Parc de Can Zam, Santa Coloma de Gramenet, Barcelona
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Cuentan que fuimos expulsados del paraíso. Tengo malas noticias para ese Dios rencoroso, se puede quedar con el árbol de las manzanas, el trozo visitable del nuevo Edén tiene un potente hilo musical y grifos que dan cerveza. Una vez al año y por tiempo limitado se abre esta puerta, casi mágica, en el Parc de Can Zam que da acceso a este maravilloso lugar. Bienvenidos a la última edición del Rock Fest, bien hallados en este Olimpo de la Rock Music.
Plano de situación
El Parc de Can Zam está perfectamente ubicado, con una parada de metro y de bus urbano a escasos dos minutos de la puerta de acceso. La localización no podría ser más oportuna, en la buena red de comunicaciones de Barcelona (solo una pega que ya comentaré) La entrada al recinto es muy fluida, no hay que hacer grandes colas para entrar. Una vez en la puerta, notas que estás en un lugar donde vas a disfrutar a saco. Todo pensado y con acierto.
Puntos donde se pulveriza agua, que se agradece cuando el Lorenzo aprieta, zonas con sombra perfectas para sentarse un rato, aunque cualquier sitio es bueno para hacerlo ya que casi todo el suelo, y hay mucho suelo, está recubierto de césped artificial. Hay una amplia zona de comidas donde puedes catar desde las típicas hamburguesas, pizza o, si eres más sibarita, le puedes dar al Sushi y entre los dos extremos tienes kebab, frankfurt, carnes a la brasa, croquetas, comida tailandesa y casi cualquier cosa imaginable. Me ha vuelto a dar hambre al recordarlo.
Ambiente
A pesar de haber una cantidad importante de gente, que fue increchendo a lo largo del festival, acercarte a una de las múltiples barras y pedir una cerveza no te lleva más de 5 - 7 minutos. Además hay montones de puntos móviles donde, sin dejar de mirar al escenario, puedes regarte con el líquido dorado ¿Entendéis ahora las normas que convierten el lugar espacio-temporal en un vergel? Otro punto para la organización.
Seguimos, hay justo a la entrada un nutrido mercadillo donde puedes encontrar casi cualquier camiseta, adorno, o discos de vinilo. Perfecto para echar un rato si algún grupo no es merecedor de tu atención. En la boutique puedes encontrar merchandising del Rock Fest y de los grupos participantes con punto de venta oficial.
Justo enfrente, se pueden ver los dos mastodónticos y gemelos escenarios el Stage Rock y el Stage Fest donde las actuaciones se van alternando. Cambiar todos los pertrechos y hacer la prueba de sonido en apenas una hora, que es la duración estándar de las actuaciones, no es tarea fácil y dice mucho y bueno de la organización. En los tres días no observe ningún problema, ni retraso. He de reconocer que este nivel de organización me ha sorprendido gratamente.
Una vez puestos en situación vamos a pasar a lo que la música ha dado de sí en estos tres días.
Ambiente
Día 1, viernes 30 de junio
El astro rey aprieta, aunque no ahoga, a eso de las seis de la tarde. Un momento ideal para pedir una cerveza y acercarse al mogollón de donde procede el sonido. Sonido que sale debidamente amplificado de las dos guitarras de flecha de los manchegos Angelus Apatrida. Metal vertiginoso, sin llegar a la machaconería. Bien elaborado y efervescente, donde con canciones como End Man, You Are the Next o First World of Terror mantenían al público pendiente de ellos.
Sin apenas tiempo para pestañear el otro escenario ya estaba lleno de más rock. Esta vez empezaban a sonar Metal Church, con un rock-metal bien hecho, tal vez un poco plano y carente de chispa y, para mí gusto, una puesta en escena un poco pobre. La gente parecía un poco fría con ellos, sobre todo al inicio. Evidentemente esta es mi apreciación, cualquier parecido con otra realidad es pura coincidencia. Siendo de las más tranquilas me gustó el tema Badlands. Vi como la mitad y decidí explorar un poco más el recinto.
