Cuando un disco como este llega a mis manos, siempre me entra un cierto miedo escénico, porque lo primero que me impone es respeto. Respeto por esos 30 años que el mítico grupo aragonés ha querido simbolizar titulándolo "30 pasos". Miedo a salir defraudada y miedo a escribir algo negativo si no ha cumplido mis expectativas. En la primera escucha del disco ya se disiparon todos mis temores, porque si algo me quedó bien claro es que el sonido identificativo del grupo, ese rock melódico, urbano, tan característico de Tako, se transmite en todos los cortes del disco.
 
Debo confesar que no es una banda a la que haya seguido toda su trayectoria, pero sí que ha estado presente en muchos momentos de mi vida, con pinceladas en forma de canción. Me reenganché a ellos por la calidad de su anterior trabajo "Las campanas de la vergüenza" y este nuevo disco, tampoco se queda atrás en este aspecto.
 
He tenido mucho tiempo para digerirlo y ahora, en la recta final de este 2016, he de admitir que este 17º trabajo de su dilatada carrera es de lo mejorcito que ha caído en mis manos este año. Excelente calidad musical. Composiciones muy elaboradas, rasgo identificativo del grupo, con una gran carga alegórica y poética, pero sin olvidar la denuncia social y, a veces, cierto aire divertido que te saca la sonrisa casi sin darte cuenta. La voz de Mariano Gil en todo su esplendor y sobre todo rock en estado puro, hacen que estos "30 pasos" se conviertan en un trabajo imprescindible si eres amante de la buena música.
 
Comienza con todo un trallazo titulado "El barro terco". Una de las mejores composiciones del disco que es, además, toda una declaración de principios. Puro sonido Tako acompañando a una letra sincera, visceral, que junto a sus potentes guitarras lo convierten en todo un temazo. "El Cabo del querer" nos invita a una atmósfera más tranquila y pausada, con una instrumentación que parece que te acaricia el oído cuando entra.

Da la sensación de que con cada corte nos dan una de cal y otra de arena. Nos ponen a mil con temas como "El ángel rebelde" (uno de los más acelerados del disco) y de repente nos calman con otros como "Las lágrimas de la fortuna" (balada melancólica que te llega a lo más profundo del alma), "Las tres estaciones" o "Hombre al agua" (con una letra muy dura), que mantienen un equilibrio bastante coherente en todo el trabajo. Aunque es indudable que son composiciones de categoría, me inclino mucho más por los temas más contundentes que te levantan del sitio o te sacan la sonrisa antes que el llanto.
 
La pegadiza "El empleado del mes" merece especial atención por su ritmo, sin dejar de perder de vista su letra. Un aura de glam setentero envuelve el tema de principio a fin. Uno de los mejores del disco.
 
Otras que deslumbran son "Matasueños" o "Sin nacer y sin morir", magníficas de principio a fin y... ¡qué decir de las maravillosas guitarras que desgarran las notas en cada sonido!.
 
"Suessetania" es un magistral broche final a 30 años de carrera. Todo un canto a su tierra, Ejea de los Caballeros, que pone los pelos de punta. Si hay que ponerle un "pero" al disco es que se hacen cortos sólo 10 temas. Han demostrado, una vez más, que dominan a la perfección esto del rock… clásico, urbano, glamuroso o como quieran ponerse en cada tema. Les sienta más que bien la madurez musical a estos chavales aragoneses. Personalmente tengo una espinita clavada al no haber tenido oportunidad de verles defenderse en directo, aunque no pierdo la esperanza porque tenemos Tako para rato. Un paso más para convertirse en uno de los mejores grupos que ha parido este país.
 
Formación:
Mariano Gil "Rones": voz y guitarra
Nacho Jiménez: teclados
Iñigo Zubizarreta: guitarra
Teto Viejo: batería
Fernando Mainer: bajo

Tracklist:
El barro terco
El cabo del querer
El ángel rebelde
Las lágrimas de la fortuna
El empleado del mes
Las tres estaciones
Matasueños
Hombre al agua
Sin nacer y sin morir
Suessetania

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