El sábado 12 de enero nos fuimos al Mendigo, en Barakaldo. El plan, concierto de Brigade Loco y Obsesion Fatal, ambos con disco nuevo bajo el brazo y los barakaldeses Obsesion, presentándolo ese mismo día. Noche fría, helada, nada fuera de lo común dentro de los márgenes de este primer mes del año lleno de lunas de sangre, lobos y ánimos extraños. Hacemos parada en la Riojana y pillamos algo de Eh, Mertxe!. Pero algún día volveremos sobre eso en otro capítulo.
Mendigo, trámite de entradas (con disco incluido) y ya estamos preparados. Desde el primer momento se siente un ambiente cálido y acogedor; contrasta con el aire denso y frío del exterior, y de algunos interiores. Enseguida nos sentimos cómodos. Caras conocidas, otras que no, saludos, presentaciones y ronda de cervezas. Entonces arrancan Brigade Loco. Cinco en escena repartiéndose el espacio y dando caña a la canción "Brigade loco", del disco "Ekintzek dute hitza". De hecho, durante unos cuarenta minutos dan un buen repaso al álbum, publicado en noviembre del pasado año.
No son muy de hablar entre canciones, apenas algún agradecimiento, pero tampoco es algo que se eche de menos. Los presentes llenan el espacio frente al escenario bailando y cantando las canciones, y desde las tablas se vuelcan (con éxito) en mantener ese ritmo. Lo temas varían entre una línea más oi! pegadiza, bailable y coreable hasta un punk más del estilo The Casualties, contundente, acelerado y resultón. Funciona, la gente no está por casualidad, han ido a ver a Brigade Loco. Al menos caen ocho canciones del disco: "Zulo beltza", "Sorginak", "Jasaten duguna", "Aurrera doa" o "Solo pero en control".
Se nota que no quieren dejar mucho en el tintero, así que en el último tramo enlazan prácticamente todo el material, siendo de las últimas en caer "Gaztelu beltza". El público sigue hasta las últimas consecuencias, como si esperara que no acabase aún, y recogen el tiempo de actuación con una energía que no quiere ser cortada. Creo que eso resume bien el carácter del concierto. |
Obsesion Fatal eligen su pueblo de origen para la presentación de su nuevo disco. Juegan en casa, y eso genera una sinergia de nerviosa tranquilidad, como si presintieran una permisividad cómplice y precisamente por ello, relajarse no fuera una opción. Me encantan los bolos así: la banda se deja la piel y sobrepasa cualquier expectativa.
Al lío. Como es de esperar, abren con un bloque en el que predominan los nuevos temas de "Tiempos revueltos", por ejemplo "Sin control", el homónimo "Tiempos revueltos", durante el cual se desprende el telón con el logo y nombre de la banda (siempre tiene que quedar alguna anécdota), "Ojos de amanecer" o "Let's go". Meten aquí y allá algún tema del álbum "Dispara Rock & Roll" de 2015: "Atascado en el lodo", "Tipos duros", "Pelea", y unos cuantos más, de hecho, aunque no está reflejado en el set list se animan con "La muerte tiene un precio" antes de tocar la última canción.
El tiempo pasa volando, pero en este caso una hora y algo más da mucho de sí. Coros, bailes, la banda que insta a Barakaldo a no decaer bajo ningún concepto, y Barakaldo cumple sin rechistar. Rescatan un par de temas de los dos primeros discos, como "No pararé" de "Coge esa bala" y "Generación perdida", que aunque regrabada en este último trabajo ya estaba presente en "Generación perdida". Y llega el final, que no puede ser de otra manera que en familia: parte del público sube al escenario para cerrar la noche con "100 años de pasión", el himno oficial del Barakaldo F.C. No se m ocurre mejor manera de terminar la presentación.
Y hasta aquí llegamos. Una noche intensa que está lejos de acabar, y que por suerte se ha llevado por delante todo ese frío tenso que me atenazaba al salir de casa.
Hasta otra. |