Hacía tiempo que no acudía a un directo de Desakato en sala cubierta, concretamente, un año exacto, y qué mejor manera de hacerlo que en una gira que está colgando el cartel de sold out en la mitad de las fechas que han señalado en su calendario. No conocía la sala CAEM ni ninguno de sus espacios, así que las expectativas eran varias; por un lado, descubrir a Misiva, un grupo también asturiano, compartiendo tierra y madera con los chicos que le daban su cabeza al cuerpo del cartel.
Por otra parte, quería comprobar la evolución que han llevado a cabo los cinco encabezados por Pepo, sobre todo cuando estamos hablando de un sonido interior, ante un grupo de personas bastante más reducido, y habiendo presentado su último trabajo, “Antártida”. Y por último, para mí siempre es un placer y un deber al mismo tiempo el descubrir nuevos entornos y espacios en los que disfrutar de la música en directo, y la sala que ocupamos, puedo decir que se llevó parte de mis buenas expectativas.
Las puertas se abrieron, los cuerpos se movieron, y las mentes entraron. Así fue como comenzó la noche para este dúo de grupos procedentes del norte. Al poco de llegar, el escenario empezó a ser un pequeño ecosistema que rezumaba vida y organización, probando instrumentos, impacientando al público, y creando ese ambiente que tanto adoramos y disfrutamos los amantes a esta música. Y antes de que nos diéramos cuenta, allí estaban, desprendiendo energía, motivación y positivismo
Con todos ustedes, ellos son Misiva, un grupo de punk rock con sangre de Asturies. Personalmente, no los conocía, pero la impresión que me causaron fue de total aprobación a todo aquello procedente de esa bella comarca. Saltos, pogos, corros. Cuellos preparados, listos, y a seguir el ritmo. Con una discografía de seis trabajos en su haber, y casi una hora de presencia y de protagonismo en las alturas, nos dejaron a todos con nuestras cabezas satisfechas y nuestras manos ardiendo, de tanto aplauso que se merecieron.
Misiva
Un descanso, un nuevo lapso temporal en el que el escenario se volvió a llenar de todos esos rostros trabajadores y entregados a la causa de llevarnos la música a nuestro interior, del mismo modo que lo hacen las bandas que tanto nos llenan. Luces encendidas, sonidos lejanos, guitarras que van, bajos que vienen, platos y bombos que se van enfriando mientras se prepara el asalto de otros nombres propios que todos sabemos y a quienes estábamos esperando.
Y antes de que nos diéramos cuenta, ahí estaban ellos. Asturias representada mediante esa combinación tan característica de rock, metal, unas pinceladas de punk, y toneladas de amor por la música que interpretan. Para todos los que somos conocedores de sus directos, sabíamos que el último que iba a hacer acto de presencia era Pepo, la garganta de este organismo, y así fue: entró ante los focos con el ímpetu que le caracteriza, agarrando el micro como si fuera ese trofeo tan ansiado que hay que ganarse durante toda una vida.
Empezaron los coros, los gritos, los desgarros en las cuerdas vocales, y con cada contacto de los dedos con las cuerdas de la guitarra, con cada baqueta acariciando la piel sintética, nuestros cuellos empezaron a unificarse. “Octubres rotos”, “Animales hambrientos”, “La ira de los hambrientos”, fueron los primeros temas que nos hicieron inaugurar la nueva etapa de pogos y luxaciones cervicales entre el público. Con cinco discos y un EP, el material disponible para hacernos quemar nuestras energías es bastante extenso, y de eso se ocuparon sin ningún problema. El público demostró ser conocedor de sus lemas, con todos esos mensajes que consiguen calar entre hueso y hueso. A todo ello, sin duda contribuyó la organización de la sala, con un técnico de sonido que conoce bien sus capacidades y la de su equipo.
Desakato
Abrieron la mitad del concierto con temas como “Columnas de humo”, “Salvajes” y “La cura”, esenciales en su discografía y habituales en sus representaciones en vivo. Hubo interacción con el público, momentos de reflexión, algunos descansos y tragos para Pepo, que se los ganaba y merecía con cada tema que nos entregaba a nosotros, sus seguidores, sus militantes, sus amigos y conocidos.
El reloj no nos engañaba, nos avisaba de que algo tan bueno seguía avanzando inexorablemente hacia su final, y así fue como llegamos al último tramo de este viernes noche. “Huellas” y “La tormenta” fueron los himnos elegidos para continuar con la elevación de nuestros pies sobre el suelo y nuestras manos cercanas al techo, hasta que llegó “Cada vez”, uno de sus temas más emotivos y sentimentales, y que provocó la unión entre el público, aún más cercana de lo que ya de por sí estaba. Pero seguía faltando algo, que yo notaba como esencial y obligado. Y en el instante en el que Pepo entonó su “Cuando salga el sol”, supe que ese pogo me estaba llamando, y me dejé llevar junto al escenario, alrededor de un centenar de fieles congregados en la misma masa enérgica y encendida. Ese fue otro de los estallidos de euforia de esta hora y media que ya estaba llegando a su fin. Y tal y como me suponía, con “Heridas abiertas” se puso punto y final al hecho más esperado de todo el día.
Desakato nos volvió a reunir, para saborear su característica esencia, tanto a los habituales, como a los neófitos en sus congregaciones. Para unos fue un reencuentro, y para otros, un descubrimiento. Salimos de la Sala B del CAEM sintiéndonos asturianos, con la mentalidad de un minero, con la actitud de un revolucionario, con la sangre de un luchador, con los recuerdos de un guerrero. La sala se fue vaciando, pero las sensaciones que nos habían quedado recorriendo nuestras venas y nervios, tardaron todo el fin de semana en disolverse.