Suele ser lo más habitual que cuando una banda te llama más la atención por los grupos a los que te recuerda que por ella misma, sea debido a una indefinición o falta de madurez. No obstante, hay ciertos pautas marcadas en cada estilo que deben respetarse si se quiere formar parte de él y que por consiguiente, acaban posteriormente limitando en exceso el campo de actuación. Pese a que el trío radicado en Zumaia (Gipuzkoa) Voltaia se encuentra plenamente asociado, principalmente, a las bandas de la escena musical de Palm Desert, California, de la década de los noventa como Kyuss, Nebula o Queens Of The Stone Age, han sabido currarse, a conciencia, en su segundo trabajo "Medusa", un mundo musical que traspasa el limite de ello, en el que hay cabida para la prontitud, los desarrollos, los riffs hipnóticos, una base rítmica que continúa acercándose al stoner rock , matices sonoros sugerentes y una actitud "Outsiders" que seguro no perderán. Un sonido basado en estructuras angulares sin que en su fondo se esconda un vacío intrascendente o una realidad supeditada en exceso a sus referentes más directos, conduciendo inconscientemente al oyente a un paisaje desértico en algún rincón de la frontera entre México y Estados Unidos. Obviamente no se trata solamente de plasmar tus obvias influencias sino expresar sentimientos y en ese cometido la formación se muestra bien atinada.
En el plano netamente musical la banda se presenta con un estilo que en cuanto a su potencia combinada con melodía se asemeja bastante a lo que practicaban los desaparecidos Kuraia, un stoner directo y adictivo, bajo un marcado matiz de punk rock, con algunos destellos guitarreros propios del hard rock y una envoltura melódica realmente grandiosa. Los temas se suceden a cual mejor, bajo la gravedad que se merecen, hiriendo constantemente el tímpano del oyente y predominando, por encima de todo ello, una forma de interpretar más sentida, por medio de una acentuada uniformidad sonora y consistencia rítmica con la que alejarse del profundo agujero de la mediocridad. Un disco más inmediato que su debut "Voltaia", con más pulsaciones por minuto, trabajado desde otra perspectiva, añadiendo pequeños detalles que tiendan hacia un preciosismo mayor, conjugando pericia instrumental y exquisitez inagotable, pero sin incurrir por ello en una experimentación difícil de digerir ni en una perdida de expresividad debida a una reiteración en sus formas que acabe llevándolos por un cauce aburrido y pausado.
No hay desperdicio alguno, siempre hay algo que te engancha, algo que no escoges, algo que te escoge a ti, como el veneno de las medusas que sale disparado automáticamente al menor contacto. Hay temas que transportan, si te agarras a sus tendidas melodías, como puede ser "Uholdea" o "Medusa", asociación perfecta entre batería espasmódica, guitarras atonales y una alternancia rítmica en el medio y densidad al final o "Ukabilak", una pieza alucinante con un despliegue de facultades total, cambios de tempo y contrapunto angular que mete muy buen rollo en el cuerpo.
Músicos que entienden perfectamente cuál es su estilo y como ofrecer ápices de novedad en cada nueva entrega, estimulando al oyente mediante la sucesión ininterrumpida de pasajes de distintos caracteres e intensidades, afianzando una forma de expresión. Asimismo, cabría resaltar su sobriedad y tendencia a intercalar duros riffs de polvo desértico con pasajes lisérgicos y frecuencias densas en "Ez Dugu Men Egingo","Arriskatu", "Otsoa Ardiz Jantzita" o "Ikuskizun", en el punto preciso, para envolverte en una atmósfera otrora, obligándote a dar mil y una escuchas, a fin de captar todo lo que se expone. Destacables a su vez "Bizioa" y "Hil Baino Lehen" envueltos bajo un aura muy especial, trance hipnótico en psicodelia riffera y la voz que sobrevuela etérea
Una de las grandes sorpresas de los últimos meses para aquellos que siempre van en busca de emociones irrepetibles, activar un estado alterado de conciencia que aleja al sujeto de la realidad.