Me acompañé de otra cerveza y di un vistazo al tercer escenario el Rock Tent Stage, donde en ese momento había una actuación de magia. Un buen lugar para huir del sol si vas con niños de corta edad. Como todos podéis imaginar, en este festival la edad no es inconveniente para nada. Desde niños pequeños, que crearan un magnifico recuerdo para siempre, hasta gente que roza la jubilación, si es que no la sobrepasan, y toda la gama de edad que hay por medio tienen sitio y cabida, como no podía ser de otra forma.
Ambiente
En una de las dos pantallas que flanquean los escenarios principales, y que permiten ver lo que ocurre encima de las tablas casi desde cualquier punto, vi que los Soziedad Alkoholika se preparaban para el combate. Inconfundible el doble bombo de Alfred Berenjena. Como podéis imaginar los “gasteiztarras” no pararon de darle lo suyo al capital. Desde temas ya clásicos en su trayectoria como es Ratas, hasta temas del su último disco con esa canción homónima Sistema Antisocial.
Una hora llena de contundencia, marca de la casa. Tralla sin ningún paliativo, con una actitud combativa como el que más, entre soflamas en pro de la independencia de Cataluña y contra un sistema corrupto e indeseable. Con ellos la gente parece empezar a despertar del letargo, botando al ritmo del thrash metal made in Vitoria.
Justo después de S.A. empezaron Abbath. He de reconocer que sonaban bien, el sonido en el festival ha sido espectacular, pero me dio un poco de grima ver a esos tipos maquillados y con unos pesados atuendos. Es como ver a Kiss, pero sin lo que hace interesante a los Kiss (cada cual que lo interprete como quiera). Por un momento creí que aparecería un dragón y nos asaria a todos mientras ellos nos defendían con sus armaduras.
Alejé esos pensamientos con mis pasos en dirección al Rock Tent Stage para ver a Fernando Madina y los suyos. Reincidentes es territorio conocido, punk rock hecho a las orillas del Guadalquivir con el que he crecido. La carga social que llevan las canciones sigue estando vigente, por desgracia. Nada me gustaría más que esas coplas quedaran obsoletas, pero no hay forma. Sonaron Dolores, Ni un Paso Atrás, El Cuento del Alfajor o En la Plaza de mi Pueblo. Toca seguir en la trinchera social de manera perpetua.
Ambiente
Buena parte de lo que me quedaba de garganta se quedó allí, disuelta entre el tumulto que, puño en alto, entonaba la mayoría de las canciones. Resonando en mi cabeza “que mi voz suba a los montes, que mi voz baje al barranco…” me agencio un kebab al tiempo que Krokus copan el escenario, si no conté mal, con ocho cabezales y dieciséis pantallas Marshall. Una declaración de principios, que se confirmó al ver las tres guitarras sobre las tablas, que serían cuatro para los últimos temas.
Eléctricos y electrizantes los suizos se marcaron un concierto con chicha de la buena. No siempre tres guitarra gruñendo en el escenario son garantía de potencia. En este caso, puedo decir que aportaban un sonido grueso y fibroso, muy de mi gusto. Un hard rock clasicote y resultón, no es necesario mucho más para hacerme sentir bien. Sonaron entre otras Stick Goes Boom, enlazando con American Woman para romper el hielo. Rockin´ in a the Free World, Fire, Easy Rocker o Screaming in the Night por citar algunas canciones del que sería, a mi parecer, uno de los mejores conciertos del día, además del último para mí en este primer día del Rock Fest. Para ser casi un vejestorio no está mal ¿no? Mañana más.
Ambiente
Día 2, sábado 1 de julio
El sábado mi espalda me recuerda que tengo una edad y el cerebro que me gusta la cerveza, así que como no se puede estar a las dos cosas me acerco a la barra más cercana. Una vez con algo de beber y cruzado todo el recinto, llego al Rock Tent Stage.
