El Pabellón de los Deportes de Palencia reunió a dos de los nombres con más solera en la Historia del Rock de este país, Rosendo y Burning, imponente cartel donde también se coló como banda de apertura la formación burgalesa Cronometrobudú. El concierto se enmarcó dentro de la gira de despedida de los escenarios que está realizando Rosendo y aconteció sólo unos días antes de que Johnny Cifuentes anunciara para el próximo año el último tour de Burning.
La noche se preveía antológica y el recinto mostró un magnífico aspecto con el público llenando completamente la pista y ocupando parcialmente las gradas. Pasaban de las diez de la noche cuando el Rock canalla y chulesco de Burning se adueñó del Pabellón de los Deportes de Palencia. La formación capitaneada por el incombustible Johnny Cifuentes, con el gran Eduardo Pinilla como escudero, presentaba un segundo guitarrista, bajo y batería, además de un saxofonista y un percusionista, que dieron lustrea temas que ya son himnos para más de una generación.
Burning
Al grito de “vamos a tocar rock n’roll”, toda una declaración de intenciones, los de la Elipa se lanzaron a descerrajar chutes de energía como “No Pares de Gritar”, “Es especial” o la adictiva “Mueve Tus Caderas”. Hubo tiempo para bajar pulsaciones con sentidas interpretaciones como la que hicieron la magnífica “Como un Huracán”, “Cuchillo” o “Una noche sin ti”. A la banda se les vio en plena forma, sin parar de moverse e interactuar y con un Johnny Burning, todo vitalidad y buen rollo.
El público se divertía con la cantidad de energía positiva que desprendía el escenario, demostrando que sigue funcionando el estilo chulesco de “Ginebra Seca” o “Jim Dinamita”. Que es imposible no sucumbir ante los encantos de “No es Extraño” o “Que hace una Chica como Tú”. Burning llevan toda la vida en esto y se lo siguen currando con las mismas ganas e ilusión que siempre, intentado sorprender concierto tras concierto. Y eso es muy grande.
Burning
Tras el obligado parón, el público bullía esperando a Rosendo. El patriarca del Rock nacional mantiene el aspecto de tipo de barrio humilde que siempre le ha acompañado. Pocas cosas han cambiado desde que irrumpiera en el oficio hace cuarenta y cinco años. Las mismas letras inconformistas, el mismo espíritu indómito y la legitimidad que le otorga no haberse dejado sobornar nunca. Tan sólo las canas que pintan su larga melena dan muestras del paso del tiempo.
El concierto con el que se despedía del público palentino fue un recorrido por gran parte de su discografía. Calentó la lluviosa noche palentina de inicio con “Aguanta el Tipo”, “Por Meter Entre Mis Cosas la Nariz”, “Cosita” o “El Ganador” ante una audiencia buena conocedora del universo creado por Rosendo, que coreó, cantó y disfrutó a cada momento. No es amigo de grandes aspavientos, pero su presencia, entregada y sincera, llena el escenario por sí sola, siempre bien apoyado por Rafa J. Vegas, impecable en el bajo, y por Mariano Montero, a la batería.
Rosendo
Recordó a Leño con “El tren”, tampoco faltó “Vergüenza torera” y hubo hueco para “No dudaría” de Antonio Flores para disfrute del personal. Muchos nos preguntábamos esa noche cómo será la vida sin poder escuchar en directo temas tan imprescindibles del imaginario popular como “Flojos de Pantalón”, “Mala Vida”, “Masculino Singular” o “Pan de Higo”. Pero Rosendo seguía a lo suyo, transmitiendo y contando historias de las calles, como si nunca fuera a dejar de hacer otra cosa.
Reservó para el final sus canciones más universales y fue cuando sonaron “Loco por incordiar”, “Agradecido” y “Maneras de vivir”, con el pabellón a punto de desplomarse con la emoción y con el griterío de un público que no quería decir adiós a su ídolo.
Rosendo Mercado es el creador de un género propio, único dentro del rock mundial, que algunos denominan rock urbano y otros rock estatal, al que él ha dado su impronta y su personalidad. Por eso, su él y su música, nos acompañarán siempre.