Unas 300 personas nos acercamos en una noche de sábado a ver a Arenea Adventus y a Obús. Para la que aquí suscribe no es que sea uno de mis estilos favoritos, pero como suelo decir siempre lo bien hecho bien parece, y me tuve que rendir al encanto de los cántabros y de los madrileños respectivamente.
Empezaron Arenea Adventus a repartir cera, grupo con miembros de Torrelavega y también de Santander. Para mí era la primera vez que veía a esta banda y me sorprendieron muy gratamente.
Los cántabros supieron entretenernos a la perfección durante los 40 minutos que duró su bolo y si la cosa se hubiera acabado allí, me habría quedado satisfecha porque vimos una actuación bastante buena, con ganas, con energía, mostrando un grupo compacto y con bastante proyección.
Los Aranea nos ofrecieron canciones de su primer disco de estudio, publicado en 2012, y titulado “La llegada de la araña”, así pudimos escuchar temas como “Solitario”, “Cabalgando”, “Doncella de hierro” (tema que dedicaron al cantante de Iron Maiden tras el reciente anuncio de que padece un cáncer) o “La leyenda del pirata”.
Muy buen sabor de boca dejaron los Aranaea Adventus. Para el que tenga curiosidad hay unos cuantos vídeos de ellos por Youtube.
Aranea Adventus
En menos que canta un gallo salieron los madrileños a escena, cargados de adrenalina y dejándonos grandes clásicos como “Necesito más”, “Te visitará la muerte”, “Dinero, dinero” o “Que te jodan”. Aunque no nos olvidamos de la esencia, y recordamos que el grupo está basando esta gira en “El que más”, disco publicado allá por 1984 y que es todo un clásico, una joyita para guardar como oro en paño.
Llamaba la atención el aspecto visual del escenario con la batería en lo alto, más o menos a dos metros, y con la entrada de Fortu por una puerta que había debajo de la batería. A estas alturas de las circunstancias nadie duda del buen gusto de la banda y de su capacidad para sorprender y para cuidar hasta el más mínimo detalle.
Así que pasados unos 45 minutos en los que nos dejaron exhaustos Fortu Sánchez y su banda, abandonaron momentáneamente sus respectivos papeles e instrumentos y se sentaron en unas sillas en el escenario. Para explicarnos que el concierto empezaba a partir de ese momento, que era cuando nos iban a dejar con los temas del mítico disco. También aprovecharon la ocasión para dar las gracias a los asistentes por acudir y para dedicar unas breves palabras cada uno de los cuatro miembros del grupo.
Después de esta breve interrupción siguió el derroche de energía y de música con canciones tan imprescindibles como “Viviré”, “Deprisa”, “Autopista”, “La raya”, “Da igual”… vamos que destriparon casi todo este trabajo, ¡¡cómo nos esperábamos!!. De los últimos temas en repiquetear aquella noche fue, como no podía ser de otra manera, “Vamos muy bien”, que sonó de manera atronadora.
Obús
La verdad es que da gusto ver a esta banda en directo, los cuatro son únicos e imprescindibles, cada uno en su palo y haciendo muy bien su labor, pero si me quedé a cuadros con uno fue con el señor Carlos Mirat, el baterista de la banda, que parecía que iba a salir autopropulsado de la batería, ¡¡madre mía qué energía!!.
Lo que me pareció un tanto raro es que después de una genial actuación, y de mostrarse cercanos y de mover al público al máximo, después de todo eso la banda madrileña se fue del escenario sin previo aviso, se marcharon sin decir adiós, a la francesa, tal vez no les gusten las despedidas, pero me extrañó y mucho.
Nos quedaremos con el buen sabor de boca que después de tantos años nos siguen dejando Obús. Es todo un honor tener bandas como estas en nuestro país.