Fue agradable volver a ver sobre un escenario a Iñaki “Uoho” Antón, el mismo que aporreaba (en el mejor de los sentidos) la guitarra junto a Fito en Platero y Tú o acompañaba al Robe en tantas giras. Esta vez portaba una preciosa SG color madera con su actual grupo Inconscientes. El pasado, si es amable, te persigue como un perrillo pequeño y la sombra de Platero no tardó en aparecer en el concierto para deleite de los presentes, más motivados por canciones como Voy a Acabar Borrracho o Hay Poco Rock and Roll, que por los temas propios de Inconscientes. No es una crítica ni un desprecio, pero se notaba que la inmensa mayoría que estábamos allí era más por la añoranza que por la novedad. Inconscientes hacen un rock and roll preciosista, ameno y aderezado de buenos riffs, pero tal vez les falta un pequeño giro de tuerca para hacerlos emocionantes. Desde luego y como todo lo aquí escrito no deja de ser una opinión propia de quien la suscribe.
Dejé por un rato este escenario y me dirigí al principal a ver que se cocía por allí. A esa misma hora sonaban fuerte Emperor, totalmente desconocidos para mí, así que les di tres canciones de cortesía. El omnipresente doble bombo, el ritmo machacón y una voz demasiado carrasposa hicieron girar la dirección de mis pasos. Aún había cosas que ver. No había reparado en una pequeña carpa presidida por un enorme y plateado Snaggletooth. Como ya habéis podido imaginar, dentro de ese lugar se ha estado rindiendo homenaje continuo a Motörhead a cargo del grupo Motörhits, dando mini conciertos de 15 minutos a lo largo de cada jornada y durante los tres días. Una buena forma de recordar a Lemmy.
Ambiente
El tiempo se iba echando encima y la hora de los Purple se acercaba peligrosamente, bendito peligro. Sin duda eran los primeros de los más esperados de la noche, solo había que ver al aumento de gente expectante y ávida de buscar un buen sitio. Ya sabes, si no lo has grabado con el móvil es que no has estado allí. Decir de la banda de Ian Guillan sonaron impecables se me antoja escaso, pero no acierto a encontrar un adjetivo superlativo idóneo (acepto sugerencias). Hubo bastantes canciones de relativa nueva factura que dejaron a la gente fuera de sitio, más acostumbrados a los temas clásicos que pasan de generación a generación como auténticos iconos de la música del siglo XX. Gozó de un gran protagonismo el teclista Don Airey, mostrando sin tapujos su virtuosismo a las teclas. Fue el encargado de hacer un guiño tocando varios acordes de Els Segador, como introducción a la canción Perfect Strangers.
Son constantes los espacios donde la participación de Guillan es solo presencial, para deleite de los que amamos la música instrumental. En este aspecto, no puedo olvidar al grandísimo Steve Morse, deslumbrante como siempre a las seis cuerdas. Cada pieza por su lado muestra señales de un nivel altísimo, eso no es fácil de mantener y más viniendo de aquellos tiempos en los que aún estaba todo por inventar en el rock. Ahora bien, en conjunto son una máquina perfecta y esta es la única forma de resistirse a que te coloquen la etiqueta de reliquia. Creo que tienen mucha mecha todavía. Por supuesto sonaron esos temas que todos tenéis en la cabeza y que creo que no es necesario nombrar, sobran las presentaciones.
Ambiente
Henchido de una felicidad difícil de describir aprovecho para echar al estómago algo más que cerveza, que muy rica oiga, pero que no aplaca a un algo que ruge en mi interior. Curiosamente echándole algo de pizza cae en letargo.
Vuelvo justo a tiempo para ver a la tortuga sacar la cabeza. Con una puesta en escena mucho más sobria. Rosendo no necesita mucho más que una Fender y un buen acompañamiento para hacer saltar a la gente. El de Carabanchel sabe lo que tiene que hacer y lo hace a lo grande. El puto amo de la escena nacional, con nuevo disco bajo el brazo, se permite levantar a la gente después de Deep Purple y dejarle la papeleta a Alice Cooper. No parece fácil ¿verdad? En la hora de show pudimos oír algún tema nuevo como Soy, del disco De Escalde y Trinchera y canciones más viejas, pero emocionantes, como Flojos de Pantalón, Masculino Singular, Vergüenza Torera o la incombustible Maneras de Vivir para acabar. Genial como siempre, todo un acierto haberle llevado.
