Lo siento pero no fue para nada mi concierto. Y si no has asistido a ninguno de los shows de su gira y te has interesado en leer alguno de los comentarios que en blogs, redes sociales y prensa especializada se han vertido imagino que no lo entenderás. Pero tras unos días dándole vueltas e intentado encontrar un sentido a todo lo vivido en una Sala But llena hasta los topes, sigo igual.

Es cierto que cuando una estrella de relumbrón como el vocalista de los, al parecer extintos, The Black Crowes, se pasea por los escenarios patrios, la predisposición del público asistente es buena. Pero no sé si fue el clima de pseudo intelectualidad rockera que flotaba en el ambiente, el interminable desfile de rostros conocidos del panorama rockero nacional o el incienso que ardía sobre el amplificador de un, este si sobresaliente, Neal Casal, pero para mi el concierto, querozó en muchos momentos la barrera del clímax,  no llegó nunca a explotar. Eso si, el más mínimo gesto, del por otra parte poco expresivo Chris Robinson, era respondido con loas y suspiros por parte de una concurrencia convertida más en seguidora de un gurú alérgico a las cámara (repetidas veces indicó al público que nada de fotos) que de un músico.

Y el concierto confieso que fue bueno. Cojonudo incluso. Con su último disco, Phosphorescent Harvest como pretexto y basado en una propuesta musical alejada completamente de cualquier concesión comercial y fuera del contexto más mainstream. Con ninguna mención o revisión de temas de los "Cuervos" y centrado en la vertiente más psicodélica y fumada de Grateful Dead. Y es que precisamente es la independencia musical con la que Chris Robinson a dotado a sus Brotherhood (todo se ha dicho auspiciada por los más de 30 millones de discos vendidos en su banda madre) la que le ofrece la oportunidad de funcionar de manera auténticamente freelance en el negocio. Sin sello, grandes managers o  respaldo en forma de potente lanzamiento musical.

Toda esta concatenación de acontecimientos hace que la que era mi primera experiencia con quien en otro tiempo cruzaba el escenario bailando al ritmo de Remedy resultara extraña. Robinson a día de hoy es un hombre tranquilo. Inmóvil frente a su micro y parapetado tras su guitarra Vox. Delgado hasta el extremo , más hippie que nunca y ejecutando un repertorio que combinó canciones de sus discos con la Brotherhood Band (curioso que esta banda aluda a la hermandad y no la que formó con su hermano real) con hasta siete versiones, en un ejercicio de autosatisfacción que hicieron suya el millar de asistentes.

Pero Mr Robinson dispara con balas seguras y se ha rodeado de un all star musical en el que destacó no solo la guitarra de Neal Casal, que se repartió a partes iguales el protagonismo con el vocalista, sino un batería, Tony Leone, brillante y conciso en la pegada. Lo que me chirrió sobremanera fue el papel destacado que por momentos tuvo Adam MacDougall al teclado, con un sonido chirriante y excesivamente alto en la mezcla nos  torturó, al menos a mí ya que la gente los recibió con algarabía, con largos solos agudos que no acababan de llevar a la canción a ninguna parte concreta.

Tres horas de show, con cambios de repertorios diarios,  distribuidas en dos partes iguales que les llevaron por caminos densos, lagos, psicodélicos y enrevesados en la primera parte, de la que destacaría una casi irreconocible She Belongs To Me de Dylan, la más concisa Tomorrow Blues o una adecuada Never Been To Spain (cover de Hoyt Axton), y por un set con algo más de punch eléctrico en la segunda mitad, donde, ahora si, el espíritu de Allman Brothers o The Band flotó por momentos en al ambiente, y el folk dejó paso a pasajes más rockeros como cuando sonó Ride, una de las piezas de New Earth Mud con más punch o Got Love If You Want It, lo más Black Crowes, sin serlo, que escuchamos.

Chris cantó bien aunque de manera contenida y su aspecto fue relajado y feliz. Dejó contentos a los asistentes y sentó las bases para una gira más mayoritaria. Por mi parte y mientras conducía de regreso a casa no podía dejar de formularme una pregunta ¿cuántos de los que han acudido a esta gira lo habrían hecho de no estar al frente una figura de este pedigrí rockero?. Igual me equivoco y la cultura de música americana en este país esté por encima de mis expectativas. Pero a mí todo el postureo que me rodeó no me dejó acabar de disfrutarlo.