COLABORACIONES
 Crónica
 
WOP Festival 2.012
  28/09/2012     
  Mikel García     
  Karlos García
  Pabellón La Casilla, Bilbao, Bizkaia
www.insonoro.com

¡Música y solidaridad unidos para el avance de la ciencia!

Es inmoral que ya bien entrados en el siglo XXI aún no predomine en nuestra sociedad la óptima razón, el espíritu de unión y el buen deseo de ayudar al prójimo en sus necesidades o lo que es lo mismo estar dispuesto a echar un mano a aquellas personas que hoy viven de manera miserable u otras que necesitan hallar un tratamiento adecuado a sus enfermedades crónicas para llevar una vida normal como cualquier persona de mundo; sentirnos uno con todos nuestros hermanos, solidaridad como compromiso con la vida y responsabilidad mutua por el bien común y toda la comunidad humana.

Y es que muchas veces el valor de la generosidad no es concebido en toda su magnitud, tal como se debería, compartir y ser caritativo con los demás, debido en parte a la existencia de ciertas plagas, por llamarlas de un modo, el egoísmo y la indiferencia que van cada vez más haciendo mella en las personas, suplantando ideales básicos del género humano y sin darnos cuenta alterando algunos de nuestros valores morales con el fin de convertirnos en seres insolidarios e independientes que escuchan sin oír , miran sin ver y no sienten compasión o ternura por una persona que está pasando por mil dificultades. Un vender de la razón de ser a cambio de vivir en la comodidad de una vida sin cambios y abstraerse de toda realidad. Menos mal, que sigue existiendo gente buena que ayuda a otros, en lo que está al alcance de sus manos, por satisfacción personal o alcanzar un sentimiento de felicidad, derivado de haber contribuido con su ejemplo a construir una sociedad mejor, haciendo pública su fe de que algún día podamos vivir en un mundo justo, pacífico y tolerante, sin pobreza ni exclusión social.

No convendría desilusionarse ante la poca humanidad existente en nuestra sociedad, estrechez de miras y ceguera moral causada por el hambre voraz del dinero, ya lo dice el refrán “Muchos pocos hacen un mucho” y aunque la segunda edición del Walk On Project Festival no se saldó con un éxito rotundo de convocatoria, los organizadores, los padres de Jontxu (Mikel Renteria y Mentxu Mendieta) pueden sentirse satisfechos de haber contribuido a la activación de la conciencia social sobre las enfermedades neurodegenerativas, alertando de la gravedad de algunas ellas y que potencialmente pueden afectan a personas de todas las edades; y exigiendo, por medio de actos de este tipo, a los gobiernos, que dejen sus racanismos y destinen una mayor cuantía presupuestaria hacia la investigación científica, el bote salvavidas de los muchos que padecen este tipo de enfermedades.

  
Ambiente
 

Si la primera llamada a la generosidad por parte de este colectivo de personas paso algo inadvertida, esta segunda contaba con la involucración y participación activa de las instituciones vascas y personalidades de la esfera pública, el deporte, la cultura y la música; y con un completo programa de actividades para lo más peques, hinchables, frontón, tiro con arco, camas elásticas, actuaciones de magia, cuenta cuentos, talleres de pintura,  minihamburguesas de Eusko Label y un Photocall, en Ribera Botica Vieja, e incluso la delicia para los admiradores de héroes del rock & roll urbano, el asistir gratuitamente a la de presentación del libro "Burning. Madrid", de Alfred Crespo, en la Librería Cámara, en la que hicieron gala de presencia el periodista musical Eduardo Ranedo y el propio Johnny de Burning, todo ello garantizaba el éxito y los rendimientos esperados pero la crisis puede con todo y el éxito fue menor de lo esperado. Nuevamente la recaudación obtenida de la taquilla, barra y merchandising será destinada a la investigación de terapias especificas que contribuyan a la búsqueda de una medicina regenerativa a la mielina o la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Por incompatibilidades de agenda solo pudimos acercarnos a su primera jornada, la cual reunía tres buenos alicientes, uno la sensibilidad y sensualidad de la música de los bilbaínos Doctor Deseo, el segundo poner en la lista de “Vistos” a los madrileños Los Enemigos, tras su reagrupación y el tercero exhaustarse mental, emocional y físicamente, hasta casi sobrepasar uno sus límites, contemplando el desenfreno y energía que expelen sobre un escenario los suecos The Hives. ¡Vayamos por partes!

