Cuando la música fluye de forma natural, armoniosamente sin que uno se pierda en ella, trasladando el sentir de los músicos, tal como ha aflorado, es capaz de despertar en las personas sentimientos de diversa índole alegría, melancolía, relajación, tristeza, ira, optimismo, temeridad..., creando un castillo de emociones que escapa en gran medida al control de la razón. La joven banda de Urretxu (Gipuzkoa) Taupada nos sorprende con un primer trabajo "Zeren Zain" lleno de ambición, cargado de elementos que conviven en perfecta armonía y unas sensaciones bajo una profundidad tan infinita que logran que cada escucha sea una búsqueda interior, un intento pleno de regocijo para desentrañar el alma. Una música constructiva cuyas cualidades son apreciables desde el primer momento, expulsando los músicos lo que realmente tienen dentro, contrastes en tesituras que van proporcionando una magnitud mayor a su particular fusión del metal con lo lírico y una precisión en los detalles que envuelve por completo; en donde la voz es un elemento más que juega en pro de un todo
La banda no se centra exclusivamente en la construcción de un fascinante castillo de naipes sonoro, también ofrece un sentir natural que hace que estas canciones cantadas en su lengua natal (Euskera) te hagan imaginar. Hay una fuerte personalidad en cada una de ellas, multitud de detalles que no quedan ocultos, encajando en diferentes tesituras y un desarrollo totalmente acorde con el sentimiento que reflejan. Composiciones construidas desde estructuras firmes pero a su vez moldeables, con un calado emocional que hace mella en el oyente, manifestado, al más alto grado, en melodías tan sobresalientes como "Zeren Zain" que abre el disco o "Arima Galdu Baten Ahotsa", acicalada con sensacionales arreglos guitarreros, transmisoras de sentimientos, pensamientos y mensajes con los que reflexionar y emocionarte; y en particular, en aquellas en las que la espectacular voz de Laura Rebollo brilla en una tesitura absolutamente limpia, de un modo angelical en "Nire Errealitatea" y un cariz más afectiva en "Zuretzat", nutrida de intenciones, que no hay nada mejor que el calor de una madre.
Son muchos los matices que contribuyen a seguir el disco con mayor énfasis a cada escucha, descubriéndose cosas nuevas cada vez. "Amets Krudelak, por ejemplo, es un corte que ofrece multitud de contrastes, con una gran pegada de fondo y una alternancia entre combinaciones rítmicas de contundencia heavy metalera y contornos melódicos ascendentes. Incluso hay otros como "Aurre Egin" y "Oroitzapenak" que esconden desarrollos vistosos que transmiten mucha emoción, a base de punteos certeros y progresiones armónicas enriquecedoras, nada empalagosas, que van revistiendo la maravillosa voz de su vocalista femenina.
No se trata de un trabajo que solo pretende ser una muestra de lo que nos pueden ofrecer, la claridad estructural y la solidez compositiva que desprende, hace de ellos, una formación emergente muy a tener en cuenta. El debut les ha salido redondo debería ser más que suficiente para labrar un futuro prometedor. ¡Que no se os escapen!