Se acerca sin remisión otro de los platos fuertes del festival, ni más ni menos que Alice Cooper. El rey del shock-rock nos tenía preparado una mezcla perfecta de teatro y Rock con mayúsculas. Uno nunca sabe que se va a encontrar en un concierto de Cooper. Dos magníficos guitarristas más la explosiva e inquieta Nita Strauss como tercera, que por sí sola ya es un espectáculo y, como decía, una amalgama de teatrillo, con continuos cambios de vestuario y pequeños sketchs. El bueno de Alice es electrificado, decapitado, inoculado con una inyección letal, en otros, es él el que acaba con la vida de una enfermera ensangrentada. Todo ello aderezado con un hard rock deliciosamente urdido hace que no puedas despegar los ojos del escenario. Como sorpresa nos tenía reservada la aparición de Joe Perry, guitarrista de Aerosmith, para interpretar School´s Out a la que envolvieron con The Wall de Pink Floyd.
También pudimos disfrutar en este brutal concierto de canciones como Halo of Files, Fed my Frankestein o la eterna Poison. No será por repertorio, llevando el tiempo que lleva creo que no es necesario nombrar más. Un grande entre los grandes, un tipo con un gran sentido del humor donde sin duda es mejor verlo a que te lo cuenten. Un concierto pantagruélico en el que todo confluye para hacerte disfrutar. Cada detalle en el momento justo, donde la leyenda deslumbra sin quemarse a través de los años (décadas). Con la tremenda sensación de haber visto, en su habitad, a una parte viva de la historia del Rock decido que es hora de tomar el camino de vuelta. Mañana será otro día, mañana habrá más.
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Día 3, domingo 2 de julio
Domingo de continuación, todos los buenos a misa y los malos al Rock and Roll, cada cual a lo suyo que el orden está muy bien.
La temperatura, aunque no asfixiante, si que era invitadora a tomar algo fresco, como cerveza por ejemplo ¿Quién soy yo para negarle invitaciones a nadie? Pues eso.
Pasaban un par de minutos de las cinco treinta cuando Sepultura hacía acto de presencia. No son una banda que pase desapercibida, solo hay que mirar la imponente figura de Derrick Green. Si a eso le sumamos una contundencia bestial, partiendo desde la batería, tenemos una banda perfecta para el directo. No en vano se mantienen firmes desde hace décadas, soportando incluso el cambio de miembros. Repasaron su discografía hasta lo que una hora da de sí. Me gustaron temas como Dead Embryonic Cells o Desperate Cry.
Sin tiempo para mucho, ya os digo que son muy puntuales los cambios de grupo, empezaron a sonar Thunder en el escenario contiguo. Un concierto que me gustó bastante, creo que se me nota que estoy cómodo escuchando Hard Rock o Glam Metal o como demonios quieras definirlo. Thunder tienen eso, canciones equilibradas con guitarras afiladas, una buena base rítmica y una voz muy competente. Creo que no fui el único que los escuchó con satisfacción. River of Pain o Serpentine se dejaron oír.
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Los siguientes en aparecer fueron los australianos Airbourne. El escenario se llenó de nuevo con la potencia de doce cabezales, con sus correspondientes veinticuatro pantallas Marshall. Canciones como Running Wild o Stand Up for Rock n' Roll sonaron como auténticos tiros para deleite general. Como parte del show pudimos ver a Joel O´keeffe montado a caballito de un lado a otro del escenario mientras no dejaba de tocar. Lo que no pude ver es si lo montó alguien de seguridad o algún fan de la primera línea.
Después de ellos decidí tomarme un rato de relax. Será cosa de la edad, no digo que no, pero me apetecía salir un poco de la bulla y seguir viendo el recinto. Durante el concierto de Alter Bridge y buena parte del de Europe recorrí con calma y cerveza el mercadillo. Pasé por la carpa solidaria donde se podían hacer aportaciones para la fundación Asdent, con el fin de costear los gastos derivados de la investigación de la enfermedad de Dent. Una enfermedad muy poco común que afecta al riñón de Nacho, un pequeño rockero de 7 años (www.asdent.es) El festival destina íntegramente todo lo recaudado en esta carpa en favor de esta causa. Muy loable, desde luego.
Así que poca atención le puse a Alter Brige y a Europe, cuando ya me acerqué apenas quedaban tres o cuatro canciones a estos últimos.