  
Ambiente
 

La banda de indie-rock de Getxo, El Inquilino Comunista fue la encargada de abrir la velada musical, exponiendo a través de su exquisitez musical aquello que cuando hay ganas de hacer buena música no hay obstáculos que valgan. Los pioneros del sonido Getxo Sound siguen andando por encima de la alambrada comercial que protege la normativa y los interés de la industria musical, la que desde hace décadas controla a los grandes medios y al público con productos de vistosa imagen pero escasa nutrición.

De la tensión y desconcierto de antaño a la actual frescura del indie-rock de siempre, melodías intimistas e introspectivas acrecentadas con tintes muy llamativos, a base del uso de distorsiones y sonidos psicodélicos plasmando una autentica inquietud de vanguardia. Son un buen grupo pero sigue sin convencer al 100%, ya que la buena personalidad que hacen gala en sus discos no la logran transmitir encima de un escenario. No sé si simplemente tuvieron una mala noche o se dejaron llevar por la pobre asistencia, su actuación navegó en un mar de dudas.

  
El Inquilino Comunista
 

La palabra madurez se suele usar con demasiada ligereza al describir la evolución de una banda pero pocos adjetivos más certeros se me ocurren para calificar el paso que han dado los bilbaínos Doctor Deseo en “Al Amanecer Seguir Soñando”, elevado talento para manejar los arreglos y toda clase de pequeños detalles, una orquestina que tiene paciencia en encontrar lo que busca y saberlo comunicar con entereza, credibilidad y una sensibilidad olímpica. Es innegable que siguen aportando una manera particular de sentir y hacer música cuando la aliñan de exotismo y profundidad, pero la ardiente expresividad de su líder Francis que dora las palabras como si fueran chuletas de lomo alto a la parrilla, bien hechas por fuera y crudas en emociones por dentro, de esas que te doblegan y te impactan afectivamente, por si sola es capaz de activar un resorte en tu interior, de hacerte creer que lo que está contando es verdad y de hacerte sentir como una nube que se mueve y se humedece, una manifiesta ductilidad en la proyección de sus emociones, sin disfrazarlas de retorica grandilocuente. Un rey del encantamiento al que le hierve la sangre en cada respiración.

A pesar de que corren tiempos en el que el pesar y la amargura son argumentos de primer orden a la hora de empuñar una guitarra o coger un lápiz para escribir una canción, éstos han preferido invitar a sus seguidores a soñar despiertos y diseñar el futuro en la incertidumbre del presente. “Soñar realidades nuevas para estos tiempos». Asimismo el que busca suspiros del desamor como antídoto contra el dolor también puede fiarse de ellos, ya que conocen sobradamente las consecuencias y también el remedio, vivir el dolor, llorar y expresar la rabia, regentando una melancolía absoluta, susurro arrastrado y lamento a modo de utilizar el rock como vía de escape y desahogo. Con todas estas pretensiones es imposible que te den gato por liebre sobre un escenario, no obstante, por si ello fuera poco, le otorgan un valor supremo a sus directos, cuidando todos los detalles con esmero y buen gusto para lucir bien en todo momento.

Y es que lo que contemplamos sin pestañear más de la cuenta fue otra experiencia interior purificadora, una liberación de las pasiones más ardientes y puras, de gran significado personal, provocada por un estímulo externo similar a un trance, reafirmando el porque de su grandeza, ese talento especial para conmover y lograr que el espectador participe de una experiencia tangible y credibilidad a prueba de balas, momentos cargados de elegancia escénica y fuerza emotiva inconmensurable, idónea para enfrentarse con la realidad del vivir socialmente.

  
Doctor Deseo
 

Tan solo llevaban un minuto y ya tenías la sensación de que era demasiado tarde para detener sus manifiestas intenciones de apropiación consentida de nuestros corazones, Francis colgado de un columpio recitando las estrofas de “Hoy Seremos Tan Valientes”, tratando de atrapar la luna que yacía sobre su espalda para que esa noche de ensueño nunca acabase e invitarnos a divagar como marionetas perdidas en un mar sin fin de emociones y sentimientos, trasladándonos en primera instancia a un mundo onírico de frágiles sonidos y mundo de ensoñaciones perpetuas, medios tiempos más directos que te ayudan a iluminar la melancolía de lo cotidiano, haciéndote comprender que no se le saca casi nada de provecho mirar hacia atrás con nostalgia ni adelante con temor, la delicadeza de “Hoy seremos tan valientes”, la tersura de “Sigo Temblando por ti” y canciones románticas para enternecer y perderse en el interior de sí mismo y encontrar en él, lo que siempre estaba buscando en el exterior como “¡Cuánto Frío Hace en Saturno!, que dedicaron con todo su cariño a los padres de Jontxu ; empujando a entregarnos al silencio y encontrar en él nuestra identidad; la cual se extiende igualmente en lo musical mediante un esqueleto instrumental formado por sonidos envolventes que trataban de transportar al espectador hacía atmósferas de un marcado carácter taciturno y de admirable extrañeza.

