casi para respirar ni para decir muchas cosas. A ver si el año que viene a los grupos que abren el festival les dejan 10 o 15 minutillos más, por lo menos para que puedan parar a coger aire y no les dé un ictus de tener que ir a toda la hostia. Porque claro, hay que aprovechar la oportunidad y dejar un buen sabor de boca, aunque uno se pueda sentir como si fuese conduciendo con un mono al lado apuntándole con una pistola.
Después de los primeros nervios iniciales, y del sofocón inevitable que puede provocar el ver a tanta gente escuchándote, Saco Roto desterraron emociones negativas y dieron lo mejor de sí mismos mientras nos dejaban una buena muestra de las canciones incluidas en sus dos discos grabados hasta la fecha: “Golpea” y “Tiempos modernos”, trabajo que ha salido a la luz recientemente y que es el que están presentando ahora.
A pesar del poco tiempo del que disponían, las cosas se pueden hacer bien y sabemos que Saco Roto son de esas personas que saben evaluar y sacan unos segundos para quedarse a gusto y reconocer lo que tiene que ser reconocido. Así que tuvieron un instante para dar las gracias al público y a los técnicos. Y para recordar a la Asociación de Industrias Portugal, por querer hacer conciertos, y por tener problemas que no deberían tener. Les mostraron todo su apoyo y les dedicaron “Huye”.
Sé que Saco Roto vivieron este concierto con la intensidad que el momento se merecía, y no fue para menos porque la gente estaba más que animada, no paraban de aplaudir, de interactuar con ellos, de apoyarles…
Si tuviese que destacar algo de su actuación sería la contundencia, la variedad rítmica, los temas moviditos y pegadizos, y la presencia acentuada de los coros en las nuevas canciones. Me encantó disfrutar por primera vez en directo de “Tiempos modernos”. De este álbum nos hicieron bailar con “Carne de cañón”, “Un lugar”, “Ruido de sables”, “Ganas de guerra” y “No creo en ti” (fabulosa y pegadiza canción).
Nadie puede negar que “Tiempos modernos” es un discazo, un trabajo muy defendible y elegante. Y tampoco se queda atrás su primer disco, “Golpea”, del que pudimos escuchar Viejo loco”, “Miseria” o “Legítima defensa”.
Saco Roto es el grupo del momento, pégales unas cuantas escuchas y consigue su música en: www.musikaze.com/sacorotorock. ¡¡Avisado estás!!. Luego no vengas con que nadie te dijo que los cántabros eran una gran banda.
Saco Roto
Burning llegó al Rock en la Feria para hacer las delicias de muchos de los allí presentes, y es que unas cuantas personas se habían acercado a Torrelavega para verles. Se notaba cierta división en el público, ya que en varias ocasiones oí esta pregunta entre conocidos que se acababan de encontrar: Oye, ¿tú qué has venido a ver a Loquillo o a Burning?. Y la respuesta normalmente incluía a un grupo y excluía al otro, tal vez como si fuesen antagónicos o no se pudiese disfrutar de los dos.
Nadie se marchó después de que acabase Burning, así que creo que el público fue sabio y quiso esperar para ver a Loquillo, probablemente habría gente que le descubrirían aquella noche, otros querrían verle a él, y otros vieron a todos los grupos y estaban más que felices por ello. Para mí no son cosas excluyentes, aunque sí debo reconocer que Burning no me llaman demasiado la atención, su música me parece demasiado calmada y no me activa el radar adecuado. Aunque probablemente sea un problema de no haber crecido con sus canciones.
Pero allí había varios miles de personas que se dejaron la voz con Burning, que disfrutaron muchísimo durante la hora y media que duró el concierto y que salieron más contentos que un niño con una Play Station nueva.
“Pura sangre” estuvo muy presente con temas como “Bestia azul”, “Willie Dixon” o “Todo a cien”, pero también resonaron con gran fuerza himnos como “Madrid”, “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”, “Esto es un atraco” o “Mueve tus caderas”.
Siempre es un placer disfrutar de grupos legendarios del rock como Burning porque te enseñan que hay mucho que aprender.
Burning
A la 1:00 de la madrugada, que visto lo visto bien podían haber sido la 13:00 del mediodía del 15 de agosto, salieron Loquillo y su banda a las tablas del Rock en la Feria. La verdad es que nada más verle lo primero que pensé fue que no sé quién estaba más cansado de los dos, si él o yo. Daba la impresión de que no estaba a gusto y de que podría salir corriendo y marcharse del escenario en cualquier momento. Probablemente las agotadoras giras del verano, o el tocar cinco días seguidos, o ambas cosas, acaben pasando factura. Yo le vi hasta más delgado. Al final, le he llegado a apreciar tanto que hasta me preocupo por su peso.
Lo que me pareció más llamativo del concierto fue el nuevo componente del grupo: Raúl Bernal, que desarrolla una excelente labor a los teclados y al acordeón, y que estuvo muy presente en toda la actuación. ¡¡Gran acierto!!.
El principio del concierto fue para mi gusto demasiado pausado y un tanto desacertado para aquellas personas que iban a escuchar los temas míticos del frontman, aquellos de toda la vida, esos que forman parte del imaginario colectivo y que se caracterizan por ser algo más rockeros, acelerados y moviditos. Y es que “Viento del Este” es un trabajo un tanto más sureño, delicado y cadencioso, algo diferente a obras anteriores, y tal vez complicado de plasmar en directo.
La primera hora de concierto fue un tanto monótona, y no era sólo impresión mía, ya que escuché a varias personas del público decir: ¡¡Vamos Loco, más ritmo, tú puedes!!. Pero claro, tal vez estaría bien combinar temas más recientes con los clásicos y darle un poco más de chispa al principio del concierto, para así meter a la gente en harina.
Empezó el bolo con “Salud y Rock & Roll”, y en esos primeros sesenta minutos también pudimos escuchar “A tono bravo” y “Viento del Este”, todas ellas muy sureñas, geniales en la intimidad del hogar o para escuchar en carretera, pero puede que menos atractivas en directo. Pero está claro que Loquillo tiene una gran presencia, que haga lo que haga resulta sobresaliente, aunque simplemente agarre el micro, y que la BANDA que le acompaña está compuesta por probablemente los mejores músicos de todo el país. Por eso, probablemente, es casi imposible que dé un concierto “malo”. Pero, bajo mi punto de vista, no fue muy acertado empezar con esas canciones y tocar otras que no habíamos oído en la vida, o menos conocidas, y algunas que ralentizó todavía más, como “El mundo necesita hombres objeto”, “Territorios libres”, “El mundo que conocimos” o “El hombre de negro”, a la que imprimió un aire sureño.
Así que cuando sonó “El rompeolas”, ya mítica, y noté que tampoco me conmovía, decidí que era el momento oportuno de marcharme a casa. Me perdí la traca final, grandes himnos como “Carne para Linda”, “La mataré”, “El ritmo del garaje”, “Rock & Roll actitud” o “Cadillac solitario”, con la que cerraron. Pero bueno, resulta complicado resistir cuando no te han enganchado en 60 minutos y cuando llevas desde las 9 de la noche de pie.
Llego a la conclusión de que a Loquillo debo verle en salas y en invierno, porque las otras opciones no me dejan últimamente nada satisfecha.