Rebelión Tour hace parada en Bilbao el viernes 8 de febrero. Ilegales presentando su último disco, "Rebelión", eso y una buena lista basada en los clásicos de la banda. Ni lo dudo. Llegamos al Antzoki en mitad de una tarde-noche mediocre con nada lo suficientemente atractivo como para ser reseñado. Contraste fuerte con la expectativa individual de los que ordenadamente vamos llegando. Esperamos que todo se tuerza y descarrile de la agotadora normalidad; para algo hemos venido.

"La danza de los caballeros" de Sergei Prokofiev sirve de introducción ante una sala llena y con demasiadas ganas. Nos regalan "No tanta, tonto", del disco que están presentando, y se remontan entonces a los inicios con "Hola mamoncete" y algo más tardía, "Ella saltó por la ventana". El sonido es bastante limpio. El público, metido en el rollo desde que Jorge y los suyos pisan el escenario. No hay más que hacer que esperar a la siguiente para volver a tener esa sensación de "joder, otra grande". Y entre grande y grande, me sacude "Agotados de esperar el fin", con su "no viven, sólo esperan" extrapolable a otros modos de vida ajenos a la canción. Y veo que estoy rodeada de gente que no quiere esperar nada, aunque casi sea inevitable. Y, en cierta manera, consigo dejar de ser ese "saco de ansiedad atrapado entre un segundo y el siguiente".

Me relajo y disfruto de "Enamorados de Varsovia" entre luces amarillas moribundas. Las voces se alzan sobre los presentes para seguir con determinación las letras, casi como un ejercicio de reafirmación de identidad. La de gente que ha crecido escuchando estos temas... "Yo soy quien espía los juegos de los niños" o "Me gusta como hueles". Poneos a salvo. Hace un buen rato que no tengo cerveza y necesito ir al baño, pero no me muevo, no vaya a ser que me pierda algo. Hemos pasado otro par de cortes de "Rebelión": "El bosque fragante y sombrío" y "Mi amigo Omar". Las voces que corean disminuyen, se nota que son recientes aunque nadie pierde fuelle porque atacan desde el escenario con "Eres una puta" o "Tiempos nuevos, tiempos salvajes".

La alusión a la censura y al respeto por la libertad de expresión es una constante durante todo el concierto. Analizando ahora con la perspectiva que da el paso de los días, pienso que es de esas actuaciones a las que no se va simplemente a cantar y bailar. Hay reafirmación, reflexión, y entraña. Modos de vida y pensamiento, experiencias propias y cercanas tan presentes como olvidadas porque no queda otra. "Bestia, bestia", reiniciada por algún problema técnico nada más empezar, anuncia un final que se alarga en un bis de cuatro temas más. 

Llegan las palabras finales de Jorge: "Voy a daros la bendición Ilegal a todos vosotros (...), tanto a los que venís del cielo porque seguro que sois muy buenos, como a los que venís del infierno, porque Ilegales sabemos muy bien lo que es estar en el infierno". Suena entonces "Destruye", extrañamente lenta pero provocando el mismo resultado: la agresividad contenida de la bomba bajo la almohada, y los dientes apretados del "destruye" en la garganta. Agur.

La calma mediocre otra vez en el exterior. Los planes de continuar la noche o recogerse porque la rutina apremia. Se levanta una brisa fría y alguien discute con su pareja por una bobada. Nos vamos a casa: no enturbiar el recuerdo.