Un año más Vitoria-Gasteiz volvió a acoger una nueva edición del Azkena Rock y un año más un público llegado desde diferentes puntos del estado dio calor y color a la capital vasca.

La decimoquinta edición del Azkena Rock Festival quedó inaugurada el viernes 17 de junio a las 13:30h. con la actuación en la céntrica Plaza de la Virgen Blanca de Julián Maeso, artista toledano que a medio concierto tuvo que suspender su show debido a la lluvia.

La lluvia fue junto a bandas como Danzig, Blackberry Smoke o The Hellacopters una de las grandes protagonistas de la primera jornada del festival, una jornada en la que  segun datos de la organización se reunieron 12.242 espectadores y en la que el sonido, una vez más, fue uno de los puntos negativos.

En esta ocasión las previsiones meteorológicas no fallaron y la lluvia estuvo presente desde primera hora de la tarde, hecho que deslució la cita y que hizo que durante las primeras actuaciones el público fuese menos numeroso que en ediciones anteriores. Tampoco ayudó que las personas que adquirían la entrada de día no pudiesen entrar y salir del recinto cuantas veces quisieran. Fueron pocos los que dieron una oportunidad a las primeras bandas de la tarde sabiendo que una vez en el interior del recinto lo más fácil era acabar calado.

La banda encargada de abrir con la ronda de conciertos en Mendizabala fue The Flying Scarecrow, quinteto que llegó desde Sopelana tras proclamarse vencedores de la 27ª edición del concurso Villa de Bilbao y que en el escenario "Lemmy Kilmister", el principal, dieron buena cuenta de su metal contundente y de calidad en los siete temas que descargaron.

Tras esa primera actuación nos tocó elegir entre el dúo de London Souls que actuó en el escenario "David Bowie" y Jared James Nichols trío comandado por un jovencísimo guitarrista que subió al "Scott Weiland". Una edición más el Azkena Rock dispuso de tres escenarios, dedicados a estrellas del rock fallecidas en los últimos meses y a menudo se solapaban dos conciertos. Esta vez nos decantamos por Jared James Nichols, quienes previamente habían teloneado a bandas como ZZ Top o B-B King y que en Vitoria-Gasteiz concedieron un gran show a la audiencia.

A las 18:40h. arrancó la actuación de Daniel Romano, artista canadiense que trajo el rock sureño hasta la capital vasca y que llamó la atención de un buen número de espectadores que ataviados con coloridos y efectivos ponchos se situaron frente al escenario principal. Los menos osados prefirieron escuchar los poderosos temas desde una de las carpas.

Apenas llevábamos una hora y media en el recinto y nos encontrábamos calados, en nuestros trayectos entre los tres escenarios nos resultaba imposible esquivar los numerosos charcos y las zapatillas ya estaban empapadas por lo que nos decidimos por ir a casa a cambiarnos de ropa y hacernos con algo más abrigado. La velada se presumía extensa y creemos que tomamos la decisión correcta.

En nuestra ausencia el bueno de Julián Maeso tomo el escenario pequeño para desquitarse y continuar con la actuación que a medio día y en el centro de la ciudad tuvo que ser suspendida por la lluvia. Debido a esa inclusión de última hora en el cartel, la actuación de The Sex Organs que iba a tener lugar a las 19.00h. paso a llevarse a cabo a las 23:15h, coincidiendo con la presencia en el escenario principal de los suecos The Hellacopters. Seguro que ese cambio de última hora no sentó demasiado bien al dúo formado por Jackie (The Jackets) y Bone (The Anomalys).

Del trío de Bizkaia Los Brazos nos habían hablado mucho y bien por lo que pese a coincidir con Lucinda Williams nos vimos en la obligación de dejarnos seducir por su propuesta blues-rock, su derroche de energía sobre la tarima y temas como "Not my kind", perteneciente al álbum "Gas" el tercer trabajo de los de Bilbao.

Mientras tanto en el escenario principal Lucinda Williams cautivó con su folk-country a sus fieles, pero decepcionó a quienes esperaban un concierto más dinámico y llevadero de la dama del country. Su show fue de menos a más y la artista, una de las figuras más importantes del rock americano, que llegaba al Azkena con su álbum "The ghostis of Highway 20" bajo el brazo cerró su concierto con la versión del tema " Rockin' in the free world" de Neil Young. Con ella conquistó a la audiencia.

Por fin pudimos ver un concierto sin estar pendiente del agua, fue con la aparición sobre el escenario "David Bowie" de Blacberry Smoke que llegaron desde Atlanta para mostrar ante el respetable el rock sureño y el country rock de canciones pertenecientes a sus cuatro discos publicados, "Holding All the Roses" que vio la luz en 2015 es el último de ellos.

El plato fuerte de la jornada del viernes 17 fueron los escandinavos The Hellacopters. Su garage rock se sumó al cartel en los últimos días tras la baja de Primal Scream, quienes se ausentaron debido a una lesión de su vocalista, Bobby Gillespie.

Cuando una banda llega con la vitola de ser el cabeza de cartel se espera todo y más de ella, pero como suele ocurrir en estos casos poco o nada sale según lo esperado. Los suecos cumplieron sobre el escenario pero no llegaron a ofrecer una actuación sobresaliente, se limitaron a descargar con acierto su rock oscuro y las canciones de su trabajo “Supershitty to the Max”, álbum con el que debutaron en 1996 y en el que basaron su repertorio.

El público les acompañó en todo momento y recibió con agrado el repertorio de la noche. Una colección compuesta por dieciocho canciones entre las que destacaron "Fake baby", "24h hell" o "Ain't No Time", temas ensombrecidos por un sonido deficiente y de segundo nivel que enfadó al público.

Con los contrastados Danzig que actuaron a partir de las 00:30h. en el escenario "David Bowie", dábamos por finalizada nuestra presencia en la primera jornada del Azkena Rock Festival.

A la formación liderada por el vocalista Glen Danzig ex-Misfits el sonido también le dio la espalda en su única actuación en Europa y eso unido a la escasa cohesión sobre el escenario entre los músicos, hicieron que no llegásemos a ver ni media actuación de los estadounidenses.

Pasada la una de la madrugada abandonábamos Mendizabala con la satisfacción de haber vivido una gran jornada de rock y con el deseo de que para la jornada del sábado el sol se uniese a la fiesta y de que el sonido estuviese a la altura de lo que se espera de un festival de estas características.