Corría la tarde adentro, y aunque era sábado, sábado 28 de julio para ser concretos, el reloj pasaba tan lento, pesado y agonizante que encarnaba uno de esos domingos insufribles y que inconsecuentemente habría que eliminar del calendario.

Ante nuestros ojos, un cartel muy colorido con un aspecto retro nos ofrecía un pequeño festival de pueblo a 14 kilómetros de nuestra situación, al acercarnos y fijarnos en los grupos que actuaban resultó que el festival no era tan pequeño, en ese trozo de papel bien cuidado aparecían nombres como The Cheery Boopers, La selva sur, o nuestros viejos amigos En Espera. Un gran alivio nos recorrió todo el cuerpo en infinitas direcciones. Girando la cabeza para mirarnos las caras decidimos que la opción era clara, la decisión estaba tomada, nos pusimos en marcha.

Entre imprevistos, reclutamiento de gente y que esa noche todos los cajeros automáticos se pusieron de acuerdo para no funcionar, nos volvió a ocurrir, llegamos tarde.

Al llegar al recinto donde se celebraba el festival (llegados a este punto he de decir que las vistas desde aquel lugar eran impresionantes, lugar bien escogido sin duda) nos encontramos con que en el escenario había un grupo de jóvenes ya tocando, cuya intención era amenizarnos el comienzo de la noche con versiones de Platero o La Fuga entre otros. Entre coplas y copas, se podía escuchar algunas canciones que todos conocíamos y nos divertían, eso sí, se notaba la inexperiencia y quizás falta de trabajo, pero su función, la de entretenernos mientras venían los grandes, la cumplieron.

Pasaba la noche sin ninguna prisa y empezaban a subir y montar escenario En Espera, que nos ofrecieron un concierto ameno cargado de ritmo y con momentos en los que inevitablemente nuestro cuerpo se tambaleaba de un lado a otro haciéndonos bailar. Comenzo el concierto con temas de su disco D´perkaleo como Excusa pelá, 10 de mayo o a mordiscos. Cabe destacar la escenificación que el grupo ofrecía mientras transcurría la noche con disfraces y colaboradores, cosa que a decir verdad, nos divirtió mucho, pero que conllevó a algunos problemillas con cables y enchufes que rápidamente se solucionaron.

Tuvimos la gran suerte de poder escuchar esa noche algún tema nuevo del grupo como Bipolar o Herodes y la matanza de los Inocentes, que no se puede escuchar en el disco actual y en los que se notaba una gran progresión, avance y trabajo desde la última vez que disfrutamos de un directo suyo.

Aquel escenario tan grande y rodeado de cámaras y gente que hacia su trabajo cambiaba de ocupantes y de estilo, esta vez eran The Cherry Boopers los que subían y configuraban bártulos. Empezando con un ritmo suave con nombre Boppin´the Road y subiendo poco la intensidad del ritmo con temas cono Groovy Groovy, Crosstown o The Harvest vimos como inevitablemente nuestros pies empezaban a moverse de un lado a otro cada vez con más fuerza y sin intención de descanso. Se había inyectado en nuestro cuerpo un veneno llamado Funk que poco a poco, como a ralentí, subía hacia la cintura desencajándola por momentos, seguía hasta los brazos y acababa en un cuello que a la mañana siguiente aun seguía tirando hacia delante al son de un ritmo que había penetrado en nuestras mentes para no salir en mucho tiempo.

Mucha técnica, buenas composiciones y una cara tan dura como el cemento tenían la culpa de aquellas sensaciones que nos encanto tener esta noche de verano.

Diversión, esa es la palabra que mejor definiría un concierto de estos vascos que dejaron la piel en aquel hermoso paisaje de comienzo a fin.

Se acercan tranquilamente las 4 de la madrugada y nos sirven el último plato de la noche. Un montón de sevillanos se subían a las tablas, gente muy carismática y alegre con unas pintas muy graciosas que hicieron que supiésemos desde el primer momento que lo íbamos a pasar bien.

Mucho ska mezclado de vez en cuando con algo de rock iban de la mano de temas como El muerto o La vida en serie para después romper con un reggae muy lleno y bien tocado, hablamos de la canción Mondo Perfect, y aunque nuestras piernas estaban ya cansadas, lo de dejar de bailar era tarea imposible, más aun cuando sonaban en aquellos altavoces ritmos más parecidos al swing de temas como Scubaribapbidubi. Fue una noche muy positiva y divertida, que ojalá se repita el próximo verano.