Segunda jornada del BIME (Bizkaia Music Experiene), nuevamente acudimos a primera hora del festival para ver los distintos puestos de merchandising que había montados, con numerosos discos, vinilos y como suele ser habitual, caímos en la tentación y nos llevamos varios Cds que estaban a un irrisorio precio de 1 €, así da gusto comenzar una jornada.
A los primeros que vimos nada más entrar al recinto, fueron a la banda argentina Babasónicos, una formación con más de 20 años que tienen a sus espaldas once discos editados, dueños de un personal rock que comparten con sus compatriotas Bulldog y Soda Stereo.
Lazos de unión entre tierras hermanas, poco a poco vamos teniendo la posibilidad de presenciar directos de grupos del otro lado del charco, ya que aquí tenemos nuestro rock, en argentina hay buen cantera de grupos también. Su cantante, Adrián Dárgelos, es un tipo con mucho movimiento, capaz de ir levantando al público frío que se acercó a verlos, mientras interpretaba los temas de su última obra fechada en el 2.013 “Romanticismo”, que llenó parte de su repertorio. Dejaron una pequeña huella tras su breve paso por Bilbao.
Babasónicos
LA MODA sigue aprovechando su tirón mediático, con su primer disco “¿Quién Nos va a Salvar?”, han actuado hasta la saciedad con más de 60 fechas, un trabajo con letras en castellano que marca un nuevo camino de la banda tras sus dos anteriores Ep cantados en inglés. Por aquí ya les hemos visto en grandes escenarios como en el Bilbao BBK Live, que seguramente les ayudó a darse a conocer un poquito más porque es un sitio concurrido de gente.
Salían a escena con un nuevo compañero en sus filas, un aporte a su peculiar sonido con la incursión de un banjo, algo más que demuestra que la banda no se queda en un buen primer disco, tiene sed de triunfo. Se comieron el escenario con esas influencias de Jonny Cash, The Poges o Hank Willians, una marcada línea acústica, personal y sólida.
De inicio, “Vasos Vacíos”, “Los Hijos de Jonnhy Cash”, la que da título a su disco, “Quien nos Va a Salvar?, o “Gasoline”, fueron juntándose con sus temas en ingles, alojados en sus dos primeros Eps. Marcándose un final frenético con su himno más perecedero, “Nómadas”. Siguen enérgicos y no hay nadie, que les pueda parar.
Kometa coincidieron en hora con LA MODA teniendo que soportar una afluencia menor de público, pero los que se quedaron vieron una buena dosis de energía. Su primer trabajo, “Kometa”, les ha llevado a girar por las distintas fiestas de Euskadi, aparte, son la banda sonora oficial de la campaña Araba Euskaraz en apoyo al Euskera.
El trío defendió con uñas y dientes su propuesta, incluso su cantante acabó por los suelos dándolo todo. Respecto a las letras, van muy en la línea a Berri Txarrak, con toques melódicos y contundentes.
Se están dejando querer y poco a poco cada vez les conoce más gente, sus conciertos son reclamos, es energía e intensidad que no baja ni un sólo momento.
LA MODA
The Coup, banda que vino directamente desde California, con orientaciones marcadamente activistas y políticas, e indiscutiblemente realizaron una de las actuaciones punteras del día, siendo está la fecha final de su gira peninsular compuesta por siete fechas, a la que me arriesgo a asegurar que fue la que más público congregó. Nos presentaron su actual referencia discográfica, un Ep titulado “La Grande Boutique” que se suma a los seis discos de estudio que ya tienen editados.
Fue algo distinto a lo que llevábamos viendo durante estos días, una apuesta al hip-hop combativo con sonidos funkys y de soul, que realmente gustó y se podría decir que se llevaron el gato al agua. Su cantante Boots Riley, siempre combativo, desbordó con sus constantes críticas hacia el capitalismo, la explotación laboral, apoyando la lucha social y el cambio de sistema político.
A mitad, la lanza de su cantante pasó a manos de su compañera a la voz, un salto de escena dotado por una carga más potente de energía, a través de continuos y provocativos movimientos, y así, hasta llegar al final, cuando justamente antes de terminar, su bajista se llevó una gran ovación, y es que no paró en ningún momento de hacer piruetas con sus instrumento.
Una actuación que caló hondo en el BIME.
The Orwels, capitaneados por el chico desvergonzado rubio, Mario Cuomo, que se atrevió con todo, a meterse mano, pajearse o sacar su lengua según le iba dando la gana. Un show marcado por las copas de más que llevaba encima, lamentable, no supo estar a la altura de las circunstancias, paseando su cuerpo, contorneándose y sobre todo desafinando, perdiendo el rumbo de un concierto habitual.
Su último disco, “Disgraceland”, el segundo de su carrera, posee ritmos acelerados bajo un rock vigoroso y enérgico, al más puro estilo The Strokes, pero esa noche fue en caída libre, aún así, escuchamos dos temazos como son “Who Needs You”, un single perfecto, o “Mallrats”.
The Coup
Mando Diao fueron los jefes de la fiesta, en una jornada un tanto hipnótica repleta de sonidos sensacionalistas. Se trata de una banda que ha conseguido desvincularse de la esencia más rockera y garage, donde sus canciones se llenan de sintetizadores y proclaman el mensaje “dejad las armas y los odios, y amaros todos”, dejando a un público rendido ante ellos.
