Después de 25 años de carrera musical todavía hay grupos que pueden presumir de innovar con sus nuevos trabajos y de sorprender gratamente sin caer en las redes de la más deprimente e inquietante mediocridad. Los madrileños Hamlet son una de esas formaciones que siempre han preferido asumir nuevos riesgos, escarbando en lo más profundo de su capacidad creativa e innovadora, aún a riesgo de perder seguidores. Su onceavo trabajo "La Ira" no iba suponer un punto de inflexión en su forma de entender la música, en su inquietud de hacer música para ellos mismos, sin pretender nada más. Estamos ante una vuelta a sus orígenes, recuperando sus sonidos más crudos, sin implicar ello un giro radical en sus postulados ni en la línea evolutiva de la banda, reemprendiendo el camino allí donde lo dejó "Revolución 1211", aunque más unitariamente, con toda la rabia que ello implica y una clara intencionalidad de alejarse de los sonidos superproducidos, quedando tamizado por un cedazo más crudo e intenso gracias a la estupenda labor de producción de Carlos Santos y Kurt Ballou, guitarrista de Converge, en las mezclas; y la posterior masterización a cargo de Brad Boagtright; hacia un mundo de sonido más puro, analógico moderno con el sonido más increíble.
"La Ira" es un artefacto sonoro bien nutrido de intensidades, sus trece cortes no ofrecen resquicio alguno y configuran un recorrido de ritmo frenético. El trabajo de guitarras en toda la obra es sobresaliente, muy versátil y dinámica y las experimentaciones vocales que contienen algunos de los temas nos lleva por derroteros un tanto sorprendentes. Se nota una notable evolución a nivel de composición, reflejado en las bases y unas melodías cuidadas al mínimo detalle. Bajos de espíritu puramente rítmico y un apabullante despliegue de riffs con ciertos devaneos hacia lo complejo, ofreciendo diferentes alicientes a lo que es el grueso de los temas. Ya queda claro desde "Lamento" que la banda ha trabajado para dar coherencia a tanta rabia contenida, huyendo de ciertos simplismos e introduciendo detalles que mantengan la atención sobre lo que escuchamos, tesituras contundentes pero al mismo tiempo tan detallistas como variables, arropando a unas letras cargadas de existencialismo y crítica social, la perfección radica en la aceptación de la imperfección , nunca se debería quitar al individuo la libertad de elegir morir y que la mejor opción para salir de una pesadilla es despertar...
Aunque si algo hay que apreciar de verdad en este álbum, es la consistencia y frescura renovada que encuentras en cada una de las composiciones, grandes dosis de atmósfera pulcra y coherentes cambios de tesituras, nada de convencionalismos, ni de formas concretas, destacable los extraordinarios matices de inspiración stoner englobados en "Ser O No Ser", el logrado trabajo compositivo de "Imperfección" o "Mi Religión", con unas guitarras que se plasman con mucho carácter y distinción y las tonalidades pesadas de "Salvación" que producen una tensión absorbente pero a la vez energizante. No podemos olvidarnos tampoco de "Ciudad De Dios" que penetra de una manera hipnótica, una pieza alucinante con un despliegue de facultades total por parte de todos los músicos, desgarrados tonos con un ápice de hiriente melodía.
Un empiece algo más atmosférico es lo que hallamos en "Sin Nada Que Perder`, impregnada de pasajes instrumentales de mayor calado, mientras que en "Nadie Más", una soterrada rabia con rapeo incluido; detalles que sinceramente enriquecen la escucha de una gran manera. Si la latente contundencia de "Miseria" te noquea por su descomunal violencia, espérate a escuchar los siguientes: "Irreductibles" y "Niega", trallazos de metal incandescente para dejarse el cuello haciendo remolinos espectaculares. Dos temas que dan por tanto mucho de si. El disco se cierra con dos bonus tracks, "Testificar" y "Me Olvidaste" que rompen un poco con la tónica general del mismo, con contrastes melódicos mucho más acentuados.
No es el mejor trabajo que hayan hecho nunca, pero Hamlet vuelven a demostrar que son pocas las formaciones que pueden seguir manteniendo el listón alto después de una decena de discos. Todo un récord en estos tiempos oscuros que corren.
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