Quien tituló la gira de regreso de 091 como "Maniobra de Resurrección" acertó de pleno. El torbellino generado en prensa y público por los Cero este 2016 es digno de estudio. Cierto que durante todos estos años de parón había un tímido rumor por parte de sus fieles para que regresaran, pero ni en el mejor de sus sueños los granadinos se podían imaginar que el revuelo originado sería de tamaña magnitud.

Quinta aparición en Madrid en este año y La Riviera llena hasta arriba, con tickets a precios de bolo grande, con público, en su mayoría con la cuarentena cumplida, que de haber estado del lado de la banda hace dos décadas, dudo que estos se hubieran separado.

Puntualidad escrupulosa en el comienzo de un concierto que se extendió casi hasta las dos horas y media, con una escenografía sencilla con los músicos ocupando democráticamente el frente del escenario y una pantalla a sus espaldas en la que alternaban proyecciones de imágenes, el logo de la formación o extrañas formas geométricas.

Durante todos estos meses confieso tenía reticencias al reencuentro. Disfruté de las tres últimas giras de 091 en mi ciudad, en salas en las que nos reuníamos apenas un par de cientos y asistíamos a shows adrenalíticos. Llenos de sudor y rock. De letras con una calidad poética única por estas tierras. De un nivel de comunión entre banda y seguidores que no nos acabábamos de explicar el porqué no éramos miles los presentes. Y dos décadas después llegó la divina justicia reclamada aunque con el matiz de todos los años pasados. Los 091 versión del siglo XXI, abordado sin saber "Que fue del anterior", nos muestran una banda que con el rodaje de la gira ha conseguido sonar pulcra y engrasada. Apoyada en el repertorio de sus últimos dos trabajos, el pantagruélico Tormentas Imaginarias y el brutal Todo Lo Que Vendrá Después, y con guiños a alguna pieza más escondida con la que completar hasta 30 temas.

Tras el instrumental Palo Cortado, y con una iluminación excesivamente fría, nos encontramos el primer puñetazo musical, Que Fué del Siglo XX, que desata la locura, y Zapatos de Piel De Caimán que acaba de poner a los presentes en situación.

Firmes, serios, excesivamente estáticos, salvo su bajista Jacinto Rios, y con pausas largas entre canciones los Cero muestran una frialdad para mi desconocida en ellos, hasta el punto de parecer destacable que en Mas de Cien Lobos cantante y guitarra se juntaran para entonar el estribillo. Escenas de Guerra suena algo ralentizada y se apoyan en El Baile de la Desesperación, que pone a toda la sala a saltar por primera vez, y en Tormentas Imaginarias, acompañada de proyecciones, para llevar el pulso del concierto.

Tras ocho canciones recibimos un escueto "gracias" por parte de un vocalista que no se desprende de sus gafas de sol. Las guitarras suenan aguerridas y varios temas tienen nuevos arreglos, Nada Es Real refleja su etapa primigenia, aquella que les emparentaba a los sonidos británicos y con En El Laberinto, Esperar La Lluvia, Escenas de Guerra e incluso Un Minuto de Emoción (conocida como Venus por sus seguidores y que fue la primera maqueta que grabaron) hicieron un guiño hacia los que estuvieron de su parte desde el principio.

Que no se me malinterprete, el show fue de notable alto, el sonido y la ejecución brillante y José Antonio García defendió con su voz las canciones con pocos borrones (quizás en Huellas o Este Es Nuestro Tiempo quedó algo en evidencia) pero el show, a nivel de ritmo, fue algo al tran tran por las pausas y la nula comunicación. Pero claro, si en tu repertorio tienes Nubes Con Forma De Pistola, con un up tempo y final a la armónica impresionante, La Noche En Que La Luna Salió Tarde, Otros Como Yo (uno de los momentos destacados de la noche y donde la voz y los nuevos arreglos brillaron), En La Calle, o el tramo final con la acústica Canción Del Espantapájaros (la más ovacionada), La Calle del Viento (con la audiencia en éxtasis), Como Acaban Los Sueños (gran solo de Victor) o el último bis de Fuego En Mi Oficina a velocidad, ahora sí desatada, y a eso le añades una banda de semejante calidad y la predisposición de un público rendido de antemano, la faena no se te puede escapar.

Los 091 no están donde lo dejaron pero sido un placer el reencuentro. Quedan pocas fechas, aprovecharlas si no queréis perderos el comeback más respetuoso y digno de los últimos tiempos. Imagino que cuando nos dirigíamos hacia la calle sonara Hurricane por los altavoces no fue casualidad sino una bonita metáfora de lo vivido.