Un año más, la bucólica localidad de Hoyos del Espino, en plena Sierra de Gredos, fue el lugar escogido para celebrar la decimosegunda edición del Festival Músicos en La Naturaleza. Como viene siendo habitual, la organización optó por un peso pesado de la música internacional como reclamo y, a tenor de las cifras, no se equivocaron con la elección. El mediático Sting consiguió colgar el cartel de “No Hay Entradas” y congregar a 14.000 personas según datos oficiales.
El festival sorteó el mal tiempo que durante todo el fin de semana había aguado (nunca mejor dicho) muchos eventos musicales por todo el país y pudo celebrarse con total normalidad. Los asistentes fueron recibidos con un gran despliegue policial y grandes medidas de seguridad que ralentizó la entrada al recinto y provocó grandes colas. La organización, quizás superada por un imprevisto lleno, se quedó un poco corta en la oferta de servicios, y las colas siguieron acompañando al público tanto en los baños, como en las barras y en los puestos de comida, a todas luces insuficientes.
Pasadas las ocho de la tarde y con aproximadamente la mitad del aforo presente, Nikki Hill saltó al escenario acompañada de una banda en la que se veían muchas caras nuevas. De su última visita sólo repitió su marido, el guitarrista Matt Hill. Tanto el bajista como el batería son nuevos en la formación, a la que también han añadido una guitarrista más. Consciente de la importancia de actuar ante una audiencia tan numerosa, Nikki Hill salió dispuesta a noquear al público desde el primer momento y sin duda lo consiguió. Estaba claro que la mayor parte de los asistentes no la conocían previamente, pero tras (Let Me Tell You 'Bout) LUV y Heavy Harts, que dieron el pistoletazo de salida y arrancaron las primeras palabras de asombro, el público se rindió de inmediato ante el talento y la clase de la joven cantante.
Para los que ya sabíamos de ella, descubrimos a una Nikki Hill que no deja de crecer. Con más soul que nunca y con el deje rockero más suavizado, la vocalista consigue con su nueva formación un show igual de energético pero más directo. La incorporación de la nueva guitarrista, que demostró ser todo un portento, resta protagonismo a su marido y aporta muchos matices. Bajo el sol que aún calentaba el escenario, Hill y su banda, todos vestidos de negro, mantuvieron la maquinaria al cien por cien de principio a fin a base de rock n´roll, R&B y soul de muy alta calidad. Temas como “Strapped To The Beat” o “I’ve Got A Man” pusieron a bailar al respetable con su ritmo adictivo.
Un tema nuevo, “Troubles, Heartaches & Sadness”, le sirvió a la cantante para lucir el dominio de su voz en los registros más lentos, lejos del desgarro vocal que tanto utiliza en las más movidas, como sucedió, por ejemplo, en la magnífica versión que hizo de la archiconocida “Sweet Little Rock 'N' Roller”. Con la marchosa “Oh, My”, Nikki Hill remató un soberbio concierto que le valió para ganarse miles de nuevos fans entre un público que la despidió con rabioso entusiasmo.
Nikki Hill
Con el aforo ya completo, la gente se apelotonó lo más cerca posible del escenario para poder ver a la indiscutible estrella de la noche. Sting quiso comenzar tres minutos antes de la hora prevista y apareció en Gredos a punto de dar las diez luciendo unos extraordinarios 65 años, como si el tiempo se hubiera detenido hace once, cuando inauguró este mismo festival. Como en aquella ocasión, el tema escogido para abrir el repertorio fue Synchronicity II, seguida de una extraordinaria versión de If I Ever Lose My Faith On You y rematada con Englishman In New York, firmando así un arranque de show sensacional. Hay que destacar que, como sucedió con Nikki Hill y como pasaría más tarde con Amaral, el sonido fue siempre fabuloso.
En el setlist se fueron alternando canciones de su carrera en solitario con los grandes clásicos de The Police, que el público iba recibiendo con creciente furor. No obstante, el show fue perdiendo su vibrante pulso inicial y terminó convirtiéndose en un directo plano y visualmente aburrido (ninguno de los músicos de movió ni un centímetro de su sitio en todo el concierto). En lo musical, nada que objetar, la banda sonó con perfección, Sting mantiene intacta su especial forma de cantar y el grueso del programa lo ocupó canciones que son clásicos de la música por algo. Pocos faltaron en una lista fue el sueño de los fans de The Police: “Spirits In the Material Word”, “Every Little Thing She Does Is Magic” o “Message In a Bottle” estuvieron a la altura de sus versiones originales, pero “So Lonely”, interpretada con un exagerado ritmo reagge y sobretodo “Walking On The Moon” (cómo se echó de menos el toque del maestro Stewart Copeland) salieron peor paradas.
El momento emotivo de la noche sucedió cuando Sting cedió el micro a su hijo Joe Sumner, líder del grupo Fiction Plane y que le acompaña en los coros en esta gira, para que éste interpretara un tema. De su carrera en solitario pudimos escuchar “Fields of Gold”,” Shape of my Heart” o la más reciente “Desert Rose”. Tras ella, el inevitable “Roxanne”, en la que intercalaron algunas notas de “Ain't no Sunshine” y que terminó rozando el espíritu verbenero con la banda y el público coreando incesantemente el estribillo.
Con “Next To You”, el cantante británico volvió para los bises y tras un “Every Breath You Take” que llevó a muchos asistentes casi hasta el orgasmo, Sting terminó el show interpretando una melancólica y bella versión de “Fragile”. Fue, en definitiva, un buen concierto que deleitó a la gran mayoría de un público que había acudido a Gredos bajo su único reclamo.
Sting
Se volvieron a cumplir los horarios y Amaral apareció en escena al filo de la media noche, cuando el frío comenzaba a hacer su aparición y una parte de la concurrencia abandonaba lentamente el recinto. Los que se quedaron (más de la mitad) recibieron una descarga de energía que comenzó con las primeras notas de “Unas Veces Se Gana”, a la que siguió “Revolución” y “Kamikaze”, confeccionando un trío de salida que desperezó hasta a los más somnolientos. El suyo fue un directo vibrante, con una Eva Amaral que no dejó de bailar, arengar al público y cantar con su tono inconfundible temas que están grabados en la memoria colectiva de casi todos nosotros.
El escenario lucía la preciosa escenografía que les acompaña en su gira Nocturnal y que embelleció la cada vez más fría noche de Gredos. Durante hora y media repasaron canciones de toda su discografía sin dar una tregua a su entrega y así sonaron “Días de Verano”, “Como Hablar”, “Moriría por Vos” o “Marta, Sebas, Guille y los demás”, que el público entonó como himnos. Para terminar escogieron “Llévame Muy Lejos”, la famosísima “Sin ti No Soy Nada” y “Nadie Nos Recordará”, con la que remataron un concierto que cumplió de largo con las exigencias de un público dispuesto a divertirse.
Un año más, y ya van doce, Músicos en La Naturaleza consiguió que miles de personas, cada vez más, se desplacen hasta un lugar tan bello como inhóspito para disfrutar de la música en directo. Volveremos sin duda.