El pasado 3 de febrero las paredes de la sala Caracol se llenaron de streetpunk del bueno, del de la zona, en una cita que había colgado el cartel de no hay entradas desde ya hacía varios días. De manera completamente puntual saltaron al escenario Eterno Trastorno con su punk’n’roll que tanto me gusta. Y no sólo a mí: comenzaron con “Hipocresía” en una sala con algo más de media entrada y eso no lo pueden decir todos los grupos que abren en Embajadores (ni algunos de los que cierran).

Los hermanitos pequeños de Suzio 13, y a quien tanto me recuerdan, están demostrando una evolución fantástica: el salto de “Nada que perder” a “Entropía” era el paso que había que dar, en la dirección correcta y eso se nota cuando llegan los directos. La banda que renació de las cenizas de Jodidos Bastardos fue capaz de batirse el cobre en una Caracol prácticamente hasta la bandera sin apenas despeinarse. Con muy buen sonido, mucha fuerza y aún más ganas. Regalándonos temas como “Bienvenidos a Zombieland”, “Puta ciudad”, un “Mundo podrido” (que sigue siendo uno de mis temas favoritos) o el “Sería la hostia”, tema elegido en un principio para cerrar la actuación, pero que vino acompañado de un “Nosotros seremos la venganza”, de Animales Muertos, rascando unos minutillos a su tiempo en el escenario.

Había ganas de Kaos Urbano en Madrid y de verles de nuevo en acción. Comenzaron muy fuerte eligiendo el “Devorados” de su último disco, “La hora del baile” que habían venido a presentar en sociedad a sus fans de la capital. “Nacidos del odio”, “Entregados” y “Divide y vencerás”. Cuatro temas y ya nos habían dejado casi sin aliento. Casi sin darnos cuenta se marcaron del tirón “Con cojones”, “1  2  3, Fuego” e “Inadaptados”.  Curiosamente las canciones nuevas fueron bastante coreadas a pesar de estar de flamante estreno, como fue el caso de “Hermanos de sangre”, aunque en “Las calles de abajo”, llegaron “Nuestros mejores momentos”. De la mano de uno de sus mejores estribillos vimos que sin amor, sin dinero y sin rock’n’roll “No hay paraíso”, momento en que aprovecharon para echarse un brindis en mitad de la canción. “Piñas van, piñas vienen” y allí el calor empezaba a molestar, pero nos lo estábamos pasando tan bien que no nos importaba una mierda el sonido.

Si en anteriores giras escuchábamos a Ewan McGregor con el “Lust for life” de fondo eligiendo la vida, un empleo o un televisor grande que te cagas, en esta ocasión es el “Born Slippy” de underworld, la que acompaña al Renton de la segunda parte de Trainspotting a elegir twitter, Facebook o Instagram. Si nos hubieran dado a elegir a nosotros, más de uno hubiera optado por tocar en otra sala (como Esku, que dijo un par de veces que prefiere tocar en las okupas), porque llegaron los kaos y llegaron los problemas técnicos a una sala que no supo estar a la altura, no sólo por los constantes fallos de sonido, es que literalmente se quedó pequeña para la cantidad de gente que quería entrar.

“Sexo, drogas y streetpunk”, “Anti-español” y “de Madrid al infierno” y un público completamente entregado. Si bien eché de menos las “Nubes de óxido”, “Ángel caído” pudo suplirla con creces.  Remataron con “Hijos de la calle” y un “Larga vida al Oi!”, en la que el cabreo con la sala nos dejó sin foto finish pero con un Miguel reventando la guitarra contra el suelo.

Vamos a tener que resarcirnos del sonido tan desastroso el 18 del próximo mes en Burgos, que vienen muy bien acompañados de Rat-zinger y Escuela de  Odio al Rebel Fest en la Sala Hangar.