Europe nunca fueron santos de mi devoción, tal vez por la época donde The Final Countdown fue una especie del Despacito de nuestros días. En honor a la verdad he de decir que musicalmente son mucho más que esa canción, aunque nunca pude quitarme de la cabeza la idea de que eran un grupo de heavy comercial. Ya se sabe, cría fama y échate a dormir.
Ambiente
El final del día se va acercando y con él va llegando otro de los platos fuertes. Se nota, se percibe un ambiente distinto. La emoción se va dibujando de alguna forma en las caras. La gente se apiña, entrega parte de su espacio vital por un bien común. Solo los grandes grupos son capaces de generar esas sensaciones a tan altos niveles y, como no, Aerosmith están a ese nivel, en el sustrato donde se concentran los que son capaces de dejar profundas huellas. El escenario cambia y ahora tiene un saliente en forma de T.
Un gran logotipo ha aparecido en el suelo. Con la proyección de un video donde aparecen imágenes de portadas de discos y fotos a lo largo de estos 50 años de carrera y la canción Carmina Burana como fondo sonoro, comienza el show.
El primer tema en sonar fue Let The Music Do The Talking, podría cortarse la satisfacción general. Supongo que Steven notaría como se clavaban miles de pupilas en su fibrosa figura, mientras zarandeaba unos de los micrófonos más reconocibles del panorama, pañuelo arriba pañuelo abajo. Después de haber dado un concierto un par de días antes y teniendo en cuenta la edad, pensé que su voz estaría más quebrada, pero no fue así. Como muestra decir que resolvió con nivel los agudos de un tema nada fácil como es Dream On, cantado sentado a un piano blanco. Momento espectacular ya que Joe Perry se subió sobre ese piano para dejar su lugar a Steven acabando la canción.
Sin duda uno de los momentos más álgidos de la noche y que consiguieron agotar más baterías de móviles. Otro de esos momentos estales fue cuando Joe nos brindó Stop Messin’ Around y es que este hombre, aparte de ser un guitarrista de completísimo, también sabe cantar. Bravo por él. Hubo un momento del conciertos, si no me equivoco fue en Eat the Rrich, en que creí que había playback. Imagino que serían coros pregrabados. La cuestión es que aunque las pantallas tienen un pequeño retraso, había voz y no había movimiento de boca ni el micro cerca. Quiero creer que es eso, aunque no llego a entenderlo del todo. Estas pantallas lo chivan todo, son tan grandes y tienen tal definición que no tardará mucho en que veamos a algún cantante anunciar un coche en la campanilla y cambiarse las muelas de juicio por unas de neón. Yo ya me imagino a uno.
Ambiente
Desde luego según pasaba la noche se notaba que le costaba más cantar, nada que no se pueda entender ni que le quite un quilate a una actuación inmensa se mire por donde se mire. Después de las casi dos horas el fin llegó, como no podía ser de otra forma con Walk This Way, que si alguien no la conoce igual no es de este mundo. Para resumir, un espectáculo al alcance de muy pocos. Una banda a la que el tiempo solo podrá dorar y dar brillo. Si se presenta otra ocasión de verlos no la voy a desperdiciar.
Con esto fue acabando este Rock Fest para mí, cierto es que después había más fiesta, tocaban God save the Queen. Así que a la una de la madrugada había que buscarse la vida para volver a casa.
Aquí no me queda otra que dar un palo a la ciudad, a las doce se acaba el metro y los autobuses nocturnos pasan cada hora. La cola para coger un taxi podría llegar al kilómetro y seguía creciendo. Gente venida de medio mundo que no conocen los transportes, que llegan al y vuelven del festival con suma facilidad las dos primeras jornadas y se encuentran que el ultimo día no tienen como volver. ¿Eso es imagen de ciudad? ¿Queremos exportar eso? He visto un partido de fútbol un jueves contra un segunda b para la copa del Rey en el que el horario del metro se ha ampliado ¿Y para esto no se puede? No sé a quién le corresponde pero lo denuncio aquí. No me parece de recibo que no haya más apoyo a este tipo de festivales, que también son marca de ciudad.