Mucho ha llovido desde que los primeros acordes de “Aquí huele como que han fumao” asaltaron mis oídos. Mucho tiempo en los que he podido disfrutar a los navarros en festivales y conciertos varios. Sus canciones reivindicativas y sin duda, socarronas nos conquistaron a medio país. Más de un lustro desde que nos quedamos huérfanos y un poco en koma, sin poder disfrutar del cuarteto sobre los escenarios. Por eso cuando se hizo público que Brígido Duque y compañía volvían a la carretera, tuvimos que marcar en rojo en el calendario, la fecha en la que pisarían tierras valencianas.

Nueve años en los que este servidor ha estado sin disfrutarlos, sin ver en directo a una de las bandas más potentes de nuestro país. Nueve años en los que muchas cosas han cambiado para todos, tanto que nunca pensé que mi pequeña de diez años se enfadase conmigo por no llevarla a ver a los enormes Koma. Ahora he adquirido una deuda con ella y en el próximo concierto quiere una foto con el grupo. Tomad nota chicos jejeje.

Muchas ganas y caras conocidas en un reencuentro que pude disfrutar con dos de mis jóvenes “padawans”. Aforo completo es lo que merecían estos navarros para su triunfal retorno y vaya si lo consiguieron. Malabares tuvimos que hacer para conseguir una entrada que nos faltaba y gracias a Jordi, la conseguimos “in extremis”. La familia que va de concierto unida, permanece unida y salvo mi hija, la familia disfrutó unida de un concierto que, si tuviera que elegir una única palabra, elegiría “ÉPICO”, en la sala Moon de Valencia.

Salieron al escenario discretamente y desde el primer minuto de concierto, todos y cada uno de los componentes del grupo demostraron su buen hacer y con el paso de las canciones, su buena forma. Convenciendo a algún escéptico rezagado que dudaba si seguirían con el nivel de antaño. Trallazos sin parar ni a respirar, repartiendo estopa a diestro y siniestro “Niños de la posguerra”, “Tío Sam”, “Jack Queen Jack” y “El Pato” se despacharon ininterrumpidamente sin descanso y de carrerilla. Tras el saludo inicial del “Brigi” y después de cuatro bombas en forma de canción, llegaron “Revolución”, “La chulería” y “Jipis”. Las caras de satisfacción entre los presentes reafirmaban la entrega para con la banda mientras el calor iba subiendo en intensidad, y eso se veía claramente en el centro del público completamente extasiado y entregado.

Le tocó el turno a “Protestantes”, a título personal una de mis favoritas. Natxo Zabala estaba pletórico. No solo sonaban potentes los pamplonicas sino que creo que mejor que la última vez que los vi.

Debo reconocer que a veces, el Brigi y sus muecas, me intimidan. Si un bigardo como él, se te queda mirando a los ojos con una de sus caras “desquiciadas”, te sientes como un lindo unicornio que feliz trota por un prado de arcoíris cagando caramelos…inocente y temeroso.

“Vaya carrera” dio paso al “Muro de Berlín” y al “Catador de vinagre” y yo hacía varias canciones que había perdido la voz. Pude recuperarla con un trago de la insufrible y excesivamente cara cerveza del local y porque después de tanto tiempo soy incapaz de aprenderme la letra de “Marea Gora” y eso que la traducción al castellano me encanta, punto negativo para mí  que intentaré enmendar para el próximo concierto. “Menos mal” que no todo nos da igual y haré el esfuerzo.

La socarrona “La almohada cervical” me valió una colleja cariñosa de mi pareja…no hace falta explicar el por qué. Sea como fuere, los primeros acordes arrancaron una vez más los vítores del público. Casi parecía que estuviéramos todos en un karaoke en vez de un concierto.

Los nuevos aires para “Deprimido singular” y “Buitres” en formato acústico sorprendieron a muchos y por lo que pude observar, fueron bien aceptados por el coro de voces de San Ildefonso…perdón, de los asistentes. Imagino que ese pequeño parón sirvió de descanso para Juan Carlos Aizpún, muy, muy merecido hay que reconocérselo…un pulpo heavymetalero no machacaría igual la batería. ¡Grande!

“Por los siglos de los siglos” volvió a reanudar la tralla que venían repartiendo los pamplonicas, dando paso a “Me vacío” y casi ininterrumpidamente “Caer” y la potente “El pobre”. Rafael Redín hacía cabalgar sus dedos sobre las cuatro cuerdas de manera incombustible, como demostró con “Imagínatelos cagando”.

Otro de los momentos inolvidables de la noche fue “Sakeo” que casi reafirmaba lo dicho en la anterior canción y que en muchas ocasiones de la historia, pasa lo que pasa, que terminas como un “Sonajero” roto por dentro y así termina la noche…

…o no. Todavía quedaba cerilla por arder como demostraron con “Sé dónde vives” y el “pupurri” con “Mi Jefe” (no podía faltar), “La pelea” y “Pensamientos fúnebres”. No solo quemaron la penúltima cerilla, sino que hicieron arder la noche valenciana hasta que triste y casi irónicamente, “Bienvenidos a degüelto” cerraba la noche y encendía las luces del local, con la esperanza de todos los presentes de volver a vernos las caras lo antes posible y mejor aun si hay temas nuevos de por medio.

Como ya dije al principio…ÉPICO concierto que se marcaron estos cuatro jinetes.