Jueves noche del 5 de octubre. Sala a las afueras de Madrid, que a priori, parecía complicado llenar de gente. Pero cuando se trata de Deco Pilot y AnteS, absolutamente nada es imposible.
Con una puntualidad extrema, los de Barcelona saltaron al escenario, agradeciendo una y mil veces a los madrileños, el haberlos traído a la Moby Dick. Quedaba mucho para la medianoche («Midnight»), pero como si de unos auténticos robots («Robot») autómatas se trataran, Deco Pilot trataron y consiguieron asaltar y disparar («Hold & Fire») al público recién llegado, al que no dejaron en absoluto indiferente.
Desde lo más profundo de su ser, demostraron que la verdadera voz no surgía de ellos mismos («You are my voice»). Y es que hicieron gritar al público, rugiendo ellos como el mismísimo rey de la selva: el león («Lion»). Demostraron hasta la saciedad que, al final, lo único capaz de permanecer cuando te miras ante el espejo («Mirror»), es tu corazón de diamante («Diamond Heart»), el mismo capaz de relucir como una estrella blanca («White Star»). |
Apenas eran las 22.15 horas, cuando «Uno» comenzó a sonar y el trío madrileño, apareció en el escenario. Como si de una misma persona se tratara, Joe, Hache y Simón se fundieron en un abrazo. Ritual que no falta en ninguno de sus conciertos. Para los chicos de AnteS era primordial hacer «Algo por ti». Con una «Simétrica» brutal, era primordial armar «Filas» sobre el escenario y dar al público, el mejor concierto que había vivido hasta el momento.
Sedientos y con mucha «Hambre» de rock, el «Silencio» no pudo hacer acto de presencia. Era prácticamente imposible, porque las propias canciones de AnteS te invitaban a cantar, a gritar, a sudar. Aunque quedara más que claro que «Nadie va a venir a salvarnos», ellos y solo ellos, eran ya unos «Héroes». Y es que, en cierto modo, nos estaban ya salvando con su música. Esa noche, ellos fueron nuestros Jesucristos personales («Personal Jesus»), y no Depeche Mode.
Eso sí. Por un momento, el «Frío» inundó toda «La Habitación». Los «Animales» salvajes estaban al caer. Antes de que entrara la «Desconexión» definitiva, quedaba tiempo para una más («One more time»). Tras este gran espectáculo, los «Días» estaban contados. Ahora sí que era medianoche de verdad. |