Cada día parece más obvio que estamos encaminándonos de manera clara, rotunda a un empeoramiento en cuanto a valores morales éticos y cívicos, hacia una sociedad más materialista, excesivamente individualista, competitiva, consumista y desigual, deteriorándose por completo las relaciones humanas, al estar las personas más preocupadas en la búsqueda de algo que nos distinga en cierta forma de los que les rodean, que en vez de apoyar a aquellas que están pasando un mal momento, convirtiéndonos en unos desalmados, aducidos por lo material, sin importarnos nada de todo lo que sucede alrededor, los males e injusticias que asolan al mundo Son muchos los músicos que a través de su música intentan concienciar a la sociedad de recuperar los verdaderos valores humanos perdidos, la solidaridad, el respeto a los demás, la igualdad..., el no mirar hacia otro lado, silenciando la cruda realidad.
 
A menudo uno se hace ilusiones con un disco y este suele acabar decepcionado. Por suerte esto no sucede con el tercer lanzamiento de la banda de Fuerteventura (Canarias), Natribu, un EP con cuatro nuevas composiciones y tres bonus tracks en las que repiten algunas de ellas echando mano de músicos amigos como Jorge Berceo (Zenobia), Raúl Alvaro (Hijos de Overon) y Oscar Sancho (Lujuria), cuyo resultado no es otro de lo que cualquier amante de la música pide: una colección de canciones imperecederas y de irresistible fuerza emotiva. Todas las buenas ideas que apuntaban en discos anteriores se han materializado por completo, con la intención de expandir su esencia y obtener efectos en tiempo presente, exteriorizando notablemente sentimientos personales con el claro propósito de dejar un fuerte poso en el oyente. Un notable esfuerzo en dar una mayor coherencia y unidad rítmica en su conjunto, conservando esa inquietud que les caracteriza, las ansias por escapar de este mundo podrido, sentimientos agitados por la cruda realidad circundante.

Desde el mismo título del álbum "Frágil" ya tenemos una declaración de intenciones que nos avisa de lo que nos espera, historias cotidianas relatadas con la tristeza de una persona que se agarra como a un clavo ardiendo. Si su anterior obra "Tiempo de Cambios" llevaba un sonido más ambiguo, este nuevo trabajo irradia un aroma bastante moderno, una sensación más cercana al directo, mayor crudeza en las guitarras y una naturalidad que atrapa en la primera escucha. Los ritmos que le imprimen a "La Carta", la historia de una madre que fue violada y que ocultó a su hijo hasta el día de su muerte, la razón de no haberle dicho la verdad sobre su padre, un dolor y daño psicológico de por vida; ya es una prueba de madurez compositiva, rítmicas más ricas y versátiles, en fusión con la voz, dotando de garra al trabajo. Aún prescindiendo del factor sorpresa mantienen ese toque de personalidad que cautiva de manera irracional. "Gritando En Silencio" es un claro ejemplo de típico medio tiempo tirando a balada, de heavy metal melódico basada en la simpleza de riffs y las melodías vocales de "Destripando mi Destino" son, a su vez, una sensacional forma de capturarnos para sentir la necesidad de vivir al límite.

Por consiguiente, en "Juegos del Hambre", encontramos unas guitarras que tienen una demoledora presencia en un plano similar al de la voz, lo que ayuda a que su mensaje cale con mayor profundidad "Que hay que dejar de lado el individualismo exacerbado y dar una mano a todo aquel que la necesite", con más detalles para degustar de los que por encima se puede percibir en un principio, gran elaboración en expresivas transiciones instrumentales. Ponen el cierre al trabajo las correspondientes versiones de "Destripando Mi Destino", "Gritando En Silencio" y "Juegos Del Hambre", con las colaboraciones vocales de Oscar Sancho (Lujuria), Jorge Berceo (Zenobia) y Raul Alvaro (Hijos de Overon), respectivamente, aportándoles aún más carácter, un plus que deja la incógnita sobre la posibilidad en un futuro del uso de segundas voces. Probablemente estemos ante el trabajo que se encarga de convertir a Natribu en algo más grande y mayoritario de lo que ha sido hasta ahora, apreciándose la espontaneidad en dejar fluir sentimientos no forzados, una invitación a abrir los ojos a la realidad.

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