Vintage Trouble regresaron a España tras suspender este verano varios conciertos debido al accidente sufrido por su guitarrista, Nalle Colt, tras su participación en el Black Is Back Weekend en junio en Madrid, y lo hizo con más expectación que nunca. El cuarteto colgó el cartel de “no hay billetes” en cada uno de los cuatro conciertos previos al que ocupa esta crónica y según los organizadores, pudieron llenar varias salas más debido a la alta demanda de entradas.
El Escenario Santander estaba a rebosar en la última fecha en nuestro país y el millar de personas que permite el aforo de la sala esperaron pacientes bajo una intensa lluvia la larga cola que se formó en la entrada. No era para menos. Vintage Trouble ha ido ganando repercusión mediática a lo largo de sus siete años de existencia: han aparecido en el show de David Letterman, han abierto para gigantes como AC/DC, Bon Jovi o sus satánicas majestades, The Rolling Stones, y en nuestro país han participado en numerosos festivales como el Enclave de Agua, el WOP festival, BBK Live, el Azkena Rock o el mencionado Black Is Back Weekend cosechando halagos por la espectacularidad de sus conciertos. Sin embargo, en estos siete años tan sólo han editado dos álbumes (el último, hace más de dos años), un pobre bagaje compositivo para una banda que claramente vive del directo
El escenario lucía, además del telón trasero con el nombre de la banda, un par de pantallas de televisión en las que se mostraban imágenes antiguas en blanco y negro. Pasaban de las once y media de la noche cuando por fin sonaron los primeros acordes. Los músicos aparecieron en escena y el público los recibió rugiendo y aplaudiendo a rabiar, y sin más dilación, comenzó el espectáculo. Arrancaron con “Strike Your Light" y el carismático cantante de la banda, Ty Taylor, enseguida mostró su extensa colección de piruetas, acrobacias, saltos y cabriolas. Tan pronto se retorcía en un baile convulso, como saltaba al foso, se mezclaba entre el público o posaba en posturas inverosímiles ante los ávidos fotógrafos.
Vintage Trouble
El primer cuarto de hora del concierto fue frenético, tanto por el ritmo de los temas escogidos ("1 Hopeful Rd" y "Blues Hand Me Down" entre ellos), como por la fervorosa actividad del cantante. Tras el shock inicial, la banda bajó la tensión hilvanando varios temas con menos pulso y alguna balada (sonaron “Doin´ What You Where Doin´”, “Another Man's Words”, “Rollin” o “Jezzabella). Fue entonces, cuando, desprovistos del efecto circense de su puesta en escena, a Vintage Trouble se le vieron con claridad las carencias. Ni tienen grandes composiciones ni sus integrantes son especialmente talentosos, y el resultado es una banda anodina y con poca sustancia. Observé, con gran sorpresa que sin los trucos de magia resultan monótonos y aburridos. De hecho, tocaron un tema en ausencia de Ty Tayler (“Get it Before What´s to be Got is Gone”) de forma tema instrumental que hizo bostezar a más de uno.
Durante la parte central del concierto, tan sólo se recuperó la intensidad en destellos momentáneos, aunque hay que reconocer que el público reaccionaba apasionadamente ante cualquier gracia del cantante. En los últimos veinte minutos, Vintage Trouble volvió a poner en marcha la noria y ofreció un fin de fiesta apoteósico en el que pudimos ver a Tayler subir hasta la parte superior de la sala para corear desde allí “Run Like The River, surcar las cabezas de los asistentes en una inmersión programa, conseguir arrodillar a media sala mezclado entre la gente y todo el resto de tretas que Vintage Trouble utiliza sistemáticamente en sus conciertos, incluido el paseíllo final entre el público hasta el puesto del merchandising con el que culminan sus bolos. Desde allí se despidieron de la feliz concurrencia, firmando discos y dejándose sacar fotos por una montonera de fans presas del subidón.
De las aproximadamente mil almas que presenciaron el concierto de Vintage Trouble en el Escenario Santander, posiblemente a más de 800 les pareció un concierto inolvidable. Pero a algunos no nos lograron deslumbrar con sus fuegos artificiales. Reconozco la efectividad visual del espectáculo pero musicalmente fue un concierto sin pena ni gloria. Es como ir al cine a ver una peli llena de efectos especiales. Sólo faltaron las palomitas.