Repaso generalizado a su parte rockera con los temas “God Knows” o “Down In The Past”, de inicio, para luego ir retomando su dance music con “Gloria” hasta el aburrimiento o “Dance With Somedy”, subidón en toda regla que llevó a uno de sus cantantes a vivirlo subido a las vallas del foso, recogiendo todo el calor del público, luego volvió a toda pastilla al escenario para acabar el tema elevando la temperatura del recinto.
Otros temas que pudimos escuchar fueron “Black Saturday” y Sweet Wet Dreams”, depositando esa adrenalina que han sabido inyectar para ser los nuevos ídolos de los adolescentes y que bien plasmaron en su último disco ”Aelita”. Un cambio de sonido que les ha valido para cambiar de aires y ganarse al público juvenil.
Mando Diao
Seguíamos disfrutando del paso de las bandas por los escenarios principales, ahora le tocaba el tuno a The Kooks que decidimos quedarnos a verle durante unos minutos ya que había otros conciertos solapados. Formación británica de aires rockeros que venían a presentar su más reciente obra “Listen”, con estribillos pegadizos, melodías y canciones llenas de optimismo y sólida energía.
Banda fácil de asimilar gracias a su propuesta influenciada por los clásicos y auténticos ídolos del rock. Entre los temas que destacamos nos quedamos sin duda con “She Modes In Her Own Way”, y poco más que contar, nos fuimos rápidamente a ver al cántabro Angel Stanich, que esa noche se presentaba como Angel Stanich Band.
Actuación situada en el Stage Teatro, un bunquer frío que el propio Angel describió como estar en el estadio de San Mamés. La melodía y el toque persona de sus canciones, airean un rock clásico tipo western o country, donde grandes nombres de la talla de Neil Young, Tom Waits, o Dylan han tallado su árbol.
Estuvo en todo momento arropado por su banda, allí vimos alguna que otra cara conocida como su bajista, que es el actual batería de Arizona Baby.
Rock intimista lleno de auténticos momentos, con un toque personal de tonos sencillos, plagados de canciones importantes, como “El Outsider”, “Metralleta Joe”, “Carmina” esta ultima por tercera vez entraba en su repertorio, o la que da título a su último disco, ”Camino Ácido”, que jugó a presentarla como homónima, dando una clase de segundo de bachiller en plan broma.
Dejando para el final una sorprendente revisión de un clásico de Miguel Ríos, “El Río”, cerrando uno de los conciertos en los que más a gusto nos sentimos durante la presente jornada. Quizás nuestras raíces musicales nos lleven hacia estos terrenos.
Angel Stanich
Mogway, uno de los cabezas de cartel de esta jornada nos llevó a teneros instrumentales de decadente rock progresivo, en una actuación que desde el inicio se nos hizo muy pesada, como si fuera una nube densa de sonidos cargados de teclados que para nada llegaron a encender al público presente.
Su último disco, “Rave Tapes” de densidades lentas y progresivas, salió a escena bajo una línea musical lineal y que a esas horas del festival ninguno entendíamos ni compartíamos. Es difícil encargar un grupo dentro de un festival, hay que jugar con as horas, pero lo que está claro es que nunca se podrá acertar siempre, de todos modos nosotros optamos por dejarnos caer por el escenario Stage Teatro.
Allí estaba el americano Billy Bragg, que depuró su clase musical llevada a terrenos eléctricos de folk, donde las guitarras y los sonidos hammond fueron hirviendo en cada una de las interpretaciones. Temas envueltos en realidades políticas y sociales que el bueno de Billy defiende con uñas y dientes. Es un activista nato, hay que despertar a la clase obrera para las luchas políticas, eso está claro.
También aprovechamos para recogernos y descansar un rato que llevábamos unas cuantas horas al pie del cañón y aún nos quedaban algunos conciertos. Al final de su actuación nos encontramos varias canciones que sirvieron para que el público se levantara de sus asientos, por ejemplo, “Dead Flowers” de los Rolling Stones que sirvió para redondear su actuación sobresaliente.
Mogway
Una de las últimas actuaciones fue la de The National, un ambiente sobrio y envuelto bajo un desfile de medios tiempos, cálidos y sin aspavientos, que llegaron por momentos a encendernos y a calentar motores con alguna versión de primeras, como “Roders on the Storm” de The Doors.
Ocho músico sobre las tablas, liderados por el frontman Matt Berninger vestido para la ocasión, con unos registros vocales melancólicos que hacían que esta historia pareciese un funeral en vez de un festival. Proyectando en las pantallas traseras siluetas psicodélicas de colores vivos, mientras sonaban esas canciones caracterizadas por la sesión de vientos que contagiaban una sobria imagen.
Una colección de temas que llegaron hasta los 19, con influencias varias pero todas con el toque soul característico de The National, de tal forma pudios escuchar “I Should Live In Salt”, “Bloodbuzz Ohio” o “Conversation 16”, sin olvidarse de uno de sus himnos perecederos, “Mr. November”, que a regañadientes conseguían que entrásemos en su mundo.
Una pizca de levantamiento por parte del público es lo que vimos, el resto luchaba entre la vida y la muerte para no quedarse dormidos, quizás les demos otro oportunidad en otro momento, pero en el BIME, cerrando el festival y siendo fieles a su línea musical, estaba claro lo que iba a pasar.
Y hasta aquí llega nuestra crónica de la segunda edición del BIME Live, pero antes, un llamamiento a la organización, no estaría de más que hubiera sillas o mesas en el recito para descansar o comer tranquilamente y no estar tirados en el suelo como fue la tónica habitual durante los dos días, un pequeño detalle, sin más.