COLABORACIONES
 Crónica
 
Beluga + Medusa Box
  08/02/2019     
  Lourdes Martínez     
  A. Makeda
  Sala Caracol, Madrid, Madrid
www.insonoro.com

He perdido la cuenta de las veces que he comenzado a escribir y borrar esta crónica. Tampoco sé las veces que me he medio emocionado recordando el concierto. Como una herida que no ha terminado de cicatrizar, todavía escuece.

Es extraño porque cada vez me resulta más complicado plasmar sobre el papel determinadas emociones. Es lo que tienen bandas como Beluga. De repente, contar qué pasó y cómo, de la manera más imparcial posible, se convierte en tarea prácticamente imposible. Tampoco es que me preocupe demasiado ser objetiva, porque precisamente esa es la magia de la música. Que te mueva, que te haga sentir y que te haga rugir. Y creo que este tipo de cosas son las que se merecen ser contadas desde dentro, desde la tripa y desde el corazón.

Pocas bandas he visto con la presencia y la garra de Beluga. Eso es lo que los hace únicos y lo que hace que el concierto del viernes 8 de febrero en la Sala Caracol, sea aún más difícil de contar. Lo único que pude sacar en claro de un concierto que todavía estoy asimilando, es que ahora es el verdadero “Tiempo de leones”.

Mucho antes de que Beluga aparecieran en el escenario, era el turno de los catalanes Medusa Box, quienes con su potente directo, fueron el gran descubrimiento de la noche. Entre canción y canción, anunciaron que ese sería su último bolo, ya que pronto entrarían en el estudio de grabación. Una primera toma de contacto que sirvió a los de Barcelona para presentar las canciones de su “Nothing behind all of these masks”.

  
Medusa Box
 

Finalizado el concierto de Medusa Box, la espera se hizo interminable. Los chicos de Beluga saltaron al escenario relativamente pronto, pero no empezaron inmediatamente. Con la intensidad, el sigilo y la paciencia con la que cazan los auténticos leones, esperaron a que el público callara. El largo hilo musical que los acompañaba, perduró unos cuantos minutos. Lo que nosotros no sabíamos es que todo eso formaba parte de su espectáculo: nos estaban probando. Era su manera de decir: “Sí, aquí estamos”. Y sí, “hasta que no tengamos tu atención, no vamos a empezar”.

Los minutos parecían horas, pero justo cuando comenzábamos a desesperarnos, sonaron los primeros acordes de “Te quiero enfermo”. Todos estallamos en la más máxima euforia y todos los sentimientos escondidos “Detrás del corazón” afloraron. No importaba nada, más que la música. Por eso aceptamos de tan buena gana las disculpas de la banda, cuando aseguraron que no eran personas de muchas palabras.

“Lo siento, no te puedes rendir” nos cantaron en “A 40 Grados”. Y así, sin rendirnos, continuamos cantando y entrando en calor. La manada de leones había inundado la Sala Caracol y desde abajo, no concebíamos otra opción más que seguirlos. Les salía todo de manera tan natural y el espectáculo era tan puramente hipotónico, que recuperarse iba a llevar mucho tiempo. Conseguir ese efecto en el público es difícil y conlleva una gran responsabilidad. Pero una vez lo consigues, ya está. Magia hecha.

Magia que no cesó ni siquiera cuando nos adentramos en plena “Tierra de Palmer”. O cuando se atrevieron con “La leyenda del tiempo” de Camarón. Eso sí que fue puro espectáculo. Un inciso que nos llevó de nuevo a los Beluga de su álbum debut, con “Skata”, pero que pronto recuperamos con uno de los nuevos temas, “Solo Éter”.

  
Beluga
 

Por momentos, la emoción me abrasó tanto el cuerpo que hasta “Mis demonios” quisieron huir. El “Fuego” provocado en la sala sirvió para reabrir la herida. Volvemos a ella. A esa desgarradora herida incapaz de cerrarse y que no deja de sangrar. Estaba siendo todo tan de verdad, que incluso temía el momento en el que se pudiera acabar. Fue cuando comenzó lo verdaderamente intenso. Seguimos cantando canciones como “Manisa” o “La piel de la naranja”. Fue entonces cuando todo cobró forma, nos deconstruimos para reconstruirnos a partir “Del barro más severo”. Y llegó “Biolumiscencia”. Centenares de cuerpos en una sala, capaces de generar eso: luz. Una luz a la que “La Griega” arrojó todo su conocimiento.

Recta final de uno de los conciertos más intensos y espectaculares que he tenido el placer de vivir. De la indestructible y poderosa “Gorgona”, pasamos directamente a “El baile de sangre”. El espectáculo había pasado por delante de nuestros ojos, como un verdadero “Búmeran”. Pero todavía quedaba una última bala en la recámara. ¿Cómo no iban a bajar del escenario para cantar completamente desenchufados “Aprendiz de leones”?

Probablemente, esa fuera la mejor manera de terminar. Y estoy completamente segura de que los verdaderos aprendices de leones (nosotros), salimos con la lección aprendida: solo la música es capaz de regalarnos a bandas como Beluga.

  
Beluga
 
 Fotos
 
  
 
Medusa Box - Beluga
 
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