Los australianos Airbourne pasaron por Bilbao hace unos días, su tercera visita y repitiendo lugar, la Sala Santana 27, y no será la única que les veamos en pocos meses, para el año que viene han confirmado Resurrection Fest en Viveiro y Rock Fest BCN, ahí queda eso!.

Siguen atesorando esa llama de energía que arrastran desde sus inicios, inspirando a nuevas bandas, pero aún son aspirantes a llenar grandes pabellones y ser el cabeza de cartel de una gran gira, les queda un pasito más, firmar un disco que al menos tenga cinco grandes himnos, pero tiempo al tiempo, a sus espaldas hay cuatro trabajos, el último mejor que el anterior y así hasta llegar a su gran debut “Not Guts, No Glory”.

Camino tienen por recorrer, la meta, la alcanzada por sus paisanos AC/DC de la cual tienen grandes influencias, pero sin duda nos quedamos con este toque locuelo que tienen sobre el escenario, un espectáculo visual donde se dejan la piel en apenas ochenta minutos que es lo que suelen durar sus shows, tiempo que podían aumentar sin problemas al tener cuatro trabajos editados.

Como banda invitada contaron con la presencia de Leogun, recetas alternativas con canciones alimentadas por el blues y rock clásico, algo así como Thin Lizzy y Led Zeppelin a la vez, o cercanos a Living Colour o Wolfmother, que escasos meses nos visitaban en esta misma sala en la última edición del Kristonfest.

Tienen un Ep de cuatro temas llamado ”Majick Potion” que lo vendían al módico precio de cinco euros, tal como anunciaron en el inicio de su concierto y a lo largo del mismo como tres veces, eso sí, las camisetas no bajaban de los 20 euros, “baratas” si tenemos en cuenta que las de Airbourne estaban entre los 25 y 30 euros.

Aprovecharon al máximo su primera visita a la capital bizkaina, protagonistas de lujo al ver el sold out frente a sus narices, y eso que era un lunes, 5 de diciembre, pero al día siguiente era fiesta y más de uno estaba disfrutando del puente de diciembre.

Concierto de 50 minutos ejecutado a conciencia, abriendo hostilidades con desarrollos largos y bien trabajados desde el inicio, luego en la segunda parte del concierto llegaron los medios tiempos notándose el poso de blues que tienen, un tipo de canciones abiertas a varios caminos musicales sin cerrarse en nada ni atarse a estilos.

Abrieron afilando guitarras con “Majick Potion” y más tarde “Disconnected” muy en la línea Living Colour, con melodías y registros de voz que vibraban y encajaban dentro de las mentes abiertas del público alternativo, dejando caer alguna atmósfera más calada como en “It's Okay”. Nos metieron en su propuesta enganchándonos a desarrollos instrumentales de esos que no salen de tu cabeza.

Mientras tanto el público estaba expectante a la salida de O'Keeffe y los suyos, la gran fiesta de la distorsión iba a empezar, un torbellino sonoro que expulsaría la incontable fila de Marshall situada en el fondo del escenario, Airbourne venían a explotar cervezas de medio litro sobre nuestras cabezas, y así lo hicieron al menos tres veces.

Actuación que pasó de 0 a 100 desde el arranca, allí estaba David Roads (guitarra), Justin Street (bajo) y Ryan O' Keeffe (batería), fueron cogiendo posiciones para descargar su energía y sudar gota a gota tema tras temas.

Esta sería la quita ocasión que les vimos en directo, la primera fue el descubrimiento en aquel Kobetasonik, también les vimos en un Azkena Rock Festival y en el evento alemán Wacken Open Air del año 2011, y la última en esta misma sala, Santana 27.

Obreros del rock, están ahí a base de trabajo y actitud sonora, conectan con el público desde la primera ocasión y estos responden dándoles sus almas rindiéndose a sus pies, y eso que no ofrecen nada nuevo en directo ya que lo tienen ensayado al milímetro y gira a gira repiten los pasos, lo único novedoso son los temas de reciente creación, que poco a poco tendrán cierto protagonismo en sus set list, hablamos de su cuarto disco de estudio “Breakin’ Outta Hell”.

La primera toma de contacto vino de la mano de “Ready to Rock”, nosotros sí que estábamos preparados, queríamos recibir en primera persona una sacudida de decibelios impresionante, también cerveza y sudor, y tras la chispa, aceleración rápida con “Too Much, Too Young, Too Fast”, y la primera lata estrellada en la cabeza apareció en el tercero, “Chewin' The Fat”.

La primera toma de contacto con el nuevo disco fue con el tema “Rivalry”, el público la acogió un tanto frio, pero pronto el cantante puso remedio, se bajó del escenario y recorrió la parte superior de la sala al son de “Girls in Black”, momento de la segunda lata de cerveza de la noche, también estrellada en su cabeza, situándose en la balconada de la sala y tras subirse en las vallas de seguridad. Recordaron al desaparecido Lemmy al tocar “It's All For Rock'n'Roll”, que colaboró con ellos en la grabación de su primer videoclip.

Llegando al ecuador del concierto, con menos implicación del público, todo hay que decirlo, salían dos temas nuevos, “Down On You” y “Breaki'n Outta Hell”, pero también de su primer trabajo como “No Way But The Hard Way”, alargada en exceso y apagarse las luces del local y estar iluminados por un gran foco para crear una atmósfera intimista, y para acabar antes de realizar la primera salida del escenario, “Stand Up For Rock 'n' Roll”, encendiendo el tono más rockero y canalla de la noche, cosa que nosotros adoramos.

Una sirena advirtiendo de los bombarderos empezó a sonar, el batería apareció en mitad del escenario donde le esperaba un artilugio de guerra que hizo sonar a toda velocidad moviendo sus brazos, sonidos rudimentarios y primitivos que gracias a la fuerza del hombre salían de los rodamientos del cacharro. Luego apareció el resto de la banda dispuestos a comerse el escenario, con un cantante que nos invitaba a consumir cerveza estallando y tirando latas sin parar.

Interpretaron “Live It Up”, invitando al respetable a realizar un gran circle spit que se quedó a medias, luego “Runnin' Wild”, que tras la liberación de la guitarra, O'Keeffe se agarró al micro para desgañitarse por completo y tener más libertad sobre el escenario, y así, sin darnos cuenta, se terminó el espectáculo.

Un fin de fiesta que nos dejó varias preguntas en el aire, ¿son el alma de AC/DC? ¿seguirá vivo dentro de Airbourne? ¿acabarán siendo cabezas de cartel de los principales festivales europeos? o ¿seguirán siendo los eternos segundones?