09/01/2016
Mikel García @Mikel_insonoro
Mikel García @Mikel_insonoro
Sala Doka, Donostia, Gipuzkoa
www.insonoro.com
¡La llamada de la jungla!
A medida que uno se hace mayor tiende a tomar las cosas de una manera completamente diferente a como lo hacía antes, con algo más de calma y prudencia, no tan alocadamente, tendiendo a buscar menos la perfección y a aceptar resignadamente la situación. Aún así, hay ocasiones en que se siente la necesidad de recordar aquellos tiempos en los que la única preocupación era disfrutar del momento, volver a realizar salvajes locuras para sentirse joven de nuevo.
Una llamada interior que suele consistir en dar rienda suelta a elementos inconscientes muy primitivos, a fin de recobrar la alegría juvenil y vitalidad perdida. El primer concierto de la esperada gira de regreso de los navarros Lendakaris Muertos, en la sala Doka (Donosti), después de dos años y medio de parón, invitaba a ello, a sentir otra vez el vértigo de la vida desenfrenada correr por tus venas y contagiarse de la intensidad salvaje y entusiasmo frenético de los músicos, un impulso irresistible de euforia y desinhibición
Antes que ellos, calentaron el ambiente los donostiarras Txorroskilo, que a pesar de no gozar aún de una propia identidad musical, dejaron constancia de una correcta actitud punk en el escaso tiempo que permanecieron sobre las tablas, a cargo de temas propios cargados de reivindicación “Donosti Es Una Mierda“, “Mucho Tonto” y versiones a grupos como Cicatriz, Piperrak, Reincidentes, Eskorbuto... Tal vez por ello no hubo una respuesta excesiva más allá de los aplausos de rigor entre temas. Ya con absoluta impaciencia en el respetable llegó el turno de Lendakaris Muertos que salieron a morir sobre el escenario, presentándose con “Cerveza Sin Alcohol”, bien comandados por su vocalista Aitor, un hombre carismático que campa a sus anchas en cualquier escenario, revolucionando a los trescientos y pico seguidores allí congregados, con ganas de batirse en un combate cuerpo a cuerpo.
Lendakaris Muertos
Rotas las hostilidades con la ironía mordaz de “Estamos En Esto Por Las Drogas” y “Comeme La Franja”, la banda comenzó a ganar en movilidad fundamentalmente en sus dos protagonistas principales, su alocado cantante que no perdía ocasión en hacer de las suyas, lanzándose al suelo, acercándose a escasos centímetros de sus discípulos y poniendo patas arriba el recinto cuando se lanzaba a la multitud; y el nuevo fichaje, Joxemi (Guitarrista de Ska-p) que con su alegre actitud, saber estar y frenetismo guitarrero, iba aportando mayor fuerza y explosividad al espectáculo.
Con la sala bullendo, llegaron momentos de inercia realmente considerables, viejos himnos como “El Último Txakurra”, “Pasau De Roska” “Detector De Gilipolleces” o “Horóscopo”, sucediéndose de forma enlazada, sin descanso. La banda no estaba dispuesta a rebajar la tensión, sudando su vocalista líder la gota gorda y haciendo perder la vergüenza al más tímido de los asistentes con el punk ortodoxo de “Nuklerarik bai”, “Besos Gaztetxeros”, “Violencia En Acción” o “Esto No Es Punk”, en base a su carácter provocador como acidez burlona. Regresar a tiempos más presentes, tampoco apaciguó los ánimos del personal.
A piñón fijo y metiendo más leña en la caldera llegábamos a un tramo en donde los músicos se dejaron la piel completamente para que todos los presentes ya estuviéramos en su bolsillo, un cariz más mordiente a sus idas de olla como en “Gora España”, en la que Aitor sale al escenario con la camiseta de Real Madrid y la bandera Española con el propósito de burlarse sin malicia alguna de aquellos que sienten los colores de la selección, y un descaro total en hacer mella posteriormente con el ataque irónico de “Fuimos Ikastoleros”, “Oso Panda”, “Siempre Nos Quemara París” y “Centro Comercial”, una autenticidad y vigencia que muy pocos le hubieran augurado, reflejado en un público de los que se hace seguidor para toda la vida, que no deja de apoyar a la banda ni un segundo. Un tromba incansable, en constante crecimiento que provoca el mayor de los entusiasmos
Fue descomunal como les quedó “ETA, Deja Alguna Discoteca”, con los pogos más notorios de toda la noche entre la concurrencia. Tampoco se quedó atrás “Veteranos De La Kale Borroka”, con el vocalista subido en la barra, finiquitando una descarga salvaje en la que el grupo no se dejó nada para sí. Una de esas noches que no terminan cuando el concierto llega a su fin y que al día siguiente todavía lo recuerdas por la afonía y dolencia de todos los músculos de tu cuerpo.