A veces las casualidades ocurren y de un concierto te sale otro que no sabías de su existencia; eso fue lo que me ocurrió a mí el anterior fin de semana, cuando me hablaron de este evento.

Si bien he de decir que tenía algún otro concierto ojeado, el hecho de que la anterior vez que vi a los asturianos Los Berrones en directo me lo pasará tan bien, hizo que no dudase mucho sobre acudir a la cita y eso que la hora era un poco tarde para mi por motivos laborales, ya que al día siguiente había que trabajar.

El evento tenía lugar en Cabezón de la Sal con motivo de las fiestas de Carnaval, que tradicionalmente se celebran una semana después a lo que suele ser habitual en otras localidades.

Esperaba una importante presencia de gente ya que, además del tirón y popularidad de la banda, la noche acompañaba ya que la temperatura era primaveral, sobre todo teniendo en cuenta el frio de los días precedentes.

Sin embargo, minutos antes del comienzo del concierto se puso a jarrear agua, por lo que dimos gracias por el cambio de ubicación ya que teníamos carpa en el Parque Conde de San Diego, lugar escogido días antes, supongo que por miedo a las inclemencias y por ser un espacio bastante amplio para acoger el evento.

Tras una entrega de premios por el citado carnaval y con máxima puntualidad (los milagros existen), comenzaba la actuación de Los Berrones, en una carpa llena de gente de todas las edades y gustos dispuestos a divertirse con la banda, que arrancó, como lo hace su último disco, “VII: Ad Libitum”, editado hace 9 años, con “Toi que me lleva Dios”, y es que cuando las cosas van mal sólo pueden empeorar.

Como es tradicional, cuando sonó la maravillosa “A cabruñar”,  de su “República Independiente de Tolivia” del 2003, subieron a un voluntario de entre el público, en este caso una chica que se mostró muy ducha con el manejo de este apero de labranza, mientras la banda nos hacia botar con el tema.

De vuelta a su más reciente disco, siguieron con “Nun me controles más”, que critica el excesivo uso de los móviles, para seguir dentro del mismo disco con “Carabines y escopetes”, que, como su nombre indica, nos habla de cuando quieres ligar con alguien y no te quitas de encima su amigo o amiga.

De vuelta a su anterior disco de hace ya 15 años, llegó el turno de “País de pandereta”, dedicado a la eterna Belén Esteban, antes de regresar a su nuevo disco con ese homenaje que hacen a Pink Floyd con su adaptación del “Confortably numb”, llamado aquí “Como un tapín”, dando muestras de la calidad de la banda y es que no solo son divertidos, sino que son grandes músicos y han sabido llevar esta adaptación a su terreno.

Pero está claro que mucha de la gente estaba ahí por sus temas más clásicos y uno de los más famosos, sino el que más, es “Chacho”, de aquel “Si rompe, que rompa”, que les hizo tan famosos en 1990 cuando fue editado.

Los Berrones siempre han sabido mezclar critica e ironía a partes iguales en sus canciones y eso se refleja en canciones como “Agárrate el mangu”, editado en aquel “No, home, non” 1993 en plena crisis económica; 25 años después seguimos igual o peor.

Se remontaron a su primer disco, aquel “Voy dicítelo (Fechu n'Asturies)” de hace casi 30 años y que les puso en boca de todos gracias a su éxito en Asturias, con “La de la escuela”.

Más reciente, aunque ya tenga 20 años es su disco “Da-y fuerte”, que contenía piezas que se han convertido en clásicas como esa divertida “Calcar na tená”, un autentico temazo, antes de presentarnos la última canción que han presentado, aun no editada en ningún disco, que es “Menudu talibán”, sobre esos “buenos chicos” que se desmadran más de la cuenta cuando salen de fiesta.

Como ya es habitual en ellos, los pies de los micrófonos eran herramientas agrícolas, y, además, iban sacando de vez en cuando más aperos, como los cencerros que sacó su bajista antes de “La de Sindo'l cabreru”, mientras imitaba el balar de una cabra para meternos más en situación, tema que fue completado por ese momento folclórico con un trozo del conocido “Ay, pena, penita”.

Con la gente ya totalmente volcada ante los asturianos, llegó uno de los momentos más esperados por todos los presentes, cuando interpretaron “Nun yes tu”, la canción que les dio a conocer allá por el año 1988 y que hizo cantar y bailar a toda la carpa.

Pero, como decía antes, las canciones de Los Berrones no están exentas de un gran trasfondo como el que aparece en “El mio pueblu”, que apareció en su cuarto disco por el 93, y que nos muestra la amara realidad de los pueblos que son abandonados, quedando deshabitados cuando los mayores se van. Un temazo.

Volvieron a su exitoso segundo disco con “La del estudiante”, otro popular tema que dijeron que no era autobiográfico y que ánimo aun más la fiesta, incluyendo un trozo del “Que tiempo tan feliz”, dedicada a María Teresa Campos, antes de unirla a “Borrachón”, presente también en el mismo disco y que sirvió de presentación a los diferentes integrantes de la banda, antes de despedirse momentáneamente.

Y es que aun quedaba la traca final que arrancaron con “Pueblos pequeños”, de su último disco y que trata sobre las rivalidades que se crean en los pueblos por herencias y en la que vacilaron intercalando un trozo de la popular canción “Un pueblo es” de María Ostiz.

Y seguía la fiesta, que era en lo que se había convertido la carpa, con “Manolo, por favor”, único tema que sonó de su tercer disco “¿Lo tuyo cómo ye?”, del 1992, con la gente ya disfrutando de los últimos compases del concierto, que concluiría con “La de les vacaciones”, que abría su primer disco y en la que siguió el cachondeo con el reggaetón y su ritmo a base de chorizo y pan, antes de dar por concluido su concierto tras dos horas de actuacion.

La verdad es que no se puede pedir más en un concierto y es que Los Berrones son una banda que hacen, que mientras estamos viendo su concierto, el tiempo pase sin enterarte y te entren ganas de ir de fiesta con ese buen rollo y simpatía que desprenden, sin olvidar esas particular visión que tienen de la vida,

La madrugada había entrada y era hora de marchar para casa que tocaba trabajar al día siguiente, pero lo hice con una sonrisa por el buen rato que había pasado y con el convencimiento de que, cuando vuelvan por estas tierras, volveré a verlos porque son garantía de fiesta y diversión.

¡¡Puxa Los Berrones!!

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