Francis sigue siendo un frontman con carisma y magnetismo, capaz de cargarse a sus espaldas el peso entero del concierto a base de sus alocadas internadas entre el público y juegos escénicos de pura sensualidad  y picardía, manejando el uno contra uno con una expresividad seductora la cual no se evapora en los túneles y logrando que tu motor emocional vuelva a rugir a pleno pulmón (“Suspira... y Conspira”, jugando eróticamente en una silla con su corista Virginia Fernández)  y que uno supere el miedo a volver a amar  (“Corazón de Tango, “Hambre Y Sed... de Ti”) e incluso palpe unas fantasías de juventud tan reales que hasta podrías contagiarlas ("De Chocolate y Vainilla", “Dancing In Hell”). Sin embargo como habían prometido también, la noche tuvo sorpresas, la primera de ellas con la ostentosa colaboración de Aiora Renteria en “Abrázame”, el tierno homenaje a Eskroto, cuyos versos entraban de lleno en el túnel del amor; seguida de su afilada y graciosa ironía “¿Quién Mueve Las Cuerdas?”, intentando que nuestra rutina diaria fuese canjeada por sueños realizables, espíritu de lucha por lo que creamos, abriendo nuestros corazones a todas las sensaciones y experiencias nuevas (“Olas y Naufragios”, “El Perdedor (Un As en el bolsillo)”). Josi se desenvolvió perfectamente en su tarea, sosteniendo a través de su bajo el ritmo del concierto, a la vez que embellecía los temas con sus excelentes coros y Toro, a lo suyo, que es ni más ni menos obtener con sus arpegios y rasgueos el sonido que siempre ha caracterizado a estos bilbaínos, rock oscuro y cabaretero, influenciado por algunos iconos de post-punk ingles de los años 70, como en “Ez Nauzu Izango Berriz”, una versión de un tema de Joy Division, traducida al euskara.

Y cuando crees que ya no pueden ir más lejos, set acústico “El Perdedor (Un As en el bolsillo)” y “Antes De Que Me Salve El Olvido” y un triplete mortal con “Chocolate y Vainilla” y “Dancing In Hell”, allanando el terreno para una rompedora “Morirse En Bilbao”. Un concierto exquisito de impecables texturas musicales y variados mundos sonoros de infinita elegancia, destacando por encima de todo la magia y complicidad que desprendían entre ellos, algo no muy usual en grupos con veinticinco años de carrera a sus espaldas.

  
Doctor Deseo
 

Decía un famoso anuncio de la televisión aquello que el algodón no engaña y la verdad es que no se confundía y más si se aplica a un grupo como los madrileños Los Enemigos que siguen sin desmoralizar a nadie, facturando como nadie, un rock & roll setentero macarra y efectivo con certificado de autenticidad. La pasmosa coherencia con la que continúan combinando sus recursos instrumentales, siempre sacando a la luz esas melodías tan suyas, barrocas pero no cargantes, exquisitas y tradicionales, parece que persiste al tiempo, sin dar síntoma alguno de deterioro o caducidad. Si desde fuera parece que se muevan siempre en unas pautas excesivamente lineales una vez dentro te das cuenta de que no hay nadie más que las haga tan bien, una tromba caudalosa de certeras melodías de rock canalla, sostenido en guitarras puntiagudas, unos textos nada acomodados y un sonido que se catapulta desde los sesenta y setenta en busca de refrescantes ideas.

Empezaron por lo seguro “Jhon Wayne”, actitud vacilante y de pocos amigos, Josele Santiago con esa cara que pone siempre de “malote trasnochado”, como el que sabe un secreto y no está dispuesto a confesarlo, pero dejándose querer por el público sin apenas relacionarse con él, avisando a las primeras de cambio cual sería la tónica general de la velada, temas de minutaje generoso, impecables desarrollos instrumentales y una perfecta representación de lo que sería un inicio de una noche de juerga, donde todo es esperanza de no volver sólo a casa, alegría, vitalidad y unas ganas locas de pasar contigo más de una noche.

  
Los Enemigos
 

La exhibición que dieron en los 75 minutos fue para quitarse el sombrero, descifrando estupendamente las claves para no morir en el intento. Un buen manejo de todas sus habilidades artísticas, descolgándose con espléndidas orgías guitarreras “¿Por Que Yo?, “Por La Sombra”, una obsesiva retahíla de sufrimientos descarnados “Septiembre” , “Dentro”, una no menos atrevida actitud chulesca a la hora de interpretar ciertos temas como “Anto-nio”, “Desde el jergón (Hasta el Lunes)” o “Señora”, el clásico de Serrat que grabaron para aquel disco homenaje hacia su persona, “Serrat, Eres Único” y envolviendo las estructuras modernas con cálidas melodías que remiten a entonaciones clásicas “Ná de ná” o “Yo, el Rey”, empalmándose las unas con las otras con un sentido total, un viaje sonoro perdurable por vida, y a las que juzgando por separado tampoco les encuentras fisura alguna, por lo que hay que seguir otorgándoles el mérito de querer ser especiales.

  
Los Enemigos
 

Haciendo caso a lo que ha sido la evolución de un combo como The Hives, no creo que nadie se sobrecoja, a estas alturas, por su manera de entender el post punk revival, uniendo una estimulante preferencia por el rock garajero simple y directo en estructuras y su gusto por la crudeza y energía sonora del Punk Rock altamente adictivo, siempre auxiliado por medio de una personalidad y elegancia fuera de cualquier duda; renovando el engranaje con transfusiones sónicas del presente, matices post-rock, en vez de chupar plasma del bote. Igualmente persisten en hacer volar por los aires el género y sin bajar la guardia en lo referente a sus descargas, conservando el prestigio cosechado, exhibiciones de fervor y contagioso entusiasmo, riffs desequilibrantes y un vigoroso arsenal de golpes secos incendiarios y adictivos acompañados casi siempre por espectaculares acrobacias de su simpático y afable vocalista Pelle Almqvist.

Situados en ese eje candente en donde la mayoría de los grupos apuran en vivo las dos últimas canciones, los suecos The Hives comienzan su descarga con una efectividad a prueba de bombas y una predisposición activa de incitar al desorden con su brillantez y fogosidad interpretativa. Arrancaron con las ruedas chirriando y a punto de salirse en la primera curva, la visceral “Come On” y la portentosa “Try It Again”, vestidos con chaquetas y chisteras, desplegando una luminiscencia de sonido que debido al escaso número de vatios de potencia contratados en ocasiones no llegaba ni por asomo a la calidad digital, obligando a la banda a tener que parar en varias ocasiones y exigir un sonido decente digno a sus características, provocando un enfado entendible por parte del público en general y en particular del parlachín Pelle Almqvist, que empezaba a estar bastante molesto ante tales deficiencias, recriminando con frases como “More Electricity”, la falta de profesionalidad e infortunio del técnico de sonido y solicitando una posible ayuda de un competente electricista si es que se encontraba alguno entre el público.

  
The Hives
 

Aún así no se amilanaron y supieron escapar de dicho ataque, buscando esas buenas vibraciones eléctricas que disparan la intensidad a sus cotas más elevadas, desatando un delirio total en sus seguidores, sonidos sucios y una voz gritona que escupe rabia a mansalva, taladrando el subconsciente con precisión quirúrgica como cuando tus propios sentimientos se te clavan como estacas. A partir de ahí, todo lo que sucedió en los ochenta minutos que duro el torrente de riffs, saltos, emociones, fuerza y frases en castellano es simplemente inexplicable mediante palabras.

Contemplar a un Pelle entregado a su público, mirándote mientras canta alguna estrofa de “1000 Answers”, gritar junto a él los alaridos de “Wait A Minute” o vibrar a su vera en “Hate To Say I Told You”, mientras te hace sentir parte activa del concierto acercándose una y otra vez al público, dándolo todo sobre el escenario para hacerte palpitar en “Patrolling Days” o “Go Right Ahead!” y erizarte el pelo con la canción final “Tick Tick Boom” en la que nos obligó amistosamente a ponernos en cuclillas y esperar una cuenta atrás para volver alzar el vuelo, es imposible de detallar, puesto que tienes que vivirlo y cuanto antes mejor, es el único modo de discernirlo, ya que el suyo fue uno de los mejores conciertos de este año, sin exagerar. Una demostración de poderío al alcance, en estos momentos, de contadas formaciones, lo que ofrecen estos suecos es mucha actitud, sobrada entereza y eficacia más que demostrada.

- Come On!
- Try It Again
- Take Back the Toys
- 1000 Answers
- Walk Idiot Walk
- Main Offender
- My Time is Coming
- No Pun Intended
- Wait a Minute
- These Spectacles Reveal the Nostalgics
- I want More
- Won't Be Long
- Hate To Say I Told You So
- Patrolling Days
- Go Right Ahead
- Die, All Right!
- Tick Tick Boom

  
The Hives
 
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