Este año yo asistí al Festival Música en Grande en su última jornada, ya que las anteriores veladas nos pillaron bailando por otras tierras. Y me sorprendió, como siempre, como cada año, la amabilidad y el buen trato de los trabajadores del evento y el recibimiento que nos dieron, se nota que son unos grandes profesionales.

Nos acercamos al recinto de La Magdalena a ver a Black Shine, que era el grupo que actuaba antes de Amaral. Ellos fueron los ganadores en el 2015 del Certamen de Música Joven de Cantabria, que se celebró a finales del año pasado en el Escenario Santander, y seguramente por eso tocaron en el Festival Música en Grande este año.

Pues bien, la verdad es que no puedo valorar muy bien el espectáculo que dio el grupo ya que la música electrónica que practican es para mí una gran desconocida y tampoco puedo valorar las coreografías y demás que les acompañaban, también por desconocimiento de aquello que estaba viendo.

Pero sí quería apuntar que si estaban ahí actuando por algo sería, aunque yo no sea capaz de valorarlo en su justa medida. En cualquier caso, empezaron a darle calor a la noche del domingo.
Lo que sí que no me gustó es que acabasen su actuación a las 22:15 y que hasta las 23:09 no hubiese nada más de música y estuviésemos allí esperando como “momos” (palabra muy cántabra que viene a significar “idiotas”). Soy de la opinión de que deberían haber dado la oportunidad a otra banda de actuar durante esa hora, o si no Amaral debería haber empezado a continuación del primer grupo. Más bien apuesto por haber metido otra actuación. ¡¡Será por grupos buenos y con ganas dejarse la piel y darse a conocer!!.

No sé dónde me deja el hecho de que haya sentido uno de los mayores orgasmos sonoros de mi vida viendo en directo a Amaral. Nunca me han gustado las etiquetas, y menos que me las pongan a mí, pero esta mujer y su banda es como para ponerle un calificativo que explique lo vivido. El espectáculo que dieron fue de matrícula de honor. Fue algo realmente impresionante, más que intenso, algo sublime y exquisito. Como me comentaba una amiga, es sobresaliente la magnitud que alcanzan las canciones en vivo con una banda tan “sencilla”, con tan pocas personas sobre el escenario.

Eva Amaral y su grupo me hicieron sentir escalofríos y se me puso literalmente la piel de gallina  con nada más que su presencia en el escenario de La Magdalena  y con tan sólo entonar una frase. No les hizo falta más que 10 segundos para que el flechazo fuese total. Que una banda transmita tanto es algo muy especial y algo que hay que comentar inevitablemente. Esto me ha pasado muy poquitas veces y es un sentimiento mágico, es espectacular, es como cuando encuentras agua en el desierto después de dos días sin beber una sola gota. Esos momentos no se pagan ni con todo el oro del mundo. La capacidad de hacer sentir y de emocionar es característica de Amaral y es algo que me conquista de una forma brutal.

También resulta apabullante su contundencia y la forma en la que se deja la piel sobre el escenario, esta mujer tiene tal fuerza que asombra y asusta. Cierto tipo de público no leerá esto, pero me gustaría verla sobre un escenario en un duelo con algún que otro estático que hace música muy dura y ensordecedora, al final ella resulta mucho más rompedora. Amaral es el ejemplo perfecto de cómo la energía y la contundencia no tiene por qué ser siempre a gritos ni con palabras malsonantes. Tiene tal energía que desataría la envidia de cualquiera que se piense que es un huracán sobre el escenario.

Otra cosa a destacar son la rotundidad de toda la formación sobre las tablas, ya he comentado que con los ojos cerrados podríamos pensar que son el doble. Las luces y la escenografía me dejaron atónita. Las primeras no pasaban inadvertidas, cualquier persona se quedaría alucinada, pero cuando ya has visto unos cuantos conciertos, las aprecias todavía más, sin duda fueron un auténtico espectáculo por sí solas. En cuanto a  la escenografía, al final del escenario se iban proyectando imágenes que acompañaban a los temas. Pudimos ver una bola de discoteca, el mundo girando, la mano de su último disco, “Nocturnal”, una pantera, imágenes de bosques, ocas volando… así hasta un largo etcétera, que comenzó con una luna creciendo y convirtiéndose en una luna llena, para con su luz hacer desaparecer la oscuridad del escenario.

Vimos a una vocalista emocionada, recordando otras veces anteriores que había venido a Santander.  Y entre todos nos dejaron con un excelente puñado de canciones, inaugurando la velada “Unas veces se gana y otras se pierde”, incluida en “Nocturnal”, con Amaral a la guitarra acústica. “Revolución”, “Kamikaze”, “Salir corriendo” y “No sé qué hacer con mi vida”, siguieron dándole calor a una noche que se nos antojó muy corta.

Avanzaba el concierto y se alternaban los temas más añejos con esos del último disco. De las más recientes estuvieron presentes “500 vidas”, “Chatarra”, y “La ciudad acústica”, también con la presencia a las cuerdas de la vocalista. “Estrella de mar”, “Marta, Sebas, Guille y los demás”, “Cuando suba la marea” y “El universo sobre mí”, sonaron con una inusitada fuerza en medio de un concierto de esos que son imposibles de olvidar.

“Días de verano”, logró desatar la euforia generalizada, aunque en líneas generales este sentimiento se mantuvo en el público de principio a fin de la actuación. “Cazador”, vino para ser otra muestra de “Nocturnal”, y en ese momento Eva Amaral se la dedicó a los que se pasan las noches del fin de semana “cazando”.

Cuando nos quisimos dar cuenta la voz cantante ya estaba diciendo: “¡¡Muchas gracias!!, ¡¡Buenas noches!!” y se marchaba del escenario. Al poco tiempo volvía a subirse a las tablas del Música en Grande, para continuar un poco más, con estas emocionantes palabras: “Gracias por hacer de esta noche un concierto mágico y un éxito, porque el concierto lo hacéis vosotros realmente”.

Mientras nos íbamos al coche, para no pillar el típico atasco de salida, podíamos oír “En el tiempo equivocado”. Y aquello puso el punto final para nosotros a un espectáculo fantástico.

Soy consciente de que probablemente este sea la mejor actuación que haya visto hasta la fecha en este 2016, y estoy segura de que también estará entre las más excelentes de aquí hasta que acabe el año. El concierto de un grupo como Amaral resulta complicado de describir con unas pocas palabras, su concierto hay que verlo en directo, hay que vivirlo y hay que sentirlo para poder comprenderlo en toda su magnitud.