Una de las mejores sensaciones que se puede experimentar, es ir a un concierto, sin saber realmente lo que te vas a encontrar. Porque entonces, la sorpresa es mucho mayor. Igual que la depresión post-concierto. Con dos fechas en Madrid y dos ‘sold out’, el panorama estaba más que claro. Y el espectáculo de León Benavente estaba más que asegurado.

Sábado 17 de diciembre. 20.00 horas, apertura de puertas. Una Sala BUT comenzaba a llenarse de gente. Pero todavía quedaba un buen rato de espera. A las 21.00, apareció en el escenario Lorena Álvarez y su banda municipal. Calentando motores para lo que estaba por llegar. Durante media hora, y a pesar de algún pequeño lapsus, consiguieron levantar el ánimo del público – en especial, con la inclusión de ese repertorio final de reggaetón, con su toque tan folclórico -, ya preparado para recibir a León Benavente.

Caída del telón a las 21.30 horas y veinte largos minutos, que se hicieron eternos. Gritos, silbidos y cierta desesperación. Poco antes de las 22.00 horas, empezaron a sonar los primeros acordes. Un tal “Tipo D” – Abraham Boba -, aparecía en el escenario junto a su banda (Eduardo Baos, Luis Rodríguez y César Verdú). ¡Por fin, después de la larga espera! Entre aplausos y ovaciones, todo el mundo comenzó a cantar aquello de “Quiero ser alemán, quiero ser liberal, quiero dar y recibir, quiero ser occidental”. Y así continuó la noche. Con esa manera tan especial de sumergirse en sus propios temas y en su propio mundo, fueron capaces de llevarnos a vivir a “California”. Al menos durante un instante. También nos invitaron a su pequeño palacio, construido en “La Ribera”. Un mágico lugar en el que además, “Las Hienas” no dejan de acechar.

Intentando demostrar que él no era menos que nadie, “El rey Ricardo” también hizo su aparición estelar. A pesar de pasarse “La vida errando”, el grito de “Ánimo, valiente” le dio la fuerza necesaria para provocar una verdadera “Revolución”, en la que acabaron enfrentados “Todos contra todos”. Por fortuna, esta situación no fue permanente y tan solo fue un “Estado Provisional”.

Luego llegó el ansiado momento de “Gloria”, donde todos, absolutamente todos, fuimos felices y sentimos una extraña euforia. Y se retomó la “Celebración (siempre hacia delante)”. Los leones nos pidieron aquello de “coge fuerzas para saltar porque todo va a estallar”. Y en medio de toda esa fiesta, en la que éramos más de cien, incluso nos pusieron a reflexionar sobre “el significado de La Palabra amor”.

El espectáculo estaba llegando a su fin. Nos hicieron creer que se marchaban. Que regresaban a su hotel, a esa “Habitación 615”, en la que está “Saturno devorando a sus hijos”. Pero no fue así, no fue completamente cierto. Se marcharon momentáneamente del escenario, pero volvieron. En ese mismo instante, podría haber llegado perfectamente el cambio de “Década”, que no nos habríamos dado ni cuenta. Y aunque “Aún no ha salido el sol”, nosotros ya decidimos hace tiempo que pasaríamos las noches siendo más que pareja, ya que elegimos “Ser brigada”. De esta manera, y esta vez de verdad, se puso el broche de oro a una auténtica